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despedida de solteros


[Carolina Rojas] Nuevas costumbres sexuales. Es el plato estrella del menú erótico: concursos con poses del Kamasutra, toqueteos desinhibidos para encontrar pareja y juegos hot como hacer calzar un perno en una tuerca que guarda un compañero anónimo.
Santiago, Chile. ‘La guerra de los sexos' es grito y plata en Santiago y en provincia. Desplazó al martes femenino y el público enloquece. Ellos y ellas prefieren estar juntos. Y bien revueltos.
No hay edad para ser caliente, abuelita! ¿Tía, usted a esta edad...?, ironiza a gritos el animador y dirige su tonito de Charly Badulaque a la señora Rosa, una abuelita de 70 años que fue a celebrar el cumpleaños número cuarenta de su sobrina. Ella aplaude y sonríe iluminada por el haz amarillo del foco instalado sobre el escenario. La canosa mujer está sentada en una mesa con otras mujeres a la derecha de la pasarela. La izquierda es sólo para los machos. Todos, como dice el animador, vinieron a olvidarse del jefe, las cuentas, o de sus ex parejas y a celebrar su última noche de solteros donde todo vale.
Aquí, hombres y mujeres, ven strippers y concursan con la mejor cachetada o las posiciones del kamasutra, y aunque nadie se conoce, compiten con el arte de las posiciones eróticas, a cambio de un ron o pisco sour. "Algunos han terminado desnudos y no faltó la mina que le hizo sexo oral a un hombre. ¡Todos quedaron locos!", recuerda Andrés, el animador.
Mario Soto es el administrador de la disco y en su oficina cuelgan fotos de ‘Nachito' de ‘Casado con hijos', el ‘Negro' Piñera y Belén Hidalgo. Recuerda que partió como animador en la disco Grammy hace 10 años y se dio cuenta que estaba frente a una mina de oro: "Es que este negocio es grito y plata", dice y suma datos: "Esta disco es la verdadera precursora de la guerra de los sexos ", la fórmula que hace vibrar locales de regiones, fiestas mechonas y happy hours de oficinistas como los del local Manhattan, de Santiago Centro. Allí, hombres y mujeres, disfrutan de los show girls y show boys juntitos, concursan, se conocen y hasta se emparejan.

Mejor que el Ravotril
Patricia Molina tiene 37 años y es dueña de casa. Está celebrando su despedida de soltera en segundas nupcias, y se casa en una semana. El animador la ha sacado al escenario para probar "cómo moverá la pelvis durante su vida de casada" con su hombre de 50 años. Ella baila nerviosa, encandilada por la luz. La mesa de Patricia está llena de pinches, ramos de novias, y velas de enanos con forma fálica. La futura novia asegura que llegó de casualidad a "los jueves mixtos" porque vive cerca y fue su hermana quien organizó la fiesta. Ante la magnitud de lo que le espera, ella se frota las manos: "Hoy me desbando".
Son las 11 en punto y empieza el show con un desfile intercalado hombre-mujer. Ellas se sacan toda la ropa y ellos emulan un acto sexual.
Antes la performance era más power, dicen algunos trabajadores. "Hay una jaula que ya no se usa", explica el animador. Allí un hombre y una mujer encerrados bailaban y se tocaban al ritmo de la música. Los hombres gritaban y las mujeres ponían cara de asco. Se terminó. Se dieron cuenta que a las mujeres les gusta tener al vedetto en sus narices para poder tocarlo. Con las mujeres es distinto, no se les pueden acercar. La última vez que se propasaron con una nudista, la stripper vejada frunció el ceño, repartió combos y los asistentes tuvieron que arrebatarle el admirador de las manos.
Los jueves mixto tienen espectadores fieles, como la clienta número uno. María Teresa tiene 55 años y viene sagradamente cada semana desde hace un año. Llegó a la disco cuando sus hijos decidieron sacarla de una depresión en la que estuvo sumida después que enviudó y dice que aquí encontró su segunda casa. Se le pasó la pena. Ahora los jueves se arregla, se ríe y baila reggaetón, una "entretención sana" con la que -según cuenta- rejuvenece 20 años.
A ‘la guerra de los sexos' asisten novias, cumpleañeras, viudas y abuelitas que pasan directo a sus mesas y piden un pisco sour, ron o vaina mientras esperan el show. Los hombres son más tímidos y como pidiendo disculpas. Llegan todos iguales, calcaditos treintones de pelos parados y gel. El animador dice que uno de los target son ‘los pelados': gendarmes, Investigaciones y uno que otro carabinero buscando relajo. "Se les perdió al matrimonio a estos huevones", es la frase que se despacha cada vez que los ve llegar.
Después del desfile, el animador elige a tres hombres y tres mujeres al azar, ellos deben competir por la mejor performance con las posiciones del Kamasutra: ‘pollito pastando', ‘paraguaya', ‘koala'. La mejor gana. Como la timidez del "chileno" a veces es grande, una vez por mes se incluye el juego de la tuerca con el perno, todos con medidas distintas. La mujer se queda con la tuerca y el hombre con el perno. Todos deben buscar a su otra mitad durante el pachangueo.
Andrés Arancibia, el animador, está casado con la productora. Ella era cliente frecuente del local y él ya trabajaba allí. Se conocieron, bailaron, y luego de tres meses le pidió matrimonio en el programa ‘Pasiones'. Lo cuentan como dato: "Aquí se puede encontrar la media naranja", aseguran.

