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castigan a víctima de violación


[Jeffrey Fleishman] Sentencia provoca indignación. La condena a doscientos latigazos a una sobreviviente de una violación colectiva provoca inusual estallido de indignación en la prensa nacional.
Riad, Arabia Saudí. Una reciente resolución de un tribunal condenando a una víctima de una violación colectiva a doscientos latigazos por conducta a-islámica ha indignado a un país acostumbrado a severos castigos y ha llamado la atención sobre el lento ritmo de las reformas oficiales desde que el Rey Abdullah asumiera el poder hace dos años.
Jueces orientados por su interpretación del Corán insinuaron que la víctima, casada, conocida aquí en la prensa como la Chica de Qatif, era inmoral debido a que se estaba reuniendo con un hombre a solas cuando la pareja fue acosada por siete atacantes armados de cuchillos. En noviembre fue sentenciada a seis meses de cárcel, además de los latigazos; sus atacantes recibieron cinco años de cárcel.
Los saudíes están acostumbrados a las decapitaciones públicas de asesinos y a las amputaciones de las manos de los rateros, pero la terrible experiencia de la Chica de Qatif avergonzó al país en momentos en que Riad se encuentra en medio de negociaciones con importantes consorcios internacionales y está emergiendo como un potencial intermediario en las conversaciones de paz para Oriente Medio. El gobierno dijo que revisará el caso -un indicio de que el rey podría revocar la resolución de los fundamentalistas islámicos.
El Rey Abdullah es considerado ampliamente como un modernizador de una familia real que oscila entre los que favorecen los cambios y otros que insisten en mantener la estricta interpretación wahhabi del islam. La televisión por cable e internet han creado medios de comunicación más abiertos y el rey ha apoyado las elecciones locales, aunque se trate solamente de una democracia simbólica. Pero liberales y activistas de derechos humanos se quejan de que los ultra-conservadores controlan los tribunales, el ministerio del Interior y otras dependencias gubernamentales.
"No esperéis grandes cambios y éxitos repentinos, pero la reforma ha empezado", dijo Mishary A. Alnuaim, vicedecano de derecho y ciencias políticas en la Universidad del Rey Saúd. "La modernización de la religión marcha lentamente. Todavía hay interpretaciones intolerantes".
"Gran parte de esto gira sobre la invasión real o imaginaria de la cultura occidental... Los conservadores religiosos defienden la idea de que el mundo musulmán todavía es víctima de la influencia y el poder político occidentales".

Reforma Retórica
Los conservadores se han sentido envalentonados por las crecientes demandas globales de energía y los altos precios del petróleo que han enriquecido al reino. La dependencia del petróleo ha mitigado las críticas de Washington y otras capitales occidentales sobre la falta de derechos para las mujeres y el aplastante poder del estado saudí. Algunos analistas dicen que el rey, aunque más progresista que gran parte de sus súbditos, teme que unas reformas apresuradas puedan provocar la indignación popular y una posible revuelta religiosa similar a la que terminó con el derrocamiento del shah de Irán en 1979.
"Hay un montón de cambios dinámicos en Arabia Saudí. Hay una alta tasa de desempleo, inversiones perdidas y una clase media preocupada", dice Martrouk Faleh, docente universitario que ha sido encarcelado por sus activistas en favor de las reformas. "Al mismo tiempo, la elite del país no siente presiones externas en pro de las reformas debido a los intereses comerciales, petroleros y estratégicos de Estados Unidos y Gran Bretaña".
Mohammed Fahad Qahtani, anfitrión de un programa de televisión y profesor en el Instituto de Estudios Diplomáticos, la califica de "reforma retórica".
"Una parte de la casa real quiere seriamente introducir cambios, pero la otra parte no", dijo. "Para cuando las elecciones municipales de 2005, las llamadas autoridades electas de estos consejos no conocían sus atribuciones, y cuando preguntaron al gobierno, les dijeron: ‘No les concierne'".
Sin embargo, han habido algunas señales alentadoras. El cuerpo consultivo cuasi-legislativo del rey, conocido como el Consejo de la Shura, ha ganado influencia en los últimos años. El monarca hizo suya la sugerencia del consejo de rechazar un aumento del veinte por ciento de la paga de los policías religiosos del país, conocidos como mutaween, que patrullan los centros comerciales amonestando y arrestando a mujeres que consideran impropiamente vestidas. La decisión indicó que el rey estaba conteniendo un cuerpo religioso sobre el que se han quejado muchos saudíes de que es cada vez más represivo.
Los diálogos nacionales han abierto los debates sobre las reformas e invitado a una contribución limitada de críticas. En 2005, las elecciones municipales en Riad, Meca y Jidda dieron esperanzas de que la democracia podía coexistir con la monarquía. Los funcionarios elegidos tienen ahora alguna autoridad en la supervisión del desarrollo de sus ciudades, pero en general su poder es limitado por la familia real y la corrupción que hay detrás de muchos negocios y contratos de construcción.
"Queremos saber quién les dio permiso para construir esos centros comerciales. ¿Cuánto pagaron por ellos? Así es como se debe parar la corrupción", dijo Ibrahim Hamad Quayid, concejal elegido de Riad cuya ventana del despacho da a centros comerciales y rascacielos de cristal. "El rey es bueno, los príncipes herederos son simpáticos... Pero los burócratas pueden corromper todo, incluso la compra de extintores de incendio en los edificios".

