fuera de la ley
sam.quinones@latimes.com 13 de abril de 2008
El año pasado, el despacho del fiscal de distrito de Los Angeles, entabló una demanda para clausurar la casa en el número 3304 de la Calle de Drew, en Glassel Park, por ruidos molestos. Ahora las autoridades quieren demolerla.
Durante más de una década, la Casa de la Parabólica, como la conocen en el barrio, fue el centro de la venta de drogas en la Calle de Drew, donde vendedores de drogas y pandilleros han operado con impunidad durante años, dijo la policía.
Según documentos judiciales, en al menos dos allanamientos en la casa desde 2002, los agentes encontraron armas y drogas, así como cámaras de vigilancia, sistemas de seguridad perimetral láser, y un altar a Jesús Malverde, el héroe popular mexicano que se ha convertido en el santo patrono de los contrabandistas de drogas.
Hasta hace poco la casa fue ocupada por María ‘Chata’ León y su familia.
Inmigrante ilegal y madre de trece hijos, León tiene una larga historia de detenciones y tres condenas por delitos relacionados con las drogas -pero sin cumplir tiempo de prisión, según documentos judiciales. Se negó a ser entrevistada para este reportaje.
La policía dijo que León, 44, y su numerosa familia estaban profundamente implicados en el tráfico de drogas que ha convertido a la Calle de Drew en la más notoria de Los Angeles.
El barrio llamó la atención de la opinión pública sólo después de que el mes pasado agentes de policía encubiertos dispararan contra pandilleros que habían asesinado a un hombre en otro barrio del nordeste de Los Angeles. Pero la policía tenía a la Calle de Drew en el radar.
Es "la peor zona de la División del Nordeste", dijo el agente Steve Aguilar, del Departamento de Policía de Los Angeles, que ha patrullado la calle durante cinco años. "He trabajado en dos otras divisiones, incluso en la Centro-Sur. Pero esta es la peor".
La familia León -y los miembros de varias otras familias de inmigrantes en la Calle de Drew a las que las autoridades han acusado de una serie de delitos- viene de la ciudad de Tlalchapa, del estado de Guerrero, que tiene la reputación de ser una de las regiones más violentas de México. La policía estima que decenas de miembros de estas familias pertenecen a la pandilla Avenues.
"Ha servido como una red de seguridad para todos ellos, hermanos, primos y todo el resto", dijo el teniente de la policía de Los Angeles, Robert López. "La probabilidad de que alguien de tu familia te delate es realmente muy baja".
El contingente de Tlalchapa de la Calle de Drew empezó a llegar en los años setenta, atraídos por la promesa de trabajo en la fábrica de conservas Van de Kamp a unas cuadras de distancia, dijeron vecinos ex obreros de la fábrica.
"Allá creamos un pequeño Guerrero", dijo Robesbier Aguirre, que trabajó como capataz en la planta ahora cerrada. Aguirre y otros dijeron que su familia no tomaba parte en las actividades delictivas de la Calle de Drew y se habían marchado cuando las cosas se pusieron feas.
La pobreza empujó a muchos vecinos de Tlalchapa a buscar trabajo en Estados Unidos. Pero también llegaron la violencia que rodea el comercio de drogas y los mortíferos feudos familiares, dijeron autoridades y ex vecinos.
Un lugar donde llegó gente de Tlalchapa fue la Calle de Drew. Los primeros inmigrados vivían por lo general en paz, dijo Epifaio Serrato, alcalde de Tlalchapa, que conoció a su esposa en la Calle de Drew cuando él vivía allá a principio de los años setenta antes de volver a México.
"Los primeros que llegamos no teníamos problemas", dijo Serrato. Pero a medida que fueron aumentando, los vecinos blancos de la zona empezaron a vender sus propiedades a las inmobiliarias, dijo.
Los edificios de apartamentos se duplicaron. Archivos del ayuntamiento muestran que entre 1984 y 1992, los constructores demolieron treinta casas de familia y levantaron complejos de apartamentos en su lugar, agregando 480 unidades al barrio -entre la Autopista de Glendale y el Forest Lawn Memorial-Park- donde se sitúa la Calle de Drew.
Las condiciones de vida se empezaron a parecer a las de muchos proyectos de vivienda social, especialmente en la Calle de Drew, donde la concentración de apartamentos fue mayor. La gente pobre se hacinaba en los altos y grandes edificios, que la policía encontraba difícil de patrullar y los delincuentes utilizaban para esconderse. Los coches aparcados ocupaban las calles, proporcionando a los pandilleros una línea de defensa blindada.
Los mexicanos se mudaron a muchos de los nuevos apartamentos, dijeron ex vecinos de la Calle de Drew. Según los vecinos, las peleas, las fiestas y el alcoholismo se hicieron más corrientes. Riñas insignificantes terminaban a balazos.
"No pasaba un fin de semana sin que oyeras tiros", dijo un vecino, que compró una casa en la cuadra hace más de veinte años.
A principio de los años noventa, algunas familias de inmigrantes que llegaron inicialmente escapando de la violencia de Guerrero, empezaron a marcharse.
"La gente con ambiciones no quería seguir viviendo allá", dijo un ex vecino.
Otro vecino que se marchó fue el hermano de Aguirre, Flocelo, también ex capataz de la fábrica Van de Kamp, que temía que sus hijos terminaran muertos o en la cárcel. Se mudó con su familia a Dalton, Georgia, donde las fábricas de alfombras estaban contratando a los mexicanos de la Calle de Drew.
A medida que los mexicanos llegaban a la Calle de Drew, se fue asentando "la ley del revólver", dijo Flocelo Aguirre. "Para 1990, ya no se podía vivir más allá".
