quién invitó al perro
[Joyce Wadler y Abby Aguirre] Llevar a tu mascota a la fiesta a la que te invitaron. ¿No se te ocurre nada mejor?
Era una noche oscura y tormentosa -en realidad, cuatro noches tormentosas- cuando Jayme Otto, 31, y su marido, Ryan Otto, 33, recorrieron los 1931 kilómetros que los separaban de su casa en Boulder, Colorado, de la casa de sus padres en Cleveland, para pasar la Navidad con ellos.
"Hicimos ese para llevar a Cody Bear, nuestro Labrador amarillo, a casa para que pasara un tiempo con sus abuelos", dijo la señora Otto. Con "abuelos' se refiere a sus padres.
Además de querer que Cody Bear "participara en su actividad anual favorita, que consiste en desempacar los regalos y destruir las cajas", como dice Otto, querían que el perro conociera a la novia de su hermano.
Pero la noche de Navidad fue espantosa: la novia era alérgica a los perros y le dio un ataque de urticaria.
"El perro fue encerrado en el cuarto de invitados y no pudimos compartir con Cody Bear la mañana de Navidad", dijo la señora Otto, amargamente. "En la familia, la discusión sobre el perro entre mi hermano y yo resultó en que mi madre dejó de hablarme durante dos meses, y mi hermano, cuatro". Esta Navidad será la primera en que los Otto no vuelvan a casa.
¿Dónde, se pregunta uno en ocasiones como estas, dónde están esas elegantes tarjetas repujadas que la gente realmente necesita, con frases como: "No puedo creer que me haya comportado de manera tan insensible"? ¿O mejor aun: "No puedo creer que hayas sido tan insensible"?
También podría incluir un dibujo de una mundana y cosmopolita mascota. Algo que un animal pueda entender, incluso si otros son incapaces de hacerlo, de que es un miembro más de la familia. Y por supuesto una nota manuscrita, desconcertante, pero firme.
"Rex realmente lamenta haber enviado a Granny a la sala de urgencias con una máscara de oxígeno, pero nadie me dijo que ella era alérgica. Pero la hemos perdonado, así que nos veremos para Año Nuevo. Brincos y Besos Pegajosos y Babosos -R."
Los invitados difíciles no son solamente humanos. Los límites entre humanos y animales han sido tan corroídos por los psicólogos de mascotas, diseñadores de ropa para mascotas y ceremonias de iniciación de mascotas, que ha llegado a un punto en que los dueños de mascotas dedicados, que tratan a sus animales como niños privilegiados, pierden toda perspectiva del papel de las mascotas en sus vidas sociales.
Las familias norteamericanas tienen más mascotas que nunca -68.7 millones en 2006, de acuerdo a un nuevo sondeo de la Asociación Médico Veterinaria de Estados Unidos, en comparación con el 12.4 por ciento de 2001.
Entre los dueños de perros, el 53.5 por ciento considera que sus mascotas son miembros de la familia, según el sondeo. Entre los dueños de gatos, ese porcentaje es de 49.2 por ciento.
Y el término ‘miembro de la familia' no debería emplearse con ligereza. Ari Henri Barnes, que trabaja en un bufete de abogados de Nueva York, ama tanto a su gato, Romeo, que le limpia el trasero cada vez que hace "suelta un pedo hediondo".
Cuando el gato se convirtió en un invitado en casa de buenos amigos, Barnes encontró la situación estresante, porque pese a sus deseos, al gato le dejaban salir. "Creo que los que estén a cargo de la mascota o del niño de alguien, deberían tomar en cuenta los deseos de los padres".
Muchos miembros de la familia de cuatro patas son viajeros habituales.
Derek Welsh, presidente de www.bringyourpet.com, un hotel que acepta a mascotas y directorio de albergues, calcula que llegan a los diez millones al año.
Welsh también dijo que en una encuesta de Bring Your Pet entre cien mil dueños de mascotas voluntarios, el 38.5 por ciento dijeron que tenían dificultades a la hora de encontrar alojamiento.
Eso significa que existe una gran posibilidad de que vuelvan al lugar. Y por eso, para los dueños de animales y aquellos al otro lado de la ecuación hostelera, una guía.
LA OMISIÓN DE LAS PALABRAS ‘MÁS UN PERRO' EN LA INVITACIÓN NO FUE UN ERROR DE IMPRENTA
"Hicimos ese para llevar a Cody Bear, nuestro Labrador amarillo, a casa para que pasara un tiempo con sus abuelos", dijo la señora Otto. Con "abuelos' se refiere a sus padres.
Además de querer que Cody Bear "participara en su actividad anual favorita, que consiste en desempacar los regalos y destruir las cajas", como dice Otto, querían que el perro conociera a la novia de su hermano.