Riesgos de la Disidencia
Retar la autoridad del gobierno, especialmente la judicatura y el ministerio del Interior, todavía puede implicar problemas. En noviembre, Abdullah Hamid, un importante partidario de las reformas y activista de derechos humanos, fue sentenciado a cuatro meses de prisión por cargos de obstrucción a la justicia y por incitar una protesta pública contra el tratamiento de presuntos terroristas detenidos en cárceles saudíes durante dos años sin formulación de cargos ni juicio. Issa, su hermano, fue sentenciado a seis meses de cárceles por acusaciones similares.
"El veredicto contra los hermanos Hamid muestra que la cháchara del gobierno saudí sobre derechos humanos es solamente eso: cháchara", dijo Sarah Leah Whitson, directora para Oriente Medio de Human Rights Watch.
Abdullah Hamid, que representaba a las esposas de acusados de terrorismo, fue arrestado en julio después de exigir que la policía de seguridad presentara una orden judicial antes de entrar a la casa de una de las mujeres, que era también familiar suya. Ha recurrido su sentencia. En 2005, Abdullah Hamid, Faleh y otros activistas fueron perdonados por el Rey Abdullah después de cumplir dieciséis meses de sentencias que van desde los seis y nueve años de prisión por criticar al gobierno y llamar a la realización de elecciones parlamentarias.
"La represión de los partidarios de las reformas no deja lugar para una sociedad civil pacífica", dijo Faleh, que representa a Hamud. "No se nos permite cuestionar al gobierno, ni siquiera pacíficamente".
La reforma de la judicatura es uno de los retos políticamente más sensibles que debe enfrentar el rey. Los saudíes tienen sistemas jurídicos paralelos -uno de regulaciones civiles y otro sistema más prominente basado en la estricta observancia del Corán. Los casos criminales, incluyendo la violación de la Chica de Qatif, son presididos por jueces religiosos conservadores que sostienen que los textos sagrados no pueden ser limitados por leyes hechas por los hombres.
Pese a la discusión sobre la fusión de los dos sistemas, los jueces religiosos ejercen un enorme poder; representan una forma del islam que ha mantenido en el poder a la familia real durante generaciones. También son considerados por muchos saudíes como el único contrapeso de la monarquía.
Sin embargo, sus decisiones son a menudo rechazadas por grupos internacionales de derechos humanos y por activistas saudíes por negar los derechos de las mujeres, a las que se les prohíbe conducir y votar, y sufren restricciones en cuanto al empleo, el vestuario y su lugar en la familia.
En noviembre, un tribunal resolvió que la chica de Qatif violó las leyes islámicas por estar en compañía de un hombre que no era su marido. Fue sentenciada a noventa latigazos. Cuando recurrió y buscó publicidad para su caso, los jueces, indignados, suspendieron el permiso de su abogado y elevaron su sentencia a seis meses de prisión y doscientos latigazos.
Sultan Qahtani, un conocido escritor saudí, publicó un ensayo en internet sugiriendo que la familia real estaba preparándose para actuar contra la judicatura: "La controversia sobre la sentencia de la Chica de Qatif podría redundar en un fuerte apoyo al gobierno, que se inclina por las reformas, para que enfrente a otros elementos que insisten en que el reino mantenga su forma extrema de religiosidad".
Otros escritores y comentaristas saudíes, en un raro estallido de severas críticas, dijeron que la sentencia, que debe ser revisada por el gobierno, ha avergonzado al país.
"Esta es una historia que es más reminiscente de los crueles castigos impuestos a las mujeres en la época medieval. Y, sin embargo, es un caso que llega a primera plana en pleno siglo 21", escribió Lubna Hussain en un artículo en Arab News, de Arabia Saudí. "Los jueces escudriñaron su bola de cristal y vieron que ella ‘tenía la intención de hacer algo malo' y esto, por eso, era una muy buena razón para que la violaran colectivamente. La culpa es siempre de la mujer, obviamente".

jeffrey.fleishman@latimes.com

21 de diciembre de 2007
16 de diciembre de 2007
©los angeles times
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[El Rey Abdullah indultaría a la Chica de Qatif al día siguiente].

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