travestis de valparaíso
[Alejandro Tala] Trabajadoras sexuales evalúan las noches en la V Región.
Valparaíso, Chile. Si muchos de los cantautores les cantan a las putas, algo sabrán de ellas. Sabina, De Vita y hasta Arjona (todos han pisado en algún momento el escenario de la Quinta Vergara) dedican algunos de sus versos precisamente al sexo con pagaré.
Unos más enamorados que otros, son muchas las historias que se tejen en torno al antiguo oficio en el festival que involucran a famosos de la talla de Julio Iglesias, a quién se sindicó de cerrar prostíbulos por tres días en la década del 80.
¿Mito o realidad? Es evidentemente que Viña del Mar aumenta su público y la variedad de ofertas en el negocio es amplia. Cien mil pesos cobra una conocida agencia por una hora de sexo con Vanessa, "recién llegada de Argentina y dispuesta a recibir muchos mimos".
Mimos que consisten en sexo oral con y sin preservativo (con ida y vuelta) y los contactos "que puedas tener" en el tiempo indicado.
La Calle
Pero la calle habla más que internet. En la Plaza de la Victoria, a eso de las 04:30 de la mañana, encontramos a Paula. No duda en ofrecer su cuerpo y asegura los placeres del infierno con una boca redonda de silicona y una cintura de 55 centímetros.
"Hago maravillas con lo que ves ", dice. Lo que se ve es un cuerpo bien formado, algo plástico pero no por eso indigno de una reina del Festival. Paula se rasuró bien en la mañana, sin embargo, a esa hora ya se nota una leve barba en sus mejillas. Evidentemente Paula es Pablo y pronto tomará el colectivo que la llevará de regreso a su natal Valparaíso.
"Prefiero trabajar en Viña. Al menos en estas fiestas, huachito, la clientela sube, y como Chile está lleno de eyaculadores precoces, el trabajo es rápido y puedo atender unos 10 clientes por noche. Pero artistas no se ven, anda pa l Lukas en Valpo, aquí llegan los puros periodistas ja, ja, ja ".
Paula cobra 15 mil pesos por tener sexo oral y en una buena noche se lleva entre 100 y 150 mil pesos a su casa. Con respecto al público dice entre risas y con voz ronca: "hay algunos que están tan borrachos que no se dan cuenta que soy hombre. O no quieren darse cuenta".
Cristina, en cambio, prefiere ir a moteles. "No me gusta hacer las cosas rápidas, creo que mi servicio es muy bueno para andar pinchándose el popin detrás de unos matorrales".
La Tina, como le dicen sus pares, suele caminar por calle Valparaíso con avenida Ecuador. "Aquí tomo a mis clientes y me los llevo un par de cuadras. Mis servicios valen 25 mil pesos la hora, pero si lo estoy pasando bien me puedo quedar más rato".
Es gorda, morena y sonriente. No duda en ofrecer una "probaíta" de sus gracias y asegura que con cuatro clientes por jornada laboral (que va desde las 11 de la noche hasta las 6 de la mañana) se da por satisfecha.
Sin embargo, no deja que veamos su carnet de identidad, quizás para que no sepamos su verdadero nombre, quizás (y es la idea que más nos queda dando vueltas) porque no tiene edad suficiente ni siquiera para entrar a un cine triple X.
¡Pal Copete!
El caso de la turca Jesse es fuerte. No sólo por haber perdido a sus padres cuando era niña y haberse dedicado a la prostitución desde los 15 años. Hoy tiene 30 y un par de tajos en el estómago que ejemplifican lo complejo del rubro.
"Fue un hijo de puta, que por no querer darle lo que me pidió, rompió una botella y me rajó la guata". Por ese tipo de situaciones Jesse guarda siempre una navaja en una bota, y si la cosa se pone peluda no dudará en sacarla.
A las 3 de la mañana del domingo está un poco ebria. "Soy de las que tiran con mala cara. No me gusta está mierda, pero es lo único que puedo hacer. No sé cuanto más duraré en esto, espero que se acabe pronto culiao, y a muchos huachos les doy asco por los cortes. Como sabis si me llega una oportunidad. ¡Perra! ¡Cyndi! Pasa la botella hueona o ¿Qué? ¿Ya se va mijito? Pero siga entrevistando, puede ser mi oportunidad Bueno, que Dios te bendiga".
