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querían expulsar a los negros


[Ari B. Bloomekatz y Sam Quinones] Según fiscalía, pandilla de latinos intentó erradicar a los negros. Bandas criminales y ciudadanos inocentes pagan el precio en un barrio al sur de Los Angeles.
El martes, la fiscalía federal acusó a miembros de una pandilla callejera latina de ser culpables de una violenta campaña para expulsar a sus rivales afro-americanos de su barrio al sur de Los Angeles, que resultó en al menos veinte homicidios en los últimos tres años.
Terminando una investigación encubierta realizada en ese período, las autoridades acusaron a más de sesenta miembros y asociados de la banda callejera de Florencia 13, de una larga lista de delitos. Los fiscales dicen que la pandilla estaba tratando de dominar el comercio de drogas de la zona, así como extorsionar a las prostitutas, vendedores ambulantes, vendedores de droga y otros.
Gran parte de la violencia ocurrió en el barrio de Florence-Firestone, una comunidad de clase trabajadora de sesenta mil habitantes al norte de Watts que pasó por un acentuado cambio demográfico a partir de los años ochenta. Aunque fue predominantemente negra en el pasado, hoy es el hogar de muchos inmigrantes mexicanos.
Unos funcionarios dijeron que los cabecillas de las pandillas latinas habían tratado de expulsar a las pandillas negras que quedaban, y sus seguidores, del barrio y habían ordenado repetidas veces a sus miembros que atacaran a rivales negros -llegando en algunos casos a dispararles a la vista.
La descripción, en la acusación, de una sostenida y mortífera guerra entre pandillas, entrega evidencias de un tipo de violencia sobre la que se discute a menudo, pero que es rara vez documentada. Las estadísticas de homicidios indican que la enorme mayoría de los homicidios ocurrieron dentro de grupos raciales o étnicos.
Sin embargo, Florence-Firestone parece haber sido una sangrienta excepción. Los asesinatos en el barrio alcanzaron su máximo en 2005, cuando 41 homicidios provocaran una amplia indignación ciudadana. A medida que la violencia aumentaba, el Departamento del Sheriff del condado de Los Angeles envió a la zona más de sesenta agentes adicionales y realizó varios arrestos masivos destinados a reducir la violencia racial. El despacho del procurador de distrito dedicó un fiscal especial para ocuparse durante dos años de los homicidios en Florence-Firestone.
El año pasado los homicidios descendieron a diecinueve.
Otro elemento de esta campaña policial reforzada, fue la investigación encubierta. El martes los funcionaros dijeron que habían comprobado que ochenta asesinatos desde principios de 2005 eran el resultado de la violencia de las pandillas.
En algunos casos atacaron afro-americanos sin lazos con las pandillas, dijeron los fiscales. "En sus intentos de intimidar a los afro-americanos de la comunidad, atacaron a civiles inocentes", dijo el fiscal de distrito Thomas P. O'Brien.
En un caso, una pareja afro-americana fue robada a punta de pistola por miembros de una pandilla que estaba tratando de enviar un mensaje, dicen los fiscales. En otro, un hombre que esperaba en una parada de autobuses en Florence Avenue para ir a su trabajo, quedó gravemente herido tras ser disparado desde un coche en movimiento de miembros de Florencia que, aparentemente, lo confundieron con un miembro de una pandilla rival, de acuerdo a la acusación.
La pandilla atacaba a "individuos afro-americanos" y sus jefes se aseguraban de que "todas las pandillas de F13 atacaran miembros de pandillas afro-americanas rivales", dice la acusación.
Florence-Firestone es una serie de fábricas, casas de estuco y tiendas pequeñas, que ha vivido dramáticos cambios demográficos cada quince a veinte años desde que se fundara a principios de los años treinta.
Sureños blancos pobres, negros de clase media y sureños negros pobres han entrado a California Sur todos haciendo breves paradas en Florence-Firestone.
A fines de los años ochenta, el barrio lo componían un ochenta por ciento de afro-americanos. Pero la mayoría de los vecinos negros se han mudado. Hoy, el área está ocupada en un ochenta por ciento por latinos, la mayoría de ellos inmigrantes mexicanos.
"Hemos tenido mucha influencia en los últimos cinco años", dijo Pastor Chris LeGrande, de la Great Hope Fellowship of Faith en Compton Avenue, una de las iglesias negras más grande de Florence-Firestone.
Afro-americanos y latinos están a menudo separados por la lengua y la cultura, y compiten frecuentemente por los mismos trabajos. En la zona hay dos parques: el Parque Washington, que usan los negros; y los latinos, al norte, el Parque Roosevelt.
"Creo que nosotros, los asuntos, tenemos muchos problemas para simpatizar con gente de otras razas", dijo Gloria Medina, coordinadora de español en la Cámara de Comercio de Florence-Firestone. "No se trata solamente de los niños; es lo que hemos enseñado a los niños... Nosotros nos respetamos unos a otros, pero no hay muchos contactos".
El sheriff Lee Baca dijo el martes que la violencia en Florencia era notable porque la violencia de pandillas en los Angeles en general había estado bajando en los últimos años. En Los Angeles, los homicidios en lo que va de año están descendiendo a niveles que no se veían desde principio de los años setenta.
Este año las autoridades prometieron prestar más atención a los crímenes entre pandillas motivados racialmente. El conflicto empezó después de que, el año pasado, se matara a balazos a una niña negra de catorce años, presuntamente por miembros de una pandilla latina en el Harbor Gateway de Los Angeles.
El año pasado, varios miembros de pandillas latinas de Avenues fueron condenados en tribunales federales por una serie de agresiones y, a principios de los noventa, asesinatos de afro-americanos en Highland Park.
Los investigadores que estudian el homicidio, sin embargo, dicen que esos asesinatos son poco habituales. Un estudio reciente de investigadores de la Universidad de California en Irvine, utilizaron datos de las cuatro prefecturas del Buró Sur del Departamento de Policía de Los Angeles sobre homicidios cometidos entre 2000 y 2006 y descubrieron que era más probable que los delincuentes negros mataran a otra persona negra que a un latino, y era dos veces más probable que un latino matara a otro latino.
En análisis de datos policiales antes este año constató que la enorme mayoría de los delitos violentos en Los Angeles implicaba a agresores y víctimas de la misma raza. El año pasado hubo 2.700 incidentes de negros contra negros, y de latinos contra latinos, en comparación con los algo más de quinientos ataques interraciales.
Las acusaciones leídas el martes imputan a 61 pandilleros y asociados de Florencia una serie de delitos, incluyendo violaciones a la ley de armas, venta de drogas y conspiración para matar. Más de una docena de acusados están bajo custodia por otros cargos y once de ellos todavía están fugitivos. Muchos de los cargos dan a los fiscales la posibilidad de presentar cargos por crímenes de odio una vez que el caso llegue a la corte, lo que permitiría pedir penas más severas.
Pese a las tensiones entre las pandillas, muchos en Florence-Firestone dicen que los vecinos de diferentes razas se llevan por lo general bien y ven a los delincuentes como un enemigo común.
Pero LuGrande, el pastor, dijo que algunos vecinos temían que los matones extendieran su guerra hacia otras bandas.
"Antes los padres podrían decir: ‘Aléjense de las bandas y todo estará bien'", dijo. "Ahora no necesitas estar en una banda".

ari.bloomekatz@latimes.com
sam.quinones@latimes.com
18 de octubre de 2007
©los angeles times
©traducción mQh
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