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armas de las guerras de méxico


[Manuel Roig-Franzia] Contrabandistas introducen a México más armas en un día, que las que adquiere la policía en un año.
Tijuana, México. Los asesinos acribillaron a Ricardo Rosas Alvarado, miembro de una fuerza de elite de la policía del estado, con una lluvia de balas disparadas con rifles de asalto AK-47.
Alvarado se derrumbó sobre el volante de su sedán, otra víctima más de las armas conocidas aquí como ‘cuerno de chivo' debido a su cargador curvo, y que puede disparar hasta seiscientos balas por minuto. El asesinato, dijeron las autoridades mexicanas, fue un espectáculo de sangre, cristales rotos y metales torcidos que exhibió brutalmente el poder de fuego de los carteles de la droga mexicanos. Pero eso sólo era el precalentamiento.
Dos horas después, un pequeño ejército de asesinos a sueldo del cartel atacaron una oficina de la policía federal y una barraca en esta ajetreada ciudad en uno de los cruces fronterizos más animados del mundo. En esta lluvia de más de mil doscientas balas, dijeron las autoridades, no murió ninguno de los agentes enviados hace poco aquí para aplastar a las bandas de narcotraficantes que aterrorizan a la ciudad. Pero veteranos de la policía entendieron el mensaje entregado a los recién llegados: "Bienvenidos a Tijuana. Nuestras armas son más grandes que las de ustedes".
Las potentes armas utilizadas en ambos incidentes la noche del 24 de septiembre de 2007 provenían sin ninguna duda de Estados Unidos, dice la policía, que estima que todos los asesinatos relacionados con drogas son cometidos con armas norteamericanas.
Las armas entran a México por el ‘sendero de las hormigas', el apodo del firme flujo de personas que, cada una cada día, cargan dos o tres armas al otro lado de la frontera. Las ‘hormigas' -junto con operaciones de contrabando mayores- están alimentando una carrera armamentista en rápida expansión entre los carteles de la droga mexicanos.
Las armas norteamericanas -a México entran unas dos mil al día, de acuerdo a un estudio oficial de México- son cruciales en una guerra asombrosamente bárbara entre los carteles mexicanos que se ha cobrado la vida de cuatro mil personas en los últimos dieciocho meses y puso en modo de crisis a las agencias policiales de Washington y Ciudad de México.
Estos narcotraficantes, con su firme abastecimiento de armas norteamericanas, son el blanco del propuesto paquete de ayuda norteamericana del presidente Bush por quinientos millones de dólares, para ayudar a México a combatir los carteles. Funcionarios del Buró de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego, ATF, espera que parte del dinero sea utilizado para dar a los jefes de policía mexicanos mayor acceso a bases de datos estadounidenses para trazar armas. Actualmente, las búsquedas sólo se pueden efectuar en las sedes de la policía federal en Ciudad de México. Muchos jefes de policía ni siquiera se molestan en solicitarlos debido a los inevitables retrasos burocráticos.
Funcionarios de aduanas corruptos ayuda a introducir ilegalmente armas a México, ganando hasta un millón de dólares con los grandes embarques, dice la policía de aquí. Las armas son a menudo compradas legalmente en ferias de armas en Arizona y otros estados fronterizos donde resquicios legales permiten que los delincuentes se puedan armar sin que se corroboren sus antecedentes.
Los traficantes de armas han inundado México con AK-47, pistolas, artefactos con vista telescópica, granadas, lanzagranadas y municiones de alto calibre, como las llamadas balas-mata-policías que se cree pueden penetrar chalecos antibalas.
"Estamos viendo el mismo poder de fuego aquí en la frontera que el de nuestros soldados en Iraq yAfganistán", dijo Thomas Mangan, portavoz en Phoenix del ATF, en una entrevista.