Unos más enamorados que otros, son muchas las historias que se tejen en torno al antiguo oficio en el festival que involucran a famosos de la talla de Julio Iglesias, a quién se sindicó de cerrar prostíbulos por tres días en la década del 80.
¿Mito o realidad? Es evidentemente que Viña del Mar aumenta su público y la variedad de ofertas en el negocio es amplia. Cien mil pesos cobra una conocida agencia por una hora de sexo con Vanessa, "recién llegada de Argentina y dispuesta a recibir muchos mimos".
Mimos que consisten en sexo oral con y sin preservativo (con ida y vuelta) y los contactos "que puedas tener" en el tiempo indicado.
La Calle
Pero la calle habla más que internet. En la Plaza de la Victoria, a eso de las 04:30 de la mañana, encontramos a Paula. No duda en ofrecer su cuerpo y asegura los placeres del infierno con una boca redonda de silicona y una cintura de 55 centímetros.
"Hago maravillas con lo que ves ", dice. Lo que se ve es un cuerpo bien formado, algo plástico pero no por eso indigno de una reina del Festival. Paula se rasuró bien en la mañana, sin embargo, a esa hora ya se nota una leve barba en sus mejillas. Evidentemente Paula es Pablo y pronto tomará el colectivo que la llevará de regreso a su natal Valparaíso.
"Prefiero trabajar en Viña. Al menos en estas fiestas, huachito, la clientela sube, y como Chile está lleno de eyaculadores precoces, el trabajo es rápido y puedo atender unos 10 clientes por noche. Pero artistas no se ven, anda pa l Lukas en Valpo, aquí llegan los puros periodistas ja, ja, ja ".
Paula cobra 15 mil pesos por tener sexo oral y en una buena noche se lleva entre 100 y 150 mil pesos a su casa. Con respecto al público dice entre risas y con voz ronca: "hay algunos que están tan borrachos que no se dan cuenta que soy hombre. O no quieren darse cuenta".
Cristina, en cambio, prefiere ir a moteles. "No me gusta hacer las cosas rápidas, creo que mi servicio es muy bueno para andar pinchándose el popin detrás de unos matorrales".
La Tina, como le dicen sus pares, suele caminar por calle Valparaíso con avenida Ecuador. "Aquí tomo a mis clientes y me los llevo un par de cuadras. Mis servicios valen 25 mil pesos la hora, pero si lo estoy pasando bien me puedo quedar más rato".
Es gorda, morena y sonriente. No duda en ofrecer una "probaíta" de sus gracias y asegura que con cuatro clientes por jornada laboral (que va desde las 11 de la noche hasta las 6 de la mañana) se da por satisfecha.
Sin embargo, no deja que veamos su carnet de identidad, quizás para que no sepamos su verdadero nombre, quizás (y es la idea que más nos queda dando vueltas) porque no tiene edad suficiente ni siquiera para entrar a un cine triple X.
¡Pal Copete!
El caso de la turca Jesse es fuerte. No sólo por haber perdido a sus padres cuando era niña y haberse dedicado a la prostitución desde los 15 años. Hoy tiene 30 y un par de tajos en el estómago que ejemplifican lo complejo del rubro.
"Fue un hijo de puta, que por no querer darle lo que me pidió, rompió una botella y me rajó la guata". Por ese tipo de situaciones Jesse guarda siempre una navaja en una bota, y si la cosa se pone peluda no dudará en sacarla.
A las 3 de la mañana del domingo está un poco ebria. "Soy de las que tiran con mala cara. No me gusta está mierda, pero es lo único que puedo hacer. No sé cuanto más duraré en esto, espero que se acabe pronto culiao, y a muchos huachos les doy asco por los cortes. Como sabis si me llega una oportunidad. ¡Perra! ¡Cyndi! Pasa la botella hueona o ¿Qué? ¿Ya se va mijito? Pero siga entrevistando, puede ser mi oportunidad Bueno, que Dios te bendiga".
26 de febrero de 2008
©la nación
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