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la dictadura no ha terminado


[Patrick J. McDonnell] La activista encarcelada Patricia Troncoso lleva más de cien días sin ingerir alimentos sólidos, y pide la libertad de los presos mapuches y la devolución de las tierras ancestrales.
Chillán, Chile. El caso de la activista por los derechos indígenas encarcelada que ha estado en huelga de hambre durante más de cien días ha galvanizado el apoyo por los indios mapuche que exigen la libertad de los prisioneros y la recuperación de sus tierras ancestrales en Chile central.
Activistas mapuches y sus aliados han convergido en esta ciudad a los pies de los Andes, donde Patricia Troncoso ha sido recluida en un hospital. Las autoridades intervinieron contra la voluntad de la prisionera la semana pasada y empezaron a alimentarla intravenosamente para impedir su muerte.
Su lucha ha llamado nuevamente la atención sobre la acusación de que el tan aplaudido crecimiento económico de Chile no ha servido para nada a la minoría india, que carece de tierras, está marginada del proceso político y es víctima de la represión policial. Sus partidarios han montado manifestaciones en la capital, Santiago, a unos 370 kilómetros al norte, y otras ciudades, donde se han distribuido declaraciones.
"No pierdan la esperanza", pidió Trocoso, 38, en una carta leída el jueves, el día 107 de su huelga de hambre.
Troncoso pide a las autoridades que la dejen en libertad, a ella y otros activistas mapuche, a los que llama "prisioneros políticos". También quiere que se termine con la pesada presencia policial en zonas tradicionales de los mapuches en Chile.
Los militantes mapuches fueron encarcelados tras ser acusados de cometer atentados incendiarios contra terrenos y camiones que pertenecían a empresas forestales y agrícolas. Líderes mapuches dicen que gran parte de su territorio fue robado y debería serles devuelto. Troncoso ha cumplido casi la mitad de su sentencia de diez años por quemar un terreno forestal -una acusación que ella rechaza.
Los simpatizantes han llamado al gobierno de centro-izquierda de la presidenta Michelle Bachelet, que fue prisionera política durante la dictadura de Pinochet, para ayudar a resolver el impasse en la huelga de hambre. El subsecretario del Interior, Felipe Harboe, expresó simpatía por los mapuches, y condenó la violencia.
"Yo defiendo a la comunidad mapuche", dijo Harboe a periodistas en Santiago. "Pero hay una minoría que comete actos de violencia y estigmatiza a toda la comunidad".
La disputa ha elevado las tensiones en la región y provocado enfrentamientos.
El 3 de enero la policía mató a balazos al activista mapuche Matías Catrileo, 22, estudiante de agronomía, cuando él y otros entraron a una hacienda agrícola.
Según las autoridades, tres días más tarde atentaron a balazos en Santiago contra el coche que transportaba a un ejecutivo de una empresa hidroeléctrica. Nadie resultó herido, pero la policía sospecha que el tiroteo puede estar relacionado con las objeciones de los mapuches a proyectos hidroeléctricos.
Grupos de derechos humanos han atacado el procesamiento de Troncoso y otros activistas, que han sido juzgados según las leyes antiterroristas que datan de la época de la dictadura de Augusto Pinochet.
"Lo que hicieron estos activistas son delitos según el código penal, pero ciertamente no pueden ser definidos como actos de terrorismo", dijo José Miguel Vivanco, que dirige la división Américas de Human Rights Watch.
En su declaración de la semana pasada, Troncoso dijo que "la era de Pinochet para nosotros no se ha terminado", mencionando los puestos de control de la policía y otros actos represivos. "Lo seguimos sintiendo en los caminos de los campos, en los allanamientos, en las persecuciones, encarcelamiento, torturas y muerte".
El caso ha repercutido aquí y en otros lugares en América Latina, donde los problemas indígenas tiene mayor relevancia, especialmente desde la elección en 2005 de Evo Morales como el primer presidente indio de Bolivia.
Pero Chile tiene una población indígena mucho menor que sus vecinos Bolivia y Perú.
De acuerdo a cifras censuales, los indios mapuche en Chile no superan los 600 mil habitantes, cerca del cuatro por ciento de la población del país de más de quince millones.
Los estudios muestran que muchos mapuches se sienten discriminados en un país que ha sido dominado durante largo tiempo por chilenos de piel clara de ancestros mestizos y europeos.
Troncoso, conocida como la Chepa, no es mapuche y se crió en una familia de clase media en Santiago. Según su padre Roberto Troncoso, se interesó en la causa indígena cuando estudiaba teología en una universidad.
"En su corazón, la Chepa es mapuche", dijo Juan Pichún, un líder mapuche que es uno de los muchos que hacen vigilia frente al hospital.
Sus partidarios han levantado tiendas a las puertas del hospital y colgado letreros de cartón denunciando a las autoridades chilenas como "asesinos". Entre sus simpatizantes se encuentran muchos estudiantes, activistas de izquierdas y defensores del medio-ambiente, que denuncian todo un legado de desastres ecológicos en las antiguas tierras mapuches.
La semana pasada los médicos intervinieron para impedir que Troncoso desarrollara daños fatales al riñón, dijo el doctor Gastón Rodríguez, el médico de la policía que está a cargo de ella. Sus signos vitales han mejorado desde que empezara a recibir, intravenosamente, un combinado de vitaminas y otros nutrientes, dijo.
Troncoso debió ser inmovilizada con correas, dijo Rodríguez. El procedimiento le provocó hematomas en partes de su cuerpo, dijeron sus amigos.
"Su cuerpo está lleno de marcas", dijo Valentina Peralta, una amiga que visitó a Troncoso en el hospital. Describió a la prisionera como "físicamente agotada", pero lúcida, tranquila y determinada a seguir rechazando los alimentos sólidos.
Troncoso ha perdido más de 22 kilos de peso. Desde que empezara la huelga de hambre, sólo ha ingerido líquidos como agua, jugos y mate, a veces con azúcar. Los médicos dicen que Troncoso ha sobrevivido en parte porque cuando inició su ayuno el 10 de octubre, se encontraba en muy buenas condiciones físicas y pesaba cerca de 84 kilos.
"Mi hija me ha prometido que vivirá", dijo Roberto Troncoso. "Quiero que vuelva a casa viva, no en un ataúd".

patrick.mcdonnell@latimes.com

Claudia Lagos en Santiago y Andrés D'Alessandro contribuyeron a este reportaje.

28 de enero de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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