Agárrense
Andrés toma el micrófono y entre broma y broma comienza a calentar el ambiente antes que salgan los strippers. "Las mujeres hacen lo que no pueden en la casa -asegura-. Son mujeres casadas, con hijos grandes y si en la tele sale un tipo en pelotas, miran para el lado haciéndose las huevonas. Acá gritan, bailan y lo pasan chancho".
Empieza el show y el animador advierte al público femenino que el desfile de musculosos y chicas siliconadas se viene bueno: "Afírmense los chitecos" y "aseguren los leonisa", remata.
Empieza a sonar la música tecno. Entra Aníbal, un vedetto que se desliza lentamente en el escenario disfrazado de almirante de la marina, como Richard Gere en ‘Reto al destino'. Del tecno pasa a una balada cebolla del dúo Sin Banderas. Esa es la señal que le envía el dj para que se empiece a quitar la ropa. Tiene tatuajes, el pelo con gel, y se saca los guantes con los dientes, mientras se contonea simulando tener sexo; primero de pie y luego acostado sobre el piso.
Empiezan los gritos de las mujeres que celebran la despedida de soltera con gorritos fálicos. Él se entusiasma más y tira con ambas manos su pantalón sujetado a penas por un velcro, a lo Chayanne. Finalmente queda sólo vestido con una zunga. Se acerca al público, se toca y pone la cabeza de las mujeres en su entrepierna simulando un fellatio.
Ahora es el turno de los hombres. Entra Francia en bikini y con unas botas de piel fucsias, lentes oscuros y bailando al ritmo del reggaetón. Durante el estribillo, "me tienes loco...", se acerca a la orilla del escenario, al público y perrea casi en la cara de un tipo que mira boquiabierto.
Sigue con la canción ‘Falling', de Alicia Keys. Se quita el bikini y se echa crema en el pecho. La frota y se agacha. Todos la miran babosos hasta que se saca el calzón y se pierde en el escenario como avergonzada.
De fondo suena la canción ‘Amiga' de Miguel Bosé. El cóctel ya hizo efecto en el público que corea emocionado. Empieza la música para el stripper que entra disfrazado de policía del FBI y el animador grita: "Llegó la policía chiquillas, a meter la presa ".

