los quemaron vivos
[Jeffrey Gettleman] Estallido de violencia en Kenia.
Nairobi, Kenia. La violencia étnica se intensificó en Kenia el domingo, y funcionarios policiales dijeron una turba mató al menos diecinueve personas, incluyendo once niños, que fueron quemados vivos encerrados en una casa.
Ni los militares keniatas, desplegados por primera vez para impedir que los rivales se ataquen unos a otros, han sido incapaces de detener la ola de asesinatos en represalia.
En los últimos cuatro días han muerto más de cien personas, muchas de ellas atravesadas por flechas, quemadas vivas o cortadas en pedazos con machetes.
Son los peores choques desde que las disputadas elecciones de diciembre encendieran prolongadas tensiones que hasta el momento se han cobrado la vida de al menos 750 personas. Los enfrentamientos se extendieron el domingo por todo el valle del Rift, una región particularmente pintoresca de Kenia conocida por sus reservas naturales y elegantes moteles.
El gobierno keniata ha amenazado con detener a los líderes de la oposición por sospechas de haber orquestado la carnicería, pero estos a su vez acusan al gobierno de apoyar a bandas criminales.
De acuerdo a funcionarios policiales, el domingo en la mañana se produjeron enfrentamientos en la ciudad de Naivasha, en el valle del Rift, entre pandillas de luo y kikuyu, los dos más importantes grupos étnicos de Kenia, que se vienen enfrentando en todo el país desde las elecciones. Testigos dijeron que las turbas arrojaron llantas ardiendo y montañas de piedras en las calles para impedir que los agentes de policía puedan entrar a algunos barrios. Luego las turbas revisaron casa tras casa, a la búsqueda de algunas personas.
Grace Kakai, comandante de policía de Naivasha, dijo que una enorme multitud de kikuyu persiguió a un grupo de luo por una barriada, los encerraron en una vivienda, bloquearon las puertas y le prendieron fuego a la casa. La policía encontró diecinueve cuerpos acurrucados en un cuarto, y Kakai dijo que algunos cuerpos de niños estaban tan carbonizados que no podrían ser identificados.
"Todo lo que puedo decir es que estaban en edad escolar", dijo.
El episodio es similar al ocurrido el 1 de enero, cuando unas cincuenta mujeres y niños que buscaron refugio en una iglesia en otra ciudad del valle del Rift, fueron quemados vivos por una turba. En ese caso, las víctimas fueron kikuyu, que parecen haber sido atacados por más de un grupo en todo el país.
En los últimos días, muchos kikuyu han organizado milicias, diciendo que ahora están listos para vengarse.
"La situación es muy mala", dijo Kakai. "La gente está peleando y tratando de echar de la zona a los otros. Tenemos que evacuar a la gente".
Miles de familias están abandonando Naivasha, Nakuru, Molo, Eldoret y otras ciudades del valle del Rift, que se ha convertido en el epicentro de la violencia en Kenia. La provincia es el hogar tanto de partidarios de Mwai Kibani, el presidente de Kenia, como de Raila Odiga, el principal líder de la oposición, y el sitio de históricas disputas por tierras entre miembros de grupos étnicos rivales.
Kibaki es un kikuyu; Odinga, luo, y las elecciones en cuestión, en las que Kibaki fue declarado ganador por un estrecho margen a pesar de amplias evidencias de fraude electoral, desencadenó la violencia étnica de hoy.
Kenia de hoy es casi irreconocible en comparación con la Kenia que hasta hace poco era celebrado como uno de los países más prometedores y estables de África. El domingo noche, los canales de televisión local mostraron a amenazantes grupos de jóvenes blandiendo machetes y barras de hierro en puestos de control instalados a lo largo de una de las autopistas más transitadas del país. Los hombres arrojaban piedras contra los buses, provocando la salida de la autopista de un autobús mientras los agentes de policía se limitaban a observar.
El ejército keniata fue asignado a principios de mes para ayudar a evacuar a la gente desde las zonas de conflicto, pero el viernes por primera vez se ordenó a los soldados intervenir entre los grupos en conflicto. Eso no hizo una diferencia muy notoria y testigos dijeron que los soldados han sido tan poco efectivos como la policía.
