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muerte al otro lado de la frontera


[Catrin Einhorn] Es lo que espera a los caballos transportados desde Estados Unidos.
Shipshewana, Indiana, Estados Unidos. En la subasta semanal de aquí, la número 274, un bonito caballo de tiro castaño miró a los hombres que lo rodeaban mientras lo conducían hacia un pequeño corral. Dos de los hombres lo miraron, calculando cuánta carne se podría sacar del cadáver del animal, y empezaron a ofrecer de acuerdo a ese cálculo.
No hay pretensiones aquí sobre lo que ocurre con los caballos vendidos en esta zona de la subasta, conocida como corral de matanza. Hace apenas unos meses, muchos de ellos habrían terminado en el matadero en el vecino estado de Illinois. Ahora casi todos ellos serán transportados hasta Canadá para ser sacrificados allá.
Gracias a la presión de los grupos de defensa de derechos animales, el año pasado terminó prácticamente en Estados Unidos el sacrificio de caballos, cuando los tribunales ratificaron las leyes que lo prohíben en Texas e Illinois, donde aún persistían los tres últimos mataderos de caballos.
Pero se han observado consecuencias no intencionadas, incluyendo el penoso viaje de decenas de miles de caballos que ahora son enviados a mataderos en Canadá y México donde, según organizaciones de defensa animal, a veces son sometidos a espantosas muertes.
Los caballos se fueron llevados a la subasta 274 el mes pasado aquí en Shipshewana, cerca de la línea fronteriza del estado de Michigan, deben haber acarreado niños en sus lomos, arrastrado carretas en las granjas, incluso haber sido caballos de carrera. Ahora cojean, están viejos, intratables o indeseados por cualquiera de varias otras razones. Algunos son jóvenes, y nunca fueron domados.
La clausura de los mataderos puede haber aumentado la población de los indeseados. En algunas partes del país, dicen los martilleros, las clausuras han contribuido a un desplome de los precios de los caballos en el sector de segunda categoría del mercado, y la distancia adicional en el transporte de los caballos hacia los mataderos, junto con los costes más altos de combustible, implica que ya no vale la pena transportar a los caballos más pequeños o flacos.
A lo que hay que agregar el aumento en el precio del heno y de los granos, así como una desaceleración económica general.
"Primera vez en mi vida que veo ganado que no tiene valor', dijo Devin Mullet, propietario de Kalona Sales Barn en el sudeste de Iowa.
Después de la subasta mensual de octubre, dijo Mullet, mató a veintiocho caballos que no pudo vender. Desde entonces ha supervisado a los caballos destinados a la venta, rechazando a los que cree que no reportarán nada -a menudo los potros y los caballos viejos, que tienden a tener menos carne. (La carne de caballo para consumo humano se envía a países como Bélgica, Francia, Italia y Japón).

Pero los que se oponen al sacrificio de caballos dicen que su desaparición en el país es una victoria, aunque incompleta, en su lucha para proteger a los animales que consideran compañeros leales.
"Estamos más cerca del objetivo de largo plazo que es prohibir los sacrificios en América del Norte", dijo Wayne Pacelle, director general de la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos. "Ahora se sacrifica a menos caballos".
En realidad, incluso considerando la animada exportación a Canadá y México, el Departamento de Agricultura calcula que en 2007 se sacrificaron 105 mil caballos estadounidenses en los tres países -en 2006 esa cifra fue de 138 mil caballos.
Sin embargo, para muchos caballos la exportación significa cientos de más kilómetros de penoso transporte en grandes remolques. "Para ellos es difícil mantener el equilibrio, a menudo viajan apretados, sin agua ni comida mientras están en ruta", dijo Timothy Cordes, veterinario del Departamento de Agricultura.
De particular interés para los defensores de los derechos animales es el tratamiento que se da a los caballos una vez que llegan a México, que ha triplicado sus importaciones de caballos de Estados Unidos. Las protecciones estadounidenses allá simplemente no se aplican, dijo Cordes.
En los mataderos estadounidenses se mata a los caballos rápidamente clavándoles una espadilla de acero en el cerebro, un método que la Asociación Médico-Veterinaria de Estados Unidos considera humano. En contraste, los trabajadores de algunas plantas mexicanas los incapacitan apuñalándolos con cuchillos para cortarles la espina dorsal, dijo Temple-Grandin, profesor de ciencias animales en la Universidad de Colorado.
"Mi peor pesadilla se hizo realidad", dijo Grandin. "Este es un ejemplo de buenas intenciones con consecuencias no intencionadas muy malas".
Un funcionario del departamento mexicano de agricultura dijo que el método descrito por Grandin era ilegal en México.
Los grupos de defensa de derechos animales están exigiendo leyes federales que prohíban la venta y transporte de caballos para el consumo humano, eliminando de ese modo el mercado de exportación. Hay proyectos de ley esperando en las dos cámaras del Congreso.
Entretanto, el debate sobre el sacrificio de caballos continúa dividiendo a la comunidad equina, oponiendo a unas organizaciones contra otras. Muchas asociaciones de purasangre apoyan tanto la prohibición del sacrificio en el país como el proyecto de ley propuesto; la Asociación Americana de Caballos de Cuarto de Milla se opone a ambas. El tema es tan polémico que el Consejo del Caballo Americano, un grupo de presión nacional de la industria equina, se declara neutral.

Los partidarios de la prohibición dicen que la solución para los caballos indeseados es matarlos -con una inyección química, como se mata a gatos y perros. "Tratemos a los caballos con algo de dignidad", dice Barbara Geittman, directora general de la Sociedad Protectora de Animales Ungulados. "Son ellos los que ganan cintas y victorias".
Pero la eutanasia y la disposición de cadáveres cuestan más de 140 dólares, según la Asociación Americana de Practicantes en Equinos, un grupo veterinario, y puede haber problemas medio-ambientales relacionados con la sepultura.
En la subasta de Shipshewana, Keith D. Lambright, propietario y martillero, dijo que el precio de los caballos de matadero ha bajado de un promedio de unos 330 dólares el año pasado, a cerca de 230 dólares. La subasta 274 vendió caballos por 150 dólares y algunos en el corral de matanza apenas lograron ofertas de treinta dólares, quizás para ser usados como carne de zoológico.
Un potro velludo y un viejo caballo en los huesos no recibieron ninguna oferta. Una mujer sintió piedad por ellos y, pese a sus altos precios, pagó cuarenta dólares por los dos para llevárselos a casa como mascotas.

6 de marzo de 2008
11 de enero de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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