Koala
Un hombre de canas aplaude, desea admirado al vedetto que sigue con sus contoneos. De pronto, aparece la morena Aylin, que baila con la música de Kylie Minogue mientras avanza vestida como corredora de Fórmula Uno, pero con botas de plataforma negras.
Del público asoma una mano que le toca el trasero y los guardias golpean la espalda del osado para reducirlo. Él intenta una explicación, pero no le sirve de nada. Lo sacan del lugar.
Después de Aylin, aparece una chica que viene disfrazada de ‘Trinity' en la película ‘Matrix'. Con botas y chaqueta de charol es toda una dominatrix. Alta, rubia y crespa, es la única que no se quita el calzón porque además trabaja con su esposo, Alejandro, un vedetto que fue físico culturista y esta noche la acompaña. Ella baila en el piso y da pequeños saltos como si estuviera teniendo sexo con una persona imaginaria. Comienza el concurso. Suben tres hombres y tres mujeres que deberán seguir al pie de la letra las posiciones que les vayan señalando. Primero, les ordenan "el koala". Él pone cara de ¿qué hago? y la sigue en el juego. Pasan al ‘pollito pastando'. Él se le acerca cariñoso y le dice: "Déjame a mí". Se pone de pie detrás de ella, ella apoya la manos y rodillas en el piso y comienza a simular un acto sexual.
El animador grita: ‘Paraguaya', y la mujer trepa tomada de sus hombros y lo abraza con las piernas como la mismísima Rocío Marengo. Ahora se anuncia ‘el beso del payaso' y el hombre hunde su cara en la pelvis de la mujer.
El público está cada vez más cerca del escenario, mientras de fondo suena la clásica ‘You can leave your hat on', de Joe Cocker. Todos gritan. Andrés, el animador, dice que hoy el juego está suavecito. "Hay veces que las parejas han terminado desnudos y una vez una niña terminó haciendo sexo oral", recuerda Andrés.

Provincia Hot
‘La guerra de los sexos' es grito y plata en el sur.
En locales de Concepción se realiza los jueves, viernes y sábado con gran asistencia de público. A veces, la estrella es la licenciada Tetarelli y la Miss Reef, Noelia Chazarreta.
Mike es stripper hace 10 años y es sensación en las discos de regiones, donde "el público es más bravo", dice. "El cuadro plástico es lo que más se usa", dice el stripper. Hasta hace poco hacía la simulación con su ex pareja, Celeste, una chica de pelo rubio y bronceado de solarium con la que se tocaban al ritmo de la música.
Mike cree que el riesgo está cuando el público intenta manosear a las niñas o cuando con ellos se violentan y les gritan "maricones". Para ser el mejor -dice-, ha sudado sangre, sudor y lágrimas en este oficio, porque detrás de esos diez minutos de erotismo hay mucho más. Va al solarium, al gimnasio, hace dietas, y usa complemento alimenticio para aumentar su masa muscular. Él asegura que la gente enloquece con este show que también se hace en la Wi West, de Maipú; El Bandido, de Osorno y Laberinto, de Puerto Montt.
Su vestuario contempla un sinnúmero de fantasías sexuales: disfraces de cowboy, policías americanos, constructores, el zorro, el marinero y dependiendo del local, el desnudo es parcial o completo.

Sexo Vendo
El cuadro plástico también es la especialidad de Dorian, un stripper de 19 años, conocido en el circuito santiaguino y en regiones. Él simulaba el acto sexual con una amiga. Es en ese momento cuando Dorian puede personificar un monje medieval y entra portando una vela. Otros días es un ejecutivo, y su compañera a veces es una gladiadora, constructora, estudiante a lo Britney Spears y Gatúbela. "Todo es pantalla, un baile sensual es un espectáculo que vende", asegura el vedetto. Dice que en estos shows ha sido víctima de rasguños, apretones y pellizcos. También concursan las mujeres bailando un reggaetón sexy en el que generalmente terminan sacándose parte de la ropa.

16 de septiembre de 2007
©la nación
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2 comentarios

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