En varias ciudades del valle del Rift, incluyendo Naivasha y Nakuru, se ha decretado un toque de queda nocturno, pero testigos dijeron que la violencia se había desplazado hacia el campo, donde bandas de hombres armados quemaban chozas y atacaban a las etnias rivales.
Muchos kenitas han dicho que el aspecto más preocupante es que los políticos de la oposición, en lugar de cooperar para detener la carnicería, continúan discutiendo sobre quién la empezó.
Eso es exactamente lo que ocurrió el domingo después de que se extendiera la noticia sobre los asesinatos en Naivasha. El portavoz de Odinga envió un mensaje por celular calificando de "horrorosos" los asesinatos y diciendo que eran el trabajo de pandillas criminales respaldadas por agentes de policía y "parte de un bien orquestado plan de terror".
"El gobierno está haciendo esto para influir en los intentos de mediación", dice el mensaje, refiriéndose a los continuas pero de momento infructuosas negociaciones conducidas por Kofi Annan, el ex secretario general de Naciones Unidas. "Después de robar las elecciones, ahora Kibaki quiere negar a los keniatas paz y justicia".
Alfred Mutua, portavoz del gobierno, dijo que las acusaciones eran "ridículas".
"Lo que está pasando es una continuación de la limpieza étnica iniciada por la gente de Raila para matar a la gente del presidente", dijo.
Mutua dijo que la violencia cesará "cuando llevemos a tribunales a los líderes responsables de esto".
"Estamos trabajan en las acusaciones" dijo el domingo noche. "Eso ocurrirá muy pronto".
Diplomáticos occidentales dijeron que hay un furioso debate en el círculo íntimo de Kibaki sobre la conveniencia de arrestar a importantes figuras de la oposición; algunos asesores insisten en ello, aunque otros temen que la violencia empeore si los líderes son encarcelados debido a que sus partidarios tomarán represalias todavía más salvajes.
Los diarios keniatas reflejan el pesimismo. "Por la enésima vez, pedimos al presidente Kibaki y al líder del Movimiento Democrático Naranja, Raila Odinga, que trabajen por la paz, la verdad y la justicia", decía un editorial del Sunday Standard. "Kenia ha derramado suficiente sangre".
Ni los militares keniatas, desplegados por primera vez para impedir que los rivales se ataquen unos a otros, han sido incapaces de detener la ola de asesinatos en represalia.
En los últimos cuatro días han muerto más de cien personas, muchas de ellas atravesadas por flechas, quemadas vivas o cortadas en pedazos con machetes.
Son los peores choques desde que las disputadas elecciones de diciembre encendieran prolongadas tensiones que hasta el momento se han cobrado la vida de al menos 750 personas. Los enfrentamientos se extendieron el domingo por todo el valle del Rift, una región particularmente pintoresca de Kenia conocida por sus reservas naturales y elegantes moteles.
El gobierno keniata ha amenazado con detener a los líderes de la oposición por sospechas de haber orquestado la carnicería, pero estos a su vez acusan al gobierno de apoyar a bandas criminales.
De acuerdo a funcionarios policiales, el domingo en la mañana se produjeron enfrentamientos en la ciudad de Naivasha, en el valle del Rift, entre pandillas de luo y kikuyu, los dos más importantes grupos étnicos de Kenia, que se vienen enfrentando en todo el país desde las elecciones. Testigos dijeron que las turbas arrojaron llantas ardiendo y montañas de piedras en las calles para impedir que los agentes de policía puedan entrar a algunos barrios. Luego las turbas revisaron casa tras casa, a la búsqueda de algunas personas.
Grace Kakai, comandante de policía de Naivasha, dijo que una enorme multitud de kikuyu persiguió a un grupo de luo por una barriada, los encerraron en una vivienda, bloquearon las puertas y le prendieron fuego a la casa. La policía encontró diecinueve cuerpos acurrucados en un cuarto, y Kakai dijo que algunos cuerpos de niños estaban tan carbonizados que no podrían ser identificados.
"Todo lo que puedo decir es que estaban en edad escolar", dijo.
