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conscriptos deben hablar


[Jorge Escalante] Caucoto: "Que hablen los conscriptos de Paine". Abogado llama a romper silencio que oculta nombres de dos subtenientes.
Santiago, Chile. El querellante Nelson Caucoto afirma que los conscriptos que integraron el escuadrón de la muerte deben poner fin a seguir protegiendo las identidades de otros dos oficiales que actuaron. El juez Solís sigue buscándolos.
Como todos los crímenes, los sucesos de Paine en 1973 no escapan al misterio. Alguna vez Edgar Allan Poe, escritor estadounidense del siglo XIX, precursor del cuento de terror sicológico y detectivesco, comentó: "Lo más intrigante no es cuando el asesino de esconde, sino cuando muchos lo ocultan".
Es el caso del fantasma de los dos subtenientes de la Escuela de Infantería de San Bernardo, recién egresados de la Escuela Militar, que integraron el escuadrón de la muerte aquella noche del 16 de octubre bajo las órdenes del subteniente más antiguo, Andrés Magaña Bau.
Todos los procesados e inculpados saben que aquellos dos jóvenes oficiales participaron (lo confirmaron recientemente frente a la fosa descubierta en la Quebrada Los Arrayanes donde escondieron los cuerpos), pero ninguno los nombra.
Algún parecido con ‘Crónica de una muerte anunciada' de García Márquez, cuando todo el pueblo sabía que buscaban a Santiago Nazar para matarlo, y sólo él lo ignoraba, o no quería admitirlo. Paine se va transformando en la novela enigmática del caliente verano 2008.
El abogado querellante Nelson Caucoto tampoco tiene duda de la existencia de los dos subtenientes. "Nadie tiene ya duda de eso en la investigación, eso ya no se discute, pero lo que extraña es la absoluta concertación de los autores para ocultar sus identidades", sostiene Caucoto.
Expresa que hoy su misión es descubrir sus nombres y enrolarlos entre las filas de los autores materiales "porque ellos también mataron a la gente, eso lo dicen los conscriptos que participaron".
Al hablar de aquellos conscriptos que confirmaron el escuadrón de Magaña, Caucoto reflexiona: "Hasta ahora nunca hemos querido perseguir a los conscriptos en los procesos, sabiendo que, la mayoría de las veces, ellos fueron los autores materiales, pero ahora llegó el momento de que hablen, que rompan el pacto de silencio al que seguramente fueron obligados bajo amenaza".
El abogado tiene sus sospechas sobre quiénes pudieron ser, pero se reserva comentarios, e insiste que ahora lo principal es buscar por el lado de los conscriptos que esa noche fueron los hombres de Magaña.
"Hay que romperles el silencio porque están concertados, todas sus declaraciones son parecidas en ese sentido. Saben que esos otros dos estaban, pero dicen no recordar sus nombres, a pesar de que algunos se saben de memoria hasta los nombres de las víctimas que mataron", sostiene.
Treinta y seis fueron los subtenientes que en agosto de 1973 llegaron desde la Escuela Militar a la Escuela de Infantería de San Bernardo a cursar instrucción. Con ese grado, sólo Magaña y un par más ya estaban en ese cuartel cumpliendo funciones, con mayor antigüedad que los recién llegados.

Izurieta
Ayer el jefe del Ejército, general Óscar Izurieta, manifestó el "momento desagradable" para la institución por la reciente citación a declarar en este proceso en calidad de "inculpado" (y no como testigo) del general activo y juez militar de Santiago, Guillermo Castro, uno de esos treinta y seis.
Para los próximos días se esperan nuevas citaciones a declarar, tras la búsqueda de los dos fantasmas.

23 de enero de 2008
©la nación
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