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rebelión sacude a cosa nostra


[Frances D'Emilio] Hombres de negocios sicilianos retan a la mafia rebelándose contra la Cosa Nostra.
Palermo, Italia. Cuando se trata de negocios, la Cosa Nostra pudo contar siempre con el miedo. Ya no más. En una rebelión que está sacudiendo los centenarios cimientos de la Cosa Nostra, hombres de negocios están uniendo fuerzas para negarse a aceptar las extorsiones -el dinero que deben pagar por concepto de protección llamado pizzo.
Y se están saliendo con la suya, amenazando con quitar al sindicato del crimen ya debilitado una de sus fuentes de ingresos más sólidas.
La mafia tiene toda una historia de recuperarse de las derrotas, pero esta vez hace frente a algo completamente nuevo: una página web donde los hombres de negocios encuentran en el grupo cómo decir no a la mafia.
Al mismo tiempo, hombres de negocios que van desde tenderos de barrios a capitanes de la industria se sienten envalentonados por la detención de jefes fugitivos y la recuperación, en un allanamiento, de la meticulosa contabilidad de la mafia, detallando quién paga el pizzo y cuánto.
"Esta rebelión llega al corazón de la mafia", dijo el prosecutor de Palermo, Maurizio De Lucia, que ha investigado casos de extorsión durante años. "Si funciona, obtendremos una gran ventaja en la lucha contra la mafia".
Estas últimas ventajas pueden seguir construyendo sobre otros éxitos en la lucha por romper el poder de la Cosa Nostra en Sicilia. En las últimas dos décadas, el sindicato se ha visto abollado por las declaraciones de renegados, que a fines de los ochenta ayudaron a enviar a la cárcel a cientos de mafiosos, y una feroz represión del estado una década más tarde después de que la mafia asesinara con atentados con bomba a dos prosecutores de Palermo.
El número de rebeldes en la página web es todavía diminuta si se la compara con los negocios con que cuenta Palermo, pero el movimiento ha ayudado a debilitar el poder psicológico de la mafia sobre los sicilianos -largo tiempo condicionados a creer que la desobediencia podría significar la ruina o incluso una sentencia de muerte. Y todo ataque consistente contra esa cultura del temor podría en última instancia conducir a la desaparición de la Cosa Nostra.
Los negocios están desafiando abiertamente a la mafia firmando en una página web llamada addiopizzo (adiós pizzo), que reúne a hombres de negocios de la capital siciliana que se niegan a pagar la extorsión.
La campaña fue lanzada en 2004 por un grupo de jóvenes que querían abrir un bar. Empezaron empapelando Palermi con panfletos contra el pizzo que decían: "Un pueblo que paga el pizzo es un pueblo sin dignidad", y finalmente subieron la campaña a la red, donde tocó una cuerda más profunda entre los sicilianos que están hartos de las amenazas de la mafia.
La Confindustria, el grupo de presión de los industriales, también ha dado impulso al movimiento al amenazar con la expulsión a los miembros que se dejen extorsionar. Su filial siciliana ha revisado una lista de compañías que pagan el pizzo que fue hallada en un allanamiento de un escondite de un importante capo de la mafia, y este mes empezó a citar a los directores de esas compañías para saber si efectivamente han pagado y si en caso afirmativo deben ser expulsados del influyente grupo de presión.
En un caso, la directora de una clínica privada dijo que su institución apareció en la lista de la Cosa Nostra debido a que un mafioso fue tratado ahí, aunque aparentemente no quedó claro, durante su hospitalización, que se trataba de un mafioso.
Al mismo tiempo, las autoridades están aumentando la presión sobre los dueños de negocios, procesando agresivamente a los que rechazan declarar contra la mafia en casos de extorsión evidentes. Bajo la ley italiana, un empresario que niega haber pagado pese a evidencias flagrantes -tales como haber sido captado por cámaras de vigilancia- puede ser acusado de "colaborar" con Cosa Nostra.
"Ahora corremos un riesgo mayor por pagar que por no pagar", dijo Ugo Argiroffi, un ingeniero que agregó hace poco su empresa de construcción C.O.C.I., de Palermo, a la lista de addiopizzo (http://www.addiopizzo.org en italiano con un enlace en inglés).
Aunque las casi 230 empresas en la lista son sólo una fracción de las miles de tiendas, firmas y fábricas de Palermo, se ha formado un grupo similar en Catania, la segunda ciudad de Sicilia.
Quizás más significativamente, la rebelión ha echado raíces en los bastiones de los más despiadados clanes de la mafia -en lugares como Gela, una apagada ciudad industrial en la costa. Unos ochenta empresarios de Gela han denunciado intentos de extorsión en los últimos meses.
Es un dramático cambio desde principios de los años noventa, cuando un comerciante de Gela que denunció una extorsión fue asesinado por la mafia, y un vendedor de coches, cuya sala de exposición y venta fue incendiada repetidas veces, debió mudarse con su familia y cambiar de nombre después de que declarara en tribunales.
En otro caso destacado, Libero Grassi, que tenía un negocio de ropas en Palermo, fue asesinado a balazos por la mafia en 1971 después de que hiciera un inútil llamado público a otros comerciantes para que se unieran a él en denunciar las extorsiones.
Los fiscales atribuyen la rebelión a la luchar por el poder después de que Bernardo Provenzano, el presunto ‘capo de los capos', fuera capturado el año pasado cerca de su ciudad natal, Corleone.
