la perra multimillonaria
[Manny Fernández] Perra multimillonaria no puede comprar amistades.
Nueva York, Estados Unidos. Le encantan el queso para untar y las largas caminatas en el parque. Como muchos neoyorquinos, está bien alimentada, bien arreglada y bien cuidada (de sus problemas con la tiroides y el riñón). A los ocho, ya había sido la estrella de una campaña publicitaria nacional y el tema de al menos una confusa demanda.
Ha pasado la mayor parte de su vida en mimado lujo, en un apartamento en el ático del Park Lane Hotel, en el lado sur del Central Park. El pianista del hotel escribió una vez una melodía para ella. Un chef de hotel cocinaba para ella, y una criada la atendía, sirviéndole con la mano pollo asado con zanahorias y otras verduras al vapor.
La vida, de hecho, era tan buena que alguna gente tenía que cuidarse de lo que decía. No querían ofenderla -ni a su dueña y amiga íntima Leona Helmsley- llamándola, de ninguna manera, perro.
"Nadie podía decir ‘el perro'", dijo Zamfira Sfara, 48, ex ama de llaves de la señora Helmsley, que Stara dijo que prefería un nombre con más realengo para su adorada mascota: Princesa.
Pero es una perra, la más rica, la más copuchada y la más polémica en una ciudad de perros. Helmsley, la magnate hotelera que murió el mes pasado a los 87, mostró su perdurable amor por su perro, cuyo nombre real es Trouble [Problema], dejándole doce millones de dólares en su testamento. Helmsley no fue tan generosa con su chofer, al que dejó cien mil dólares, ni con sus nietos, que no recibieron nada, dice el testamento de catorce páginas "por razones que ellos conocen".
El legado de doce millones de dólares ha provocado escándalo y fascinación, y ha dado a los escritores de titulares del mundo materiales únicos. "Touble en el paraíso, pero herederos en desgracia", dijo The Australian. El New York Post y el Sun de Inglaterra coincidieron: "Perra rica".
Una amiga de Helmsley recibió hace poco dos llamadas de dueños de perros que estaban interesados en que sus mascotas se aparearan con Trouble. Uno de los que llamaron estaba bromeando; el otro era serio.
Sin su dueña, Trouble se ha convertido en un fácil blanco de los neoyorquinos con sentimientos menos generosos sobre Helmsley, cuya reputación por maltratar a los trabajadores le ganó un sitio en la nobleza del tabloide como la ‘Reina de los Malvados'. La agitación sobre la fortuna del perro ha eclipsado el hecho de que Helmsley en realidad dejó el grueso de sus billones en un fondo benéfico.
Una maltés guapa como torta de hebroso pelo blanco y ojos de botón, Trouble no es fácilmente aceptada en una ciudad de pesados, y sus defensores son pocos. Gran parte de lo que se sabe públicamente sobre ella proviene de la señorita Sfara, que trabajó para Helmsley durante tres meses y la demandó después de que el perro la mordiera.
El paradero de Trouble sigue siendo desconocido. Howard J. Rubenstein, portavoz de Helmsley de toda la vida, se negó a hacer comentarios para este artículo.
El perro era un cachorro cuando entró en la vida de Helmsley. Sfara dijo que Helmsley le había contado que John Codey, amigo y consejero, salió un día a caminar con Helmsley y terminaron en una tienda de mascotas. Trouble se acercó a Helmsley y se gustaron de inmediato. Codey le regaló el perro.
El perro apareció en anuncios para Park Lane, y en uno de ellos lleva unos lazos rosados sobre las orejas y hace pucheros diciendo: "Es triste marcharse de un hotel Helmsley".
Sfara, que dijo que Helmsley le dio a Trouble su nombre, recordó un día cuando Helmsley tenía una cita en el hospital presbiteriano Weill Cornell de Nueva York en Manhattan. A Trouble no la dejaron entrar. "Pero empezó a hacer tal escándalo y a discutirse con la gente", dijo Sfara sobre Helmsley, "que nos dejaron subir con ella". Con Trouble.
Una tarde de 2003, Helmsley fue a Bravo Gianni, un restaurante italiano en la Calle 63 Este, para una cita de almuerzo. Llevó a Trouble con ella, pero le dijeron que el perro tendría que esperar fuera. Ella y su invitado se fueron a almorzar a otro lugar. En febrero del mismo año, el ex gerente general de Park Lane ganó una demanda por discriminación sexual contra Helmsley, después de que un jurado determinara que lo había despedido porque era homosexual. Se quedó para una entrevista con el New York Post a charlar sobre el caso, con Trouble en sus brazos.
"Pero cuando me acerqué a acariciar al chucho", escribió Andrea Peyser, del Post, "Trouble me mostró los dientes y amenazó con arrancarme un dedo".
Trouble, pese a su tamaño, le hacía honor a su nombre.