En México se vienen contrabandeando armas durante décadas. Por ejemplo, la 38 Special usada en 1994 para asesinar al candidato presidencial Luis Donaldo Colosio aquí en Tijuana fue trazada a una venta de armas en Arizona. México es un rico mercado para contrabandistas debido a que prohíbe las armas automáticas de gran calibre -ni siquiera las puede usar la policía- y tiene estrictas leyes de control de armas que hacen extremadamente difícil que la gente de a pie pueda adquirir armas de puño.
Pero funcionarios policiales de los dos lados de la frontera no han visto nunca nada parecido al torrente de armas que está inundando México. El incremento ha sido provocado por la guerra de los carteles y por la facilidad con que se pueden comprar armas de asalto norteamericanas desde que no se renovara en 2004 la prohibición de las armas de asalto, dijo William Newell, agente especial a cargo del ATF de Phoenix, en una entrevista.
Arizona y Texas se han convertido en un ‘paraíso de traficantes de armas', de acuerdo a Garen Wintemute, profesor en la Universidad de California en Davis que publicó un estudio sobre la compra de armas en el sudoeste. Los vendedores autorizados deben realizar chequeos de antecedentes. Pero vendedores no autorizados pueden vender ‘colecciones personales' en ferias de armas los fines de semana, sin realizar esos chequeos.
Las leyes sobre las colecciones personales se establecieron para permitir que gente como las viudas de coleccionistas ávidos puedan venderlas sin tener que pasar por el intrincado procedimiento de autorización. Pero vendedores y compradores inescrupulosos se han aprovechado del sistema, dijo Newell, iniciando colecciones personales falsas y haciendo ventas rápidas que son difíciles de trazar.
"Puede tomar menos de un minuto", dice Wintemute, que ha observado a vendedores ilegales haciendo de hombres anuncio en ferias de armas y guardando las armas a la venta en cochecitos.
Las autoridades han perseguido a contrabandistas que compraron decenas de armas en varias ferias en un solo fin de semana. Las armas son a menudo compradas por intermediarios, o compradores falsos, que a veces reciben instrucciones por celular en el lugar mismo, de narcotraficantes mexicanos. Los intermediarios viven a menudo en Estados Unidos, legal o ilegalmente.
Un contrabandista, u hormiga -a menudo la misma persona que compra las armas- las mete en maleteros de coches o en pisos del coche falsos. Entre las nuevas armas de moda entre los traficantes de drogas mexicanos están las llamadas variantes de los rifles de asalto AK-47 y AR-15, que son más cortos que los modelos normales y pueden incluso ocultarse en pantalones bombachos, dijo Newell.
Como en el comercio de drogas, a menudo reclutan a jóvenes mujeres como contrabandistas de armas, dijo Newell, porque es menos probable que los inspectores las aparten para ser revisadas. Los contrabandistas trabajan a menudo en equipo, dijo, distrayendo a los guardias fronterizos colocando a un hombre "con aire de venir saliendo de la cárcel" junto a una joven que lleva un bebé en sus brazos y armas ocultas.
"Se ve bonita y se viste bien", dijo Newell. "Mientras revisan al tipo, la chica pasa inadvertida".
Pero algunos contrabandistas no necesitan preocuparse de tácticas de diversión.
Jorge González Betancourt, presidente del comité de defensa nacional de la cámara baja del Congreso mexicano, reconoció en una entrevista que la "corrupción en el sistema aduanero" permite la entrada a México de armas y drogas. La agencia de aduanas está siendo crecientemente cuestionada, especialmente desde la detención del director de inspecciones en el puerto de Altamira, al norte de Tampico, acusado de dejar entrar al país doce toneladas de cocaína.
En agosto, las autoridades mexicanas en Nogales, al otro lado de la frontera de Arizona, requisaron 163 armas en una de las redadas más grandes en la reciente historia de México.
Funcionarios aduaneros mexicanos dicen que sólo pueden revisar una pequeña fracción de los 65 mil vehículos y 35 peatones que cruzan la frontera cada día en Tijuana, una ciudad donde innumerables californianos han acudido durante generaciones a beber y parrandear.
Montones de armas cruzan la frontera, y muchas terminan en las manos de los poderosos carteles de Tijuana. Pero otras armas se dirigen hacia el sur, creando lo que Víctor Manuel Zataraín Cedano, el jefe de policía de Tijuana, llamó el efecto "trampolín" de la ciudad.
Cifras de incautaciones de armas del gobierno mexicano muestran un dramático cambio en el destino final de las armas ilegales. Centrado antes en gran parte de los estados fronterizos, el mercado de armas se está concentrando en Michoacán, el estado del presidente mexicano Felipe Calderón y preferido por los turistas que acuden aquí en tropel para presenciar la migración anual de millones de mariposas monarcas. En los primeros diez meses de 2007, se incautaron en Michoacán mas de mil doscientas armas, cuatro veces más que las requisadas en estados fronterizos como Baja California y Chihuahua.
Los contrabandistas están dispuestos a correr riesgos por la promesa de rentas más altas. Un AK-47 que se vende por 200 a 800 dólares en una feria de armas en Arizona, se vende en México por cuatro veces más, de acuerdo a Newell, el agente especial de ATF en Phoenix.
No todas las armas van a manos de los traficantes de armas. Es común que los emigrantes compren una o dos pistolas en Estados Unidos para venderlas cuando vuelven a sus pueblos, dijo Víctor Clark, activista de derechos humanos en Tijuana. Algunos de los aldeanos quieren comprar armas para protegerse a sí mismos de narcotraficantes abusadores que controlan partes del campo de México, aunque otros tienen cuentas que saldar.
"Hay partes en el estado de Oaxaca donde se están peleando siempre por los derechos a la tierra", dijo Clark. "En esos pueblos todo el mundo tiene armas".
Frente a la oficina de Zataraín Cedano, el jefe de policía de Tijuana, hay siempre un hombre de guardia con un rifle AR-15. Dentro, Zataraín Cedano lleva una pistola atada sobre su hombro y está rodeado de hombres armados.
Desde que asumiera la dirección de una de las fuerzas policiales más grandes de México hace veinte meses, Zataraín Cedano ha enterrado a dieciocho agentes, incluyendo a tres jefes de distrito. Su segundo murió en septiembre pasado, cuando sus asesinos lo acribillaron con ametralladoras en una calle de la ciudad; sólo llevaba una pistola.
Zataraín Cedano, que equipa a la mayoría de sus empleados con armas de puño, acaba de recibir 150 rifles AR-15 para repartir entre tres mil agentes. En un período de dos horas, los traficantes de armas introducen a México más que eso.
"Tenemos que encontrar un mejor filtro", dijo, cansado. "Estamos perdiendo".

3 de noviembre de 2007
29 de octubre de 2007
©washington post
©traducción mQh
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