Durante años, Provenzano -del que se dice que se hizo cargo de la Cosa Nostra en 1993- había empleado una estrategia de extorsión que consistía en "hacerles pagar poco, pero que paguen todos", de acuerdo a Piero Grasso, ex fiscal de Palermo que ahora es el prosecutor anti-mafia nacional de Italia con sede en Roma.
El jefe de la mafia temía que una codicia excesiva y la violencia provocaran la represión policial, dijo Grasso en una entrevista.
Pero en la lucha por la sucesión de Provenzano, el jefe de la zona de Palermo, Salvatore Lo Piccolo, terminó implacablemente con esa estrategia.
Bajo el reinado de Lo Piccolo, según Graso, el pequeño ejército de matones dedicado a la extorsión de los comerciantes pasó de quinientos a mil hombres, a juzgar por los datos encontrados en los libros de contabilidad de los extorsionistas.
Los extorsionistas recibían mensualmente ‘salarios' de hasta tres mil dólares, generosos de acuerdo a normas de Sicilia, más una paga mensual extra como aguinaldo de Navidad, dijo Grasso.
Una serie de ataques incendiarios contra negocios el año pasado reflejaba aparentemente la determinación de Lo Piccolo de aumentar sus demandas.
La estrategia fracasó: Mientras más duramente estrujaba la mafia a los comerciantes, más víctimas se resistían. Hasta el momento ningún empresario ni sus familiares han sido asesinados por su desafío, aunque algunos pueden haber perdido clientes temerosos de la mafia.
En un caso muy publicitado, Vincenzo Conticello, propietario de Antica Focacceria San Francesco, un histórico restaurante de Palermo que se especializa en bocadillos de vísceras y pulmones de ternera, gastó 1.8 millones de dólares comprando suministros a ‘amigos' de un gángster que se había introducido en su negocio.
Finalmente el hostelero se hartó y lo denunció a la policía. En el juicio, identificó a los tres gángsteres que lo habían extorsionado y en noviembre fueron condenados de diez a dieciséis años de prisión. A Conticello se le concedió custodia policial.
Cuando el capo de la mafia, Lo Piccolo, fue arrestado en noviembre en las afueras de Palermo, la policía encontró una lista con cientos de nombres de empresarios que habían pagado el pizzo, más un desglose de cómo se repartió el dinero -un tesoro de información sobre cómo funciona la mafia.
En diciembre, la policía propinó a la mafia otro golpe cuando mataron a Daniele Emmanuello, el presunto capo de las bandas de extorsionistas del área de Gela, cuando huía de un escondite en una granja.
Emmanuello no tuvo tiempo de sacarse el pijama, pero alcanzó a tragarse algunas notas manuscritas. Las autoridades las están estudiando para ver si contienen más información sobre el pizzo.
Hasta ahora, las cifras sobre el dinero han sido fundamentalmente conjeturas. Pero utilizando los libros de contabilidad confiscados a la mafia, Antonio La Spina, un profesor de sociología de la Universidad de Palermo, ha escrito el informe más claro hasta la fecha para una versión de Associated Press antes de su publicación esta semana en un libro titulado ‘The Costs of Illegality'.
Sus investigadores calculan que las extorsiones llegaban a un promedio de 1.200 dólares al mes, para alcanzar casi 260 millones de dólares solamente en la provincia de Palermo.
"Para un vendedor callejero, el pizzo va de cincuenta a cien euros al mes, una panadería de barrio unos ciento cincuenta a doscientos euros al mes, una tienda de ropa 250 euros, una joyería mil euros, un supermercado de barrio quinientos euros", dijo Attilio Scaglione, uno de los investigadores. Un euro equivale más o menos a un dólar cincuenta.
En estos días, la mafia parece estar tratando de escoger blancos simbólicos antes que castigar a los que se niegan en masa a pagar el pizzo.
En la compañía de Rodolfo Guajana, que abastece a ferreterías en toda Sicilia desde 1875, este veranos los matones hicieron un agujero en el tejado, echaron gasolina por él e incendiaron el local.
Guajana cree que la mafia lo atacó porque se sabía que su familia se ha negado a pagar.
"Lo que pasó aquí es un mensaje que envía la mafia a los comerciantes: ‘Lo que le pasó a Guajana te puede pasar a ti si no pagas'", dijo Guajana.
Al otro lado de la isla en Agrigento, el industrial Salvatore Moncada se describió a sí mismo como la prueba de que los empresarios pueden hacer frente a los gángsteres.
Se ha negado repetidas veces a pagar por la protección de su compañía de 180 empleados, la Moncada Costruzioni Srl, el quinto productor italiano de energía eólica. En un caso, las declaraciones de Moncada ayudaron a encarcelar a un mafioso que le pidió 7.500 dólares.
En un momento, Moncada llevó oculta una grabadora a una reunión con un mafioso. "Yo estaba sudando un poco", dijo. Pero no lo amenazaron y el gángster no fue arrestado.
Pero Moncada dijo que podía entender por qué algunos empresarios creen que paga pagar a la mafia.
Un pizzo de dos por ciento del valor del negocio es mucho menos que el precio de un guardia por 24 horas, dijo. "Terminas diciendo: ‘Lo lamento, voy a pagar. Me conviene'".

5 de febrero de 2008
14 de enero de 2008
©fwdailynews
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