El episodio es similar al ocurrido el 1 de enero, cuando unas cincuenta mujeres y niños que buscaron refugio en una iglesia en otra ciudad del valle del Rift, fueron quemados vivos por una turba. En ese caso, las víctimas fueron kikuyu, que parecen haber sido atacados por más de un grupo en todo el país.
En los últimos días, muchos kikuyu han organizado milicias, diciendo que ahora están listos para vengarse.
"La situación es muy mala", dijo Kakai. "La gente está peleando y tratando de echar de la zona a los otros. Tenemos que evacuar a la gente".
Miles de familias están abandonando Naivasha, Nakuru, Molo, Eldoret y otras ciudades del valle del Rift, que se ha convertido en el epicentro de la violencia en Kenia. La provincia es el hogar tanto de partidarios de Mwai Kibani, el presidente de Kenia, como de Raila Odiga, el principal líder de la oposición, y el sitio de históricas disputas por tierras entre miembros de grupos étnicos rivales.
Kibaki es un kikuyu; Odinga, luo, y las elecciones en cuestión, en las que Kibaki fue declarado ganador por un estrecho margen a pesar de amplias evidencias de fraude electoral, desencadenó la violencia étnica de hoy.
Kenia de hoy es casi irreconocible en comparación con la Kenia que hasta hace poco era celebrado como uno de los países más prometedores y estables de África. El domingo noche, los canales de televisión local mostraron a amenazantes grupos de jóvenes blandiendo machetes y barras de hierro en puestos de control instalados a lo largo de una de las autopistas más transitadas del país. Los hombres arrojaban piedras contra los buses, provocando la salida de la autopista de un autobús mientras los agentes de policía se limitaban a observar.
El ejército keniata fue asignado a principios de mes para ayudar a evacuar a la gente desde las zonas de conflicto, pero el viernes por primera vez se ordenó a los soldados intervenir entre los grupos en conflicto. Eso no hizo una diferencia muy notoria y testigos dijeron que los soldados han sido tan poco efectivos como la policía.
En varias ciudades del valle del Rift, incluyendo Naivasha y Nakuru, se ha decretado un toque de queda nocturno, pero testigos dijeron que la violencia se había desplazado hacia el campo, donde bandas de hombres armados quemaban chozas y atacaban a las etnias rivales.
Muchos kenitas han dicho que el aspecto más preocupante es que los políticos de la oposición, en lugar de cooperar para detener la carnicería, continúan discutiendo sobre quién la empezó.
Eso es exactamente lo que ocurrió el domingo después de que se extendiera la noticia sobre los asesinatos en Naivasha. El portavoz de Odinga envió un mensaje por celular calificando de "horrorosos" los asesinatos y diciendo que eran el trabajo de pandillas criminales respaldadas por agentes de policía y "parte de un bien orquestado plan de terror".
"El gobierno está haciendo esto para influir en los intentos de mediación", dice el mensaje, refiriéndose a los continuas pero de momento infructuosas negociaciones conducidas por Kofi Annan, el ex secretario general de Naciones Unidas. "Después de robar las elecciones, ahora Kibaki quiere negar a los keniatas paz y justicia".
Alfred Mutua, portavoz del gobierno, dijo que las acusaciones eran "ridículas".
"Lo que está pasando es una continuación de la limpieza étnica iniciada por la gente de Raila para matar a la gente del presidente", dijo.
Mutua dijo que la violencia cesará "cuando llevemos a tribunales a los líderes responsables de esto".
"Estamos trabajan en las acusaciones" dijo el domingo noche. "Eso ocurrirá muy pronto".
Diplomáticos occidentales dijeron que hay un furioso debate en el círculo íntimo de Kibaki sobre la conveniencia de arrestar a importantes figuras de la oposición; algunos asesores insisten en ello, aunque otros temen que la violencia empeore si los líderes son encarcelados debido a que sus partidarios tomarán represalias todavía más salvajes.
Los diarios keniatas reflejan el pesimismo. "Por la enésima vez, pedimos al presidente Kibaki y al líder del Movimiento Democrático Naranja, Raila Odinga, que trabajen por la paz, la verdad y la justicia", decía un editorial del Sunday Standard. "Kenia ha derramado suficiente sangre".
4 de febrero de 2008
28 de enero de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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