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mujeres de kosovo


[Tracy Wilkinson] Violencia intrafamiliar y trata de blancas siguen siendo un reto para el país que declaró recientemente su independencia.
Pristina, Kosovo. Frunce los labios en un ‘tsk-tsk' cuando le hacen preguntas difíciles. Preguntas sobre su vida, sobre el marido que la golpea, sobre el padre que le niega su herencia y un lugar donde vivir.
Ligeramente jorobada, su delgado cuerpo apenas rellena las varias capas de ropa donada que lleva. A los veintiséis, parece una niña de quince. Tiene tres hijos y terminó la escuela primaria. Cuando se apareció a la puerta de un refugio femenino aquí, rosetones morados cubrían su cara y enmarcaban su destrozada y torcida nariz. Le habían arrancado mechones de pelo.
"Me han golpeado mucho", dijo Fatima. "Me pegaron tanto la última vez que no pude ocuparme de mis hijos".
En los últimos años, dice, ha pasado más tiempo en el refugio ocultándose que en la casa de su marido. Es apenas una exageración.
Fatima en realidad es más afortunada que muchas mujeres del Kosovo, una violenta región acosada por las cargas gemelas de la pobreza y una tradición primitiva. Un estudio de Naciones Unidas calculaba en 2000 que un cuarto de la población femenina del Kosovo sufría de abusos físicos o psicológicos; la policía de Kosovo registró el año pasado 1.077 casos de violencia intrafamiliar.
Fatima y sus hijos pudieron escapar hacia un refugio, uno de los doce que operan aquí. Le ha dado refugio para protegerla de los hombres violentos de su familia y una alternativa a un destino todavía más oscuro: el de ser vendida a una de las expansivas redes que, en esta parte del mundo, trafican mujeres como si fuesen mercaderías.
Pero por cada mujer que se salva en Kosovo, un número no determinado no lo logra, según dicen defensoras de los derechos de la mujer y asistentes sociales.
Dominado por albaneses étnicos, el Kosovo se escindió de Serbia el mes pasado, proclamando su independencia con el ferviente respaldo de Washington. Entre los muchos retos a los que se enfrenta el nuevo país, desde la construcción de instituciones estatales hasta la guerra contra la desenfrenada corrupción, se encuentra el de mejorar el trato históricamente injusto y a menudo criminal dado a sus mujeres.
Como gran parte de los accidentados Balcanes circundantes, el Kosovo ha sido durante largo tiempo un notorio puerto de tránsito para la trata internacional de blancas, en su mayoría de Europa del Este, que son obligadas a prostituirse o convertidas en esclavas.
Después de una brutal represión iniciada por Slobodan Milosevic en 1991, el Kosovo fue puesto bajo la administración de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Naciones Unidas. Desde entonces, el Kosovo ha pasado de ser un punto de tránsito a fuente y destino de la trata de blancas. A menudo funcionarios de Kosovo y ex comandantes de la guerrilla han sido cómplices de este rentable negocio -y la comunidad internacional residente, incluyendo los soldados de Naciones Unidas y los asesores civiles, su mercado.

El Problema del Desempleo
La cuestión ahora es si la independencia, que se encuentra todavía en un estado embrionario y no es reconocida universalmente, resultará en un cambio en la posición de las mujeres y en la erradicación de las redes que trafican en seres humanos. O si las bandas de crimen organizado, con aliados en el nuevo gobierno, tendrán carta blanca.
"Lo primero que debe hacer nuestro gobierno, y han prometido abundantemente, es luchar contra el desempleo. La violencia está relacionada directamente con las condiciones económicas", dijo Naime Sherifa, directora del Centro para la Protección de Mujeres y Niños de Pristina, la primera organización de este tipo aquí. "La gente está muy cansada de ser pobre".
Cansada, dijo, y a punto de explotar. Casi la mitad de la población generalmente joven del Kosovo no tiene trabajo; el Banco Mundial y otros expertos creen que tomará una década reducir el desempleo de manera substantiva. La pobreza disloca a las familias kosovares, que tienden a ser numerosas. Agregad a eso las dislocaciones de la guerra: Miles de personas murieron asesinadas y aldeas enteras fueron arrasadas, sus habitantes obligados a marcharse hacia las zonas urbanas. Allá, muchos viven en condiciones de hacinamiento, desorientados, inadaptados en un ambiente desconocido.
El derrumbe de la estructura familiar y el desplazamiento de la gente hacia las ciudades, creó un anonimato en la sociedad kosovar que no existía antes de la guerra; una de sus consecuencias fue que dejó a las mujeres en situación de vulnerabilidad ante los tratantes de blancas y otros abusos, dice Wanda Troszczynska, especialista en el Kosovo de Human Rights Watch de Nueva York.
Normalmente las mujeres eran relegadas a llevar vidas restringidas en casa, en recintos amurallados que albergan tradicionalmente a las numerosas familias o clanes de los albaneses étnicos. No había libertad, pero las mujeres estaban fuera del alcance de la explotación exterior. Los traficantes buscaban mujeres en otros lugares, como Moldavia y Rumania,, inicialmente para ser trasladadas a Italia y otras partes de Europa y, después de la guerra, para residir en Kosovo y prestar servicios a la creciente población extranjera.
Finalmente más y más mujeres kosovares, arrancadas de sus vidas tradicionales en casa, cayeron en manos de tratantes y fueron seducidas por promesas de trabajo, matrimonio o un celular propio, sólo para terminar en sórdidos bares, clubes de striptease y burdeles.