Sfara dijo que Trouble la mordió docenas de veces durante los tres meses que trabajó para Helmsley en 2004. Una vez, cuando Helmsley volvía de un viaje a su casa en Greenwich, Connecticut, Trouble descansaba en el regazo de Sfara en la limusina. Cuando movió su brazo derecho para sacar un pañuelo, Trouble arremetió contra ella y le mordió la mano, haciéndola sangrar, dijo. Sfara dijo que Trouble también había mordido a los guardaespaldas de Helmsley, a un peluquero canino, a una enfermera y al menos a un cliente del hotel.
"Trouble no dejaba que la gente se acercara a ella', dijo Sfara sobre Helmsley. "Ella decía que era su primer guardaespaldas".
Sfara demandó a su antigua patrona por una de esas mordidas de perro. En 2005, un juez desechó el caso, aceptando el alegato de los abogados de Helmsley de que estaba exenta de responsabilidad bajo la Ley de Compensación Laboral. Sfara dijo que todavía sufre dolores debido a las lesiones que le causaron las mordidas en sus nervios, y lleva un aparato ortopédico en la mano derecha.
Como haría cualquier neoyorquino que se encuentra un montón de plata, Trouble va a necesitar un abogado. El hijo de Sfara, Remus Pop, 27, dijo que él y su madre estaban hablando con un bufete de abogados para que se hicieran cargo de su caso y pelear por la herencia de Trouble. "Ese es el siguiente paso", dijo Pop. "Ese perro tiene dinero. Ese dinero al perro se lo van a quitar".
Aparte del dinero, el testamento de Helmsley tiene otras claves sobre lo mucho que quería a su mascota. Dice que Trouble pasará a cargo de su hermano, Alvin Rosenthal. El testamento estipula además que cuando muera Trouble, "sus restos serán enterrados junto a los míos" en el mausoleo Helmsley en el Cementerio Sleepy Hollow en el condado de Westchester.
Pero quizás a la señora Helmsley no se le cumplan sus deseos. Un portavoz de la Superintendencia de Cementerios del Departamento de Estado dijo que la ley del estado ha sido ampliamente interpretada en el sentido de que se prohíbe enterrar restos de animales en cementerios humanos. El superintendente de Sleepy Hollow dijo que acataría las normas, y toda cuestión sobre la ley debía ser consultada con la División de Cementerios.
Sfara dijo que no pensaba que Trouble pudiera vivir demasiado tiempo sin su ama. "Estaban muy juntas", dijo. Cuando Helmsley salía de su ático en el hotel y se encaminaba hacia el restaurante, Trouble la esperaba pacientemente. "Leona podría salir por tres horas", dijo Sfara. "Pero el perro la esperaba junto a la puerta, echada en el suelo durante esas tres horas, esperándola. De ahí no se movía nunca".
Ha pasado la mayor parte de su vida en mimado lujo, en un apartamento en el ático del Park Lane Hotel, en el lado sur del Central Park. El pianista del hotel escribió una vez una melodía para ella. Un chef de hotel cocinaba para ella, y una criada la atendía, sirviéndole con la mano pollo asado con zanahorias y otras verduras al vapor.
La vida, de hecho, era tan buena que alguna gente tenía que cuidarse de lo que decía. No querían ofenderla -ni a su dueña y amiga íntima Leona Helmsley- llamándola, de ninguna manera, perro.
"Nadie podía decir ‘el perro'", dijo Zamfira Sfara, 48, ex ama de llaves de la señora Helmsley, que Stara dijo que prefería un nombre con más realengo para su adorada mascota: Princesa.
Pero es una perra, la más rica, la más copuchada y la más polémica en una ciudad de perros. Helmsley, la magnate hotelera que murió el mes pasado a los 87, mostró su perdurable amor por su perro, cuyo nombre real es Trouble [Problema], dejándole doce millones de dólares en su testamento. Helmsley no fue tan generosa con su chofer, al que dejó cien mil dólares, ni con sus nietos, que no recibieron nada, dice el testamento de catorce páginas "por razones que ellos conocen".
El legado de doce millones de dólares ha provocado escándalo y fascinación, y ha dado a los escritores de titulares del mundo materiales únicos. "Touble en el paraíso, pero herederos en desgracia", dijo The Australian. El New York Post y el Sun de Inglaterra coincidieron: "Perra rica".
Una amiga de Helmsley recibió hace poco dos llamadas de dueños de perros que estaban interesados en que sus mascotas se aparearan con Trouble. Uno de los que llamaron estaba bromeando; el otro era serio.
Sin su dueña, Trouble se ha convertido en un fácil blanco de los neoyorquinos con sentimientos menos generosos sobre Helmsley, cuya reputación por maltratar a los trabajadores le ganó un sitio en la nobleza del tabloide como la ‘Reina de los Malvados'. La agitación sobre la fortuna del perro ha eclipsado el hecho de que Helmsley en realidad dejó el grueso de sus billones en un fondo benéfico.