Pero la noche de Navidad fue espantosa: la novia era alérgica a los perros y le dio un ataque de urticaria.
"El perro fue encerrado en el cuarto de invitados y no pudimos compartir con Cody Bear la mañana de Navidad", dijo la señora Otto, amargamente. "En la familia, la discusión sobre el perro entre mi hermano y yo resultó en que mi madre dejó de hablarme durante dos meses, y mi hermano, cuatro". Esta Navidad será la primera en que los Otto no vuelvan a casa.
¿Dónde, se pregunta uno en ocasiones como estas, dónde están esas elegantes tarjetas repujadas que la gente realmente necesita, con frases como: "No puedo creer que me haya comportado de manera tan insensible"? ¿O mejor aun: "No puedo creer que hayas sido tan insensible"?
También podría incluir un dibujo de una mundana y cosmopolita mascota. Algo que un animal pueda entender, incluso si otros son incapaces de hacerlo, de que es un miembro más de la familia. Y por supuesto una nota manuscrita, desconcertante, pero firme.
"Rex realmente lamenta haber enviado a Granny a la sala de urgencias con una máscara de oxígeno, pero nadie me dijo que ella era alérgica. Pero la hemos perdonado, así que nos veremos para Año Nuevo. Brincos y Besos Pegajosos y Babosos -R."
Los invitados difíciles no son solamente humanos. Los límites entre humanos y animales han sido tan corroídos por los psicólogos de mascotas, diseñadores de ropa para mascotas y ceremonias de iniciación de mascotas, que ha llegado a un punto en que los dueños de mascotas dedicados, que tratan a sus animales como niños privilegiados, pierden toda perspectiva del papel de las mascotas en sus vidas sociales.
Las familias norteamericanas tienen más mascotas que nunca -68.7 millones en 2006, de acuerdo a un nuevo sondeo de la Asociación Médico Veterinaria de Estados Unidos, en comparación con el 12.4 por ciento de 2001.
Entre los dueños de perros, el 53.5 por ciento considera que sus mascotas son miembros de la familia, según el sondeo. Entre los dueños de gatos, ese porcentaje es de 49.2 por ciento.
Y el término ‘miembro de la familia' no debería emplearse con ligereza. Ari Henri Barnes, que trabaja en un bufete de abogados de Nueva York, ama tanto a su gato, Romeo, que le limpia el trasero cada vez que hace "suelta un pedo hediondo".
Cuando el gato se convirtió en un invitado en casa de buenos amigos, Barnes encontró la situación estresante, porque pese a sus deseos, al gato le dejaban salir. "Creo que los que estén a cargo de la mascota o del niño de alguien, deberían tomar en cuenta los deseos de los padres".
Muchos miembros de la familia de cuatro patas son viajeros habituales.
Derek Welsh, presidente de www.bringyourpet.com, un hotel que acepta a mascotas y directorio de albergues, calcula que llegan a los diez millones al año.
Welsh también dijo que en una encuesta de Bring Your Pet entre cien mil dueños de mascotas voluntarios, el 38.5 por ciento dijeron que tenían dificultades a la hora de encontrar alojamiento.
Eso significa que existe una gran posibilidad de que vuelvan al lugar. Y por eso, para los dueños de animales y aquellos al otro lado de la ecuación hostelera, una guía.
LA OMISIÓN DE LAS PALABRAS ‘MÁS UN PERRO' EN LA INVITACIÓN NO FUE UN ERROR DE IMPRENTA
Una legión de expertos entrevistados sobre los dos animales, concordaron en que llevar inesperadamente a un animal a una fiesta es una falta de cortesía. "Nunca debes soltar un perrito u otros huéspedes no invitados entre los invitados", dijo Claudia Kawczynska, jefe de redacción de la revista Bark. "Si te dan luz verde, trae contigo un montón de exquisiteces para tu perro y el invitado humano".
¿Qué pasa si el dueño no se atreve a dejar al perro en casa?
"Muchos dueños de mascotas exhiben un vínculo extremo", dice Victoria Stilwell, la presentadora británica de ‘It's Me or the Dog', un programa de la red Animal Planet. Pero eso no es justo con el perro, dice, porque puede sufrir una intensa ansiedad de separación cuando se lo deja solo. También, indicó, "si dejas que mascota tenga contigo una conexión extrema, debes entender que eso limita tus relaciones humanas".
EL PRIMER PASO ES ADMITIR QUE TIENES UN PROBLEMA
Se llama Elisabeth Montoya. Es una abogado de treinta años, vive en Bozeman, Montan, con su marido Johnny, arquitecto, su hijo de dos años y medio, Jack, y su cobrador dorado, Diego del Mar de la Joya Montoya.