Implementar Leyes
En su larga marcha para probarse a sí mismos que están preparados para dirigir un estado, los albaneses kosovares fundaron un cuerpo de policía bajo la tutela de Naciones Unidas que poco a poco empezó a hacerse cargo de allanar bares y de rescatar a las víctimas de explotación sexual. En 2006, la policía de Kosovo realizó 99 allanamientos, detuvo a 28 tratantes sospechosos e ‘identificó' a cincuenta víctimas, de acuerdo a estadísticas proporcionadas por la Oficina de Vigilancia y Combate contra la Trata de Personas del Departamento de Estado.
Según se dice, el trabajo de la policía de Kosovo ha mejorado, pero ataca solamente la punta del iceberg.
Más perniciosos que la trata de blancas son los casos de violencia intrafamiliar. Quizás decenas de miles de mujeres son víctimas de violencia en sus casas o se les niegan sus derechos básicos, de acuerdo a activistas de derechos humanos y asistentes sociales. Expertos dicen que el problema atraviesa las divisiones étnicas -albaneses, serbios, gitanos y otras- y es un problema terriblemente subestimado.
Igballe Rogova, directora de la Red de Mujeres Kosovares, una coalición que agrupa a unos cuarenta grupos, dijo que tenía la esperanza de que el gobierno, con el problema de la independencia ya más o menos solucionado, implemente las leyes que ya existen en papel.
"Hoy tenemos mecanismos increíblemente buenos sobre la igualdad de género", declaró una comisión parlamentaria europea sobre problemas de la mujer en Bruselas el mes pasado. "Tenemos una ley sobre la igualdad de género, tenemos una oficina sobre la igualdad de género a nivel de primer ministro y hay funcionarios que trabajan en el terreno de la igualdad de género en todos los ministerios. No estamos satisfechos con la implementación de estos mecanismos pero somos optimistas".
Sherifa dijo que las leyes garantizan a las mujeres el derecho a heredar propiedad en los mismos términos que los hombres. Pero a menudo no se respeta.
En el caso de Fatima, por ejemplo, su padre posee casi cuatro hectáreas de tierra, que ha dividido entre sus hermanos. Pero se niega a darle algo de esa tierra a Fatima, obligándola a vivir con su marido y sus hijos en la pequeña vivienda de su suegro. En una choza de dos cuartos viven hacinadas e infelices siete personas.
Tanto su marido como su suegro la golpean, dice Fatima. Sus ‘delitos' van desde pedir dinero para comprar medicina para un hijo enfermo o pedir comida. A veces, contó, pasa días sin comer. En los últimos dos años Fatima se ha acercado tres veces al refugio, siempre después de golpizas tan severas que no podía soportar el dolor.

Refugio para Mujeres Maltratadas
El refugio, administrado por la organización de Sherifa, es el primero en Kosovo. Es una casa de tres plantas protegida por murallas en una apacible calle de Pristina. La policía la patrulla regularmente. (El Times tuvo acceso al refugio y sus residentes a condición de que no diera a conocer su ubicación ni identificara a sus víctimas. ‘Fatima' es un pseudónimo).
La buena nueva en la historia de Fatima es que cuando, ensangrentada y cubierta de rosetones, llamó a la policía, esta se apareció por su casa. La llevaron al refugio. Volvió a la familia después de que los hombres fueran brevemente detenidos por la policía y fueran amonestados para no volver a golpearla. Sin embargo, ahora está claro que esa intervención fracasó, dijo Sherifa, y deberá buscar un lugar donde Fatima y sus hijos puedan vivir de manera permanente.
Más que nada, Fatima se ve cansada. "Lo lamento por mis hijos", dijo. "Ellos ven esta violencia todo el tiempo. Tengo miedo de que los afecte".
La mala noticia es que los refugios están llenos, y no pueden satisfacer la demanda; los abusadores son rara vez procesados, y los testigos demasiado aterrados como para declarar.
Dijo Sherifa: "Esto es algo que tendremos que solucionar nosotras, y la próxima generación".

wilkinson@latimes.com

11 de marzo de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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2 comentarios

Vanessa carlinda -

Acabo de ver esta triste vida! tengo un novio igual de kosovo, y el quiere que valla a vivir con el pero con esto no creo dejar mi mexico para ir a sufrir alla! MUY BUENA INFORMACION

RAQUEL RICHARTE -

HOLA, SABEN QUE PENA DE VERDAD ESTOY DE NOVIA CON UN JOVEN DE KOSOVO TIENE UN CARACTER MUY FUERTE ELQUIERE QUE YO VAYA A VIVIR ALLA, SOY PERUANA ACA TENGO UNNEGOCIO PROPIO EL ESTUBOACA ENPERU PO POCO TIEMPO ,,,ENDOS OPORTUNIDADES MEQUIZO PEGAR ,PEORLA VERDAD LOPERDONE LEI TODO ESTO Y TENGO TEMOR DE DEJAR TODO POR EL .,,,MUY BUEN AL APAGINA SOLO ESPERO PODER AYUDAR EN ALGO...Y A QUE LA SMUJERES NOS MERECEMOS RESPETO...