Una maltés guapa como torta de hebroso pelo blanco y ojos de botón, Trouble no es fácilmente aceptada en una ciudad de pesados, y sus defensores son pocos. Gran parte de lo que se sabe públicamente sobre ella proviene de la señorita Sfara, que trabajó para Helmsley durante tres meses y la demandó después de que el perro la mordiera.
El paradero de Trouble sigue siendo desconocido. Howard J. Rubenstein, portavoz de Helmsley de toda la vida, se negó a hacer comentarios para este artículo.
El perro era un cachorro cuando entró en la vida de Helmsley. Sfara dijo que Helmsley le había contado que John Codey, amigo y consejero, salió un día a caminar con Helmsley y terminaron en una tienda de mascotas. Trouble se acercó a Helmsley y se gustaron de inmediato. Codey le regaló el perro.
El perro apareció en anuncios para Park Lane, y en uno de ellos lleva unos lazos rosados sobre las orejas y hace pucheros diciendo: "Es triste marcharse de un hotel Helmsley".
Sfara, que dijo que Helmsley le dio a Trouble su nombre, recordó un día cuando Helmsley tenía una cita en el hospital presbiteriano Weill Cornell de Nueva York en Manhattan. A Trouble no la dejaron entrar. "Pero empezó a hacer tal escándalo y a discutirse con la gente", dijo Sfara sobre Helmsley, "que nos dejaron subir con ella". Con Trouble.
Una tarde de 2003, Helmsley fue a Bravo Gianni, un restaurante italiano en la Calle 63 Este, para una cita de almuerzo. Llevó a Trouble con ella, pero le dijeron que el perro tendría que esperar fuera. Ella y su invitado se fueron a almorzar a otro lugar. En febrero del mismo año, el ex gerente general de Park Lane ganó una demanda por discriminación sexual contra Helmsley, después de que un jurado determinara que lo había despedido porque era homosexual. Se quedó para una entrevista con el New York Post a charlar sobre el caso, con Trouble en sus brazos.
"Pero cuando me acerqué a acariciar al chucho", escribió Andrea Peyser, del Post, "Trouble me mostró los dientes y amenazó con arrancarme un dedo".
Trouble, pese a su tamaño, le hacía honor a su nombre.
Sfara dijo que Trouble la mordió docenas de veces durante los tres meses que trabajó para Helmsley en 2004. Una vez, cuando Helmsley volvía de un viaje a su casa en Greenwich, Connecticut, Trouble descansaba en el regazo de Sfara en la limusina. Cuando movió su brazo derecho para sacar un pañuelo, Trouble arremetió contra ella y le mordió la mano, haciéndola sangrar, dijo. Sfara dijo que Trouble también había mordido a los guardaespaldas de Helmsley, a un peluquero canino, a una enfermera y al menos a un cliente del hotel.
"Trouble no dejaba que la gente se acercara a ella', dijo Sfara sobre Helmsley. "Ella decía que era su primer guardaespaldas".
Sfara demandó a su antigua patrona por una de esas mordidas de perro. En 2005, un juez desechó el caso, aceptando el alegato de los abogados de Helmsley de que estaba exenta de responsabilidad bajo la Ley de Compensación Laboral. Sfara dijo que todavía sufre dolores debido a las lesiones que le causaron las mordidas en sus nervios, y lleva un aparato ortopédico en la mano derecha.
Como haría cualquier neoyorquino que se encuentra un montón de plata, Trouble va a necesitar un abogado. El hijo de Sfara, Remus Pop, 27, dijo que él y su madre estaban hablando con un bufete de abogados para que se hicieran cargo de su caso y pelear por la herencia de Trouble. "Ese es el siguiente paso", dijo Pop. "Ese perro tiene dinero. Ese dinero al perro se lo van a quitar".
Aparte del dinero, el testamento de Helmsley tiene otras claves sobre lo mucho que quería a su mascota. Dice que Trouble pasará a cargo de su hermano, Alvin Rosenthal. El testamento estipula además que cuando muera Trouble, "sus restos serán enterrados junto a los míos" en el mausoleo Helmsley en el Cementerio Sleepy Hollow en el condado de Westchester.
Pero quizás a la señora Helmsley no se le cumplan sus deseos. Un portavoz de la Superintendencia de Cementerios del Departamento de Estado dijo que la ley del estado ha sido ampliamente interpretada en el sentido de que se prohíbe enterrar restos de animales en cementerios humanos. El superintendente de Sleepy Hollow dijo que acataría las normas, y toda cuestión sobre la ley debía ser consultada con la División de Cementerios.
Sfara dijo que no pensaba que Trouble pudiera vivir demasiado tiempo sin su ama. "Estaban muy juntas", dijo. Cuando Helmsley salía de su ático en el hotel y se encaminaba hacia el restaurante, Trouble la esperaba pacientemente. "Leona podría salir por tres horas", dijo Sfara. "Pero el perro la esperaba junto a la puerta, echada en el suelo durante esas tres horas, esperándola. De ahí no se movía nunca".
26 de septiembre de 2007
3 de septiembre de 2007
©new york times
©traducción mQh
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