Serie de Detenciones
Sin embargo, muchos mexicanos se quedaron. Uno de ellos, dijo la policía, era María León. Tenía 21 años y estaba en la miseria cuando llegó en 1985, según dicen quienes la conocieron.
Para entonces, la fábrica Van de Kamp estaba cerrando sus puertas, así que León buscó trabajo en otras partes. Más tarde, dijo a un juez que se dedicó a vender joyas de oro de puerta en puerta.
Desde 1985 fue detenida al menos catorce veces, de acuerdo a documentos judiciales. Pero nunca pasó demasiado tiempo en la cárcel.
En 1992 León fue arrestada dos veces en la Calle de Drew por sospechas de posesión de drogas para la venta, incluyendo PCP y marihuana, según la policía. Pero no fue acusada formalmente.
En 1994 León fue arrestada por posesión de narcóticos. Su caso fue desechado. Al año siguiente, fue sentenciada a una pena de prisión y libertad condicional por vender drogas.
En esos años León tuvo trece hijos de cinco hombres diferentes, según actas judiciales. Varios de sus hijos son pandilleros. Uno de sus hijos, Daniel, murió el mes pasado en la balacera en la Calle de Drew después de que, dice la policía, disparara su AK-47 contra agentes de policía.
Los lazos familiares en la Calle de Drew, junto con la pobreza y el hacinamiento, han dificultado la labor policial, dijeron las autoridades. La policía afirma haber visto centinelas en la terraza de los edificios, observando a los polis o a pandilleros rivales, a los que delatan silbando o por teléfono.
En un allanamiento de la casa de León en 2002, la policía de Glendale arrestó a María León y encontró cocaína, marihuana, un arma de asalto Tec-9, municiones, explosivos, material de empaque y un celular que no dejaba de sonar con clientes que pedían drogas, de acuerdo a documentos judiciales. En la casa había seis niños menores de diez años, incluyendo al hijo más joven de María León, un bebé de tres meses.
Un hijo mayor, José León, se declaró culpable de posesión de drogas para vender y fue sentenciado a cuatro años de prisión.
María León se declaró culpable de conducta imprudente con respecto a niños y posesión de un arma de asalto y fue sentenciada a seis años y ocho meses por el primer delito. Fue dejada en libertad a los 259 días y entregada a las autoridades de inmigración en mayo de 2003. Fue considerada "extranjera deportable", pero no está claro si efectivamente lo fue. Una portavoz del Servicio de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos se negó a comentar el caso, mencionando las leyes de protección de la privacidad.
Uno de los hijos de León, Francisco Real, fue condenado en 2002 por tráfico de personas. Otros tres pandilleros condenados, que tienen estrechos lazos con la familia León, han sido detenidos por sospechas de tráfico de personas, dicen las autoridades.
Penetración Frustrada
Las fuerzas especiales de la policía, las redadas contra pandilleros, las detenciones -incluso una orden cautelar contra pandilleros de 2002- no han logrado romper los lazos familiares y la cultura que nutre la delincuencia de la Calle de Drew, dijeron funcionarios.
"Hemos tratado de construir una comunidad aquí", dijo el concejal Eric Garcetti, en cuyo distrito se encuentra la calle.
Pero los inquilinos de la Calle de Drew vienen y van. Los propietarios dicen que a menudo no pueden encontrar inquilinos decentes para vivir en sus viviendas.
El ayuntamiento dijo que "no se supone que debamos tolerar a las pandillas en los espacios" frente al edificio de apartamentos, de acuerdo a un propietario que pidió guardar su identidad por temor a represalias. "¿Se supone que yo debo perseguirlos? No creo".
Encontrar a un testigo dispuesto a declarar es casi imposible, dice la policía. Así, los pandilleros son rara vez acusados de crímenes violentos. Sin testigos, la policía debe depender de casos que pueda probar ella misma, normalmente por posesión de narcóticos.
Otras campañas del gobierno para terminar con la delincuencia en la Calle de Dres han terminado en el fracaso.
En 2002, el ayuntamiento construyó el Juntos Park en la calle; el parque, que costó seis millones de dólares, se ha convertido desde entonces, dicen los vecinos, en un lugar utilizado para la venta de drogas.
El año pasado, el ayuntamiento instaló cámaras de vigilancia sin cristales a prueba de balas. Los pandilleros las estropearon a balazos la primera noche.
"Ahora tenemos que instalar cámaras para supervisar la instalación de cámaras", dijo Garcetti.
Prisioneros de Sus Casas
Hoy la Calle de Drew sigue siendo un mercado de drogas, dice la policía. Pero en los últimos años ha habido algunos cambios.
En 1998, el ayuntamiento zonificó el área para impedir que se construyan más edificios de apartamentos. Se formó hace poco un grupo de vigilantes, aunque se reúnen en secreto.
María León y su familia se han mudado a una casa de dos plantas en una nueva subdivisión de Victorville. Pero la policía cree que la familia sigue dedicada a la venta de drogas en la calle.
En Tlalchapa, a 3200 kilómetros, la Calle de Drew es tan conocida que se la llama "el barrio bajo".
Cerca, algunos vecinos dicen que se sienten prisioneros en sus ordenadas casas sin pintadas que han tratado de vender sin ningún éxito.
"No dejamos que los niños jueguen aquí", dijo un vecino, que no quiso dar su nombre. Los vendedores de drogas son tan comunes que son parte del paisaje. Necesitamos algo más permanente. Aquí apenas estamos sobreviviendo".
30 de marzo de 2008
©los angeles times
cc traducción mQh
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