Antes del nacimiento de su hijo, admite la señora Montoya, era "realmente pesada" con el perro. "Casi esperábamos que le cedieran un lugar en la mesa". Incluso hoy sigue siendo fanáticamente pro-perro.
"La primera vez que llevamos a Diego a casa de mi madre fue un desastre", dijo Montoya. "Se fue directamente al salón de alfombra blanca y procedió a levantar el rabo".
El perro se arrastró quizás unos dos a tres metros. "Dejó una clara mancha marrón. Horroroso".
Ahora Diego es todavía peor, dijo Montoya. El otro día se escapó corriendo y mordió a un transeúnte.
"Lo consentí demasiado", dijo. "Es por eso que es así".
"Antes lo llevábamos a casa de otras personas", dijo. "Pero ahora no lo hacemos. Es el perro telonero del peor perro del mundo".
ESTAR DISPUESTO A RECTIFICAR ES UN GESTO BONITO, PERO NO NECESARIAMENTE UNA SOLUCIÓN
Montoya está más cerca en la ruta de la recuperación que la pareja que se asistió a una cena para los invitados a una boda que venían de fuera de la ciudad con sus mascotas.
No fue demasiado lejos de Aspen, Colorado, en una casa tan bonita que aparece frecuentemente en revistas de decoración interior. El nombre de la mascota -un invitado incontrolable- era Dude.
"Fue increíble que buenos amigos míos y buenos amigos de los padres de la novia consideraran venir con sus perros", dijo la anfitriona, fotógrafo y paisajista aficionada llamada Sally que, quizás debido al trauma, no quiere que se mencione su apellido.
"Lo primero que hizo Dude was zambullirse en el estaque en el jardín", dijo Sally. "Se sacude el agua en el césped y enseguida se mete dentro y salta encima de los sillones blancos, dejando tras de si una estela de espuma del estanque. Luego corre fuera, se encarama en una de las sillas, sube a la mesa y se engulle los tentempiés y los filetes".
Una semana más tarde, Sally recibió una nota con disculpas, sugiriéndole que olvidara lo pasado, firmado por una pata de perro. Sally no respondió, lo que, dijo, molestó al dueño de Dude.
Esto ocurrió hace cinco años, y no se han hablado desde entonces.
Los dueños se negaron a discutir el asunto con las periodistas, pero enviaron un comentario a través de la novia: "Dude lo niega todo categóricamente".
NUNCA DES NADA POR SENTADO
También pueden ocurrir problemas cuando los invitados asumen que si sus invitados tienen perros, ellos también pueden llevar los suyos. Este fue el caso de Donna Engelson, 65, ex diseñadora de ropa, y de su marido Mel Engelson, fabricante de artículos de ferretería, que compartieron durante un tiempo una casa en Southhampton con el hermano y socio del señor Engelson, Larry, y su esposa Tina, y su cobrador dorado, Cooper.
Aunque Donna Engelson había sufrido de asma de niña, no se preocupó por el perro. Su cuñada pasaba la aspiradora y el perro se quedaba arriba.
Un verano, las parejas organizaron una gran fiesta el Día del Trabajo. Como los Engelson tenían un perro, unos amigos trajeron los suyos. Después del tercer perro, Donna Engelson fue a parar a la sala de urgencias. "Fue terrible", dijo Engelson. "Mi respiración era sólo el 65 por ciento de lo normal". Las parejas siguen siendo cercanas, pero viven en sus propias casas.
DALE ALGO RICO A TU MASCOTA
Hubo una época en que Rosi Kerr, 32, hoy consultora de energía de Nueva York, y entonces instructora en un exclusivo internado, llevó a su cobrador dorado, Gus, a una reunión con la directora de la escuela, que era dueña de un gato. Kerr quería prolongar su estadía en la escuela, pero tenía la impresión de que la directora no pensaba lo mismo.
Ciertamente no había pensado en llevar a su nueva mascota, pero tenía prisa.
"Estaba en la salita controlando a mi perro, que recorría el lugar olisqueando", dijo Kerr. "En algún momento lo perdí de vista. Mientras ella me decía que yo no ponía atención a lo que se me decía, yo estiraba frenéticamente el cuello para ver qué hacía Gus".
Gus reapareció justo cuando la directora le decía a Kerr que estaba despedida, y depositó a los pies de la directora una enorme deposición de minino cubierta de basura.
¿Qué pasa si el dueño no se atreve a dejar al perro en casa?
"Muchos dueños de mascotas exhiben un vínculo extremo", dice Victoria Stilwell, la presentadora británica de ‘It's Me or the Dog', un programa de la red Animal Planet. Pero eso no es justo con el perro, dice, porque puede sufrir una intensa ansiedad de separación cuando se lo deja solo. También, indicó, "si dejas que mascota tenga contigo una conexión extrema, debes entender que eso limita tus relaciones humanas".
