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quedarse empeoraría todo


[Rosa Brooks] Logrando la victoria, con la retirada. Quedándose en Iraq, las tropas norteamericanas no harán más que empeorar la situación.
¿Qué? ¿Queréis que nosotros dejemos de quejarnos sobre el desastre que ha causado el gobierno de Bush en Iraq y digamos por una vez algo constructivo?
¡Disparar es tan fácil! ¿Sabíais que un informe filtrado por la Oficina de Contraloría del gobierno concluye que el gobierno iraquí ha cumplido sólo tres de las dieciocho condiciones ordenadas por el Congreso?
Está bien, lo dejaré aquí.
Así que, ¿qué estamos haciendo exactamente en Iraq?
Opción uno: Estamos haciendo lo que ya estábamos haciendo: la respuesta de la Casa Blanca. El tema de la canción ‘Give War a Chance'.
Esta no es una opción viable. Albert Einstein definió la demencia como "hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes". Pero no tienes que ser un Einstein para darte cuenta que ese enfoque no ha resultado, que no está funcionando y que no funcionará.
Incluso si quisiéramos mantener nuestro actual nivel de tropas y la estrategia, no podemos. Las tropas no crecen de los árboles, ni lo hacen los todoterrenos blindados ni los vehículos de combate Bradley. Mientras el general Peter Pace, presidente del Estado Mayor Conjunto piensa, según se dice, advertir a Bush, corremos el riesgo de reducir el estado de preparación de militar de las fuerzas armadas y poner en peligro nuestros propios intereses de seguridad nacional si no reducimos substancialmente nuestros niveles de tropas en Iraq.
Opción dos: Hagamos algo diferente. En lugar de llamar a los últimos reservistas -los chicos y chicas de secundaria-, retiremos las tropas. (Llamádle ‘redespliegue' si os sienta mejor).
¿Queréis pormenores de quién, qué, dónde, cuándo, cómo? Para los que gustan de meter el diente en informes de laboratorios ideológicos, recomiendo ‘Cómo redesplegarse: Implementando una retirada responsable de fuerzas estadounidenses de Iraq'. Dado a conocer esta semana por el Centro para el Progreso Americano, el autor jefe del informe es Lawrence Korb, un tipo que sabe de lo que habla.
Korb, que sirvió durante el gobierno de Reagan como subsecretario de Defensa para personal, asuntos de la reserva, instalaciones y logística, recomienda redesplegar las tropas norteamericanas en un período de diez a doce meses. Ese lapso de tiempo permitiría el retiro de armamentos y equipos sensibles, sin los gastos y exposición a períodos más largos de reducción- y da a las autoridades locales y nacionales iraquíes una oportunidad razonable para prepararse para nuestra ausencia.
Cuando las tropas roten al final de sus períodos de servicio, no deberían ser reemplazadas; las tropas que se quedaran atrás serían reposicionadas en regiones periféricas más estables de Iraq y se consolidarán en Bagdad hasta que sólo quede un pequeño número de marines para proteger al personal civil de una reducida embajada estadounidense. Dos brigadas se quedarían por un año en la región kurda.
Estados Unidos continuaría teniendo una fuerte presencia militar regional con un grupo de combate y una fuerza expedicionaria de marines en el Golfo Pérsico, y mediante las bases norteamericanas existentes en los países vecinos.
Bien, decís, la Opción Dos suena como si funcionara razonablemente bien para Estados Unidos, ¿pero funciona para los iraquíes? ¿Los vamos simplemente a abandonar en un mundo de infinitos conflictos? Adiós, gracias por todos esos kebabs y suerte con la visa.
La respuesta correcta (aunque no satisfactoria) es que nadie sabe realmente que pasará cuando Estados Unidos se marche de Iraq. Es interesante ver que una encuesta en marco constató que la mayoría de los iraquíes pensaban que la situación de seguridad mejoraría inmediatamente después de la retirada norteamericana. Pero las cosas podrían empeorar, y todo aquel que diga que tiene una bola de cristal, miente.
Hace tiempo que despilfarramos toda capacidad de garantizar un final feliz para los iraquíes. Pero, como sugieren otros informes recientes del Centro para el Progreso Americano, todavía hay pasos que podemos dar para reducir la posibilidad de que la retirada norteamericana haga las cosas peores para ellos.
Primero, acompañar la reducción de tropas norteamericanas con un fuerte apoyo de una maciza presencia de Naciones Unidas en Iraq, una medida que incluso el jefe de la milicia chií, Muqtada Sáder, ha indicado que acogería.
Entonces, pongámonos serios a la hora de pedir a Irán, Siria y otras potencias regionales que participen en la estabilización de Iraq. Todos tienen mucho que perder si Iraq llegara a fragmentarse completamente.
Luego, reconozcamos que el destino de Iraq -y el persistente crecimiento del extremismo islámico y el antiamericanismo- está asociado con las actuales tensiones árabe-israelí y redupliquemos los esfuerzos para resolver este prolongado conflicto.
Finalmente, acojamos a iraquíes en Estados Unidos. Las cuotas mezquinas y las idiotas restricciones sobre dónde pueden los iraquíes pedir un visado ha significado que sólo unos doscientos iraquíes se han reasentado en Estados Unidos en los últimos diez meses. El reasentamiento de refugiados debe ser más fácil y más rápido.
Sin embargo, ¿no gustáis de ninguna de mis propuestas?
Está bien. Digamos que sigamos apoyando la política de la Casa Blanca. Los iraquíes están huyendo de su país a una tasa de cincuenta mil al mes. Si eso sigue así, en 45 años Iraq se habrá despoblado.
Esa es una manera de solucionar el problema iraquí.

rbrooks@latimescolumnists.com

24 de septiembre de 2007
31 de agosto de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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