EL PRIMER PASO ES ADMITIR QUE TIENES UN PROBLEMA
Se llama Elisabeth Montoya. Es una abogado de treinta años, vive en Bozeman, Montan, con su marido Johnny, arquitecto, su hijo de dos años y medio, Jack, y su cobrador dorado, Diego del Mar de la Joya Montoya.
Antes del nacimiento de su hijo, admite la señora Montoya, era "realmente pesada" con el perro. "Casi esperábamos que le cedieran un lugar en la mesa". Incluso hoy sigue siendo fanáticamente pro-perro.
"La primera vez que llevamos a Diego a casa de mi madre fue un desastre", dijo Montoya. "Se fue directamente al salón de alfombra blanca y procedió a levantar el rabo".
El perro se arrastró quizás unos dos a tres metros. "Dejó una clara mancha marrón. Horroroso".
Ahora Diego es todavía peor, dijo Montoya. El otro día se escapó corriendo y mordió a un transeúnte.
"Lo consentí demasiado", dijo. "Es por eso que es así".
"Antes lo llevábamos a casa de otras personas", dijo. "Pero ahora no lo hacemos. Es el perro telonero del peor perro del mundo".
ESTAR DISPUESTO A RECTIFICAR ES UN GESTO BONITO, PERO NO NECESARIAMENTE UNA SOLUCIÓN
Montoya está más cerca en la ruta de la recuperación que la pareja que se asistió a una cena para los invitados a una boda que venían de fuera de la ciudad con sus mascotas.
No fue demasiado lejos de Aspen, Colorado, en una casa tan bonita que aparece frecuentemente en revistas de decoración interior. El nombre de la mascota -un invitado incontrolable- era Dude.
"Fue increíble que buenos amigos míos y buenos amigos de los padres de la novia consideraran venir con sus perros", dijo la anfitriona, fotógrafo y paisajista aficionada llamada Sally que, quizás debido al trauma, no quiere que se mencione su apellido.
"Lo primero que hizo Dude was zambullirse en el estaque en el jardín", dijo Sally. "Se sacude el agua en el césped y enseguida se mete dentro y salta encima de los sillones blancos, dejando tras de si una estela de espuma del estanque. Luego corre fuera, se encarama en una de las sillas, sube a la mesa y se engulle los tentempiés y los filetes".
Una semana más tarde, Sally recibió una nota con disculpas, sugiriéndole que olvidara lo pasado, firmado por una pata de perro. Sally no respondió, lo que, dijo, molestó al dueño de Dude.
Esto ocurrió hace cinco años, y no se han hablado desde entonces.
Los dueños se negaron a discutir el asunto con las periodistas, pero enviaron un comentario a través de la novia: "Dude lo niega todo categóricamente".
NUNCA DES NADA POR SENTADO
También pueden ocurrir problemas cuando los invitados asumen que si sus invitados tienen perros, ellos también pueden llevar los suyos. Este fue el caso de Donna Engelson, 65, ex diseñadora de ropa, y de su marido Mel Engelson, fabricante de artículos de ferretería, que compartieron durante un tiempo una casa en Southhampton con el hermano y socio del señor Engelson, Larry, y su esposa Tina, y su cobrador dorado, Cooper.
Aunque Donna Engelson había sufrido de asma de niña, no se preocupó por el perro. Su cuñada pasaba la aspiradora y el perro se quedaba arriba.
Un verano, las parejas organizaron una gran fiesta el Día del Trabajo. Como los Engelson tenían un perro, unos amigos trajeron los suyos. Después del tercer perro, Donna Engelson fue a parar a la sala de urgencias. "Fue terrible", dijo Engelson. "Mi respiración era sólo el 65 por ciento de lo normal". Las parejas siguen siendo cercanas, pero viven en sus propias casas.
DALE ALGO RICO A TU MASCOTA
Hubo una época en que Rosi Kerr, 32, hoy consultora de energía de Nueva York, y entonces instructora en un exclusivo internado, llevó a su cobrador dorado, Gus, a una reunión con la directora de la escuela, que era dueña de un gato. Kerr quería prolongar su estadía en la escuela, pero tenía la impresión de que la directora no pensaba lo mismo.
Ciertamente no había pensado en llevar a su nueva mascota, pero tenía prisa.
"Estaba en la salita controlando a mi perro, que recorría el lugar olisqueando", dijo Kerr. "En algún momento lo perdí de vista. Mientras ella me decía que yo no ponía atención a lo que se me decía, yo estiraba frenéticamente el cuello para ver qué hacía Gus".
Gus reapareció justo cuando la directora le decía a Kerr que estaba despedida, y depositó a los pies de la directora una enorme deposición de minino cubierta de basura.
29 de diciembre de 2007
13 de diciembre de 2007
©new york times
cc traducción mQh
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