ecuador purga sus fuerzas armadas
23 de abril de 2008
Correa -que este mes despidió a su ministro de defensa, al jefe de inteligencia del ejército y a los comandantes de la fuerza aérea y del ejército y a los jefes del estado mayor conjunto- dijo que los sistemas de inteligencia de Ecuador estaban "completamente infiltrados y sometidos a la CIA". Acusó a oficiales de alto rango de entregar datos de inteligencia a Colombia, el principal aliado del gobierno de Bush en América Latina.
Los despidos señalan la disponibilidad de Correa, un aliado del presidente Hugo Chávez de Venezuela, de hacer frente agresivamente a las fuerzas armadas ecuatorianas, un tradicional bastión de las elites económicas y políticas de este país de catorce millones de habitantes con una larga historia de golpes de estado. La decisión de Correa marca un claro rompimiento con sus predecesores, ilustrando su posición de que las instituciones ecuatorianas son suficientemente resistentes como para realizar esos cambios después de más de una década de trastornos políticos.
La medida también representa un claro reto para Estados Unidos. Durante casi una década la base aquí en Manta ha sido la avanzada militar norteamericana más prominente en América del Sur, y una importante faceta de la guerra de Estados Unidos contra el narcotráfico. Se realizan aquí al mes cerca de cien vuelos en el marco de la campaña antinarcóticos para vigilar el Pacífico en un elaborado juego del gato y el ratón con narcotraficantes con destino a Estados Unidos.
Pero muchos ecuatorianos rechazan la presencia norteamericana y lo que perciben como una amenaza a la soberanía del país, y Correa prometió, durante su campaña de 2006, cerrar la base.
De momento las fuerzas armadas de Ecuador, responsables del derrocamiento de tres presidentes en los últimos once años, se han inclinado ante la voluntad de Correa, un presidente de izquierda muy popular que ha tratado de ampliar el control del estado sobre el petróleo y la industria minera ecuatorianas, al mismo tiempo que desafía la autoridad de instituciones políticas como el Congreso de su país.
Sin embargo, aún persisten tensiones por su enfrentamiento con los generales, que surgieron después de que tropas colombianas atacaran el mes pasado un campamento rebelde colombiano en Ecuador. El ataque contra el grupo rebelde, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, de orientación marxista, provocó un conflicto entre, por un lado, Ecuador y Venezuela, un país aliado, y, por otro, Colombia. En el ataque perdieron la vida veintiséis personas, incluyendo a Franklin Aisalla, un operativo ecuatoriano del grupo conocido como las FARC.
La confrontación entre Ecuador y Colombia terminó en una cumbre en la República Dominicana, pero se reinició cuando se reveló que agentes de la inteligencia ecuatoriana habían estado siguiendo a Aisalla y que entregaron esa información a fuerzas colombianas y sus asesores militares norteamericanos.
La filtración se hizo evidente cuando se dieron a conocer en Colombia y Ecuador imágenes de video y fotografías que muestran a Aisalla con comandantes de las FARC.
"Yo, presidente de la república, me enteré de esas operaciones leyendo el diario", dijo el presidente Correa, visiblemente irritado, la semana pasada durante una entrevista en la capital, Quito, con corresponsales extranjeros. "Esto no lo podemos tolerar". Agregó que pensaba reestructuras las agencias de inteligencia para tener mayor control sobre ellas.
Para reprender a las fuerzas armadas, Correa nombró como ministro de Defensa a su secretario personal, Javier Ponce, que ha sido un declarado crítico de las fuerzas armadas en sus carreras previas como poeta y editorialista de algunos de los más importantes periódicos de Ecuador.
Esa decisión y otros despidos contrastan con las políticas conciliatorias de Correa con los militares después de que asumiera la presidencia el año pasado, lo que incluyó un aumento salarial para los soldados; un aumento del veinticinco por ciento del presupuesto militar para 2008, a 920 millones de dólares; y lucrativos contratos de construcción de una autopista para compañías controladas por oficiales de las fuerzas armadas.
A diferencia de las fuerzas armadas de la mayoría de los otros países latinoamericanos, los militares de Ecuador han conservado un importante poder económico desde que una junta militar devolviera el poder a un gobierno civil en los años setenta.
A través de consorcios las fuerzas armadas todavía controlan TAME, una de las aerolíneas más importantes de Ecuador, y empresas dedicadas a la fabricación de armas, la pesca de camarones, la construcción, textiles, el cultivo de flores y las industrias hidroeléctricas, haciendo de los militares uno de los grupos económicos más poderosos del país.
Correa no ha puesto en cuestión esos intereses económicos. Pero él y sus partidarios están haciendo esfuerzos para separar a los militares de su tradicional dependencia de Estados Unidos para su adiestramiento y asistencia y fortalecer los lazos con las fuerzas armadas de otros países sudamericanos.
El primer indicio de sus planes para modificar ese estado de cosas fue su promesa de poner fin a la presencia norteamericana en la base de Manta una vez que termine, en 2009, el contrato con Estados Unidos.
Este mes sus partidarios, en una asamblea convocada para proponer una nueva Constitución, retomaron la causa, aprobando una medida que va algo más lejos y en realidad transforman en ilegales las bases militares extranjeras en Ecuador tras el término del contrato. Considerando que la base norteamericana en Manta es la única operación militar extranjera en Ecuador, quedó claro que la medida era un golpe deliberado y bastante público contra Estados Unidos, que gastó más de sesenta millones de dólares en la construcción de las instalaciones aquí para los aeroplanos de espionaje Awacs y miembros de la tripulación.
El ‘puesto de avanzada de operaciones’, como se llama la base norteamericana, fue levantada en 1999 en un acuerdo de diez años con Ecuador después de que el Pentágono y el gobierno de Panamá no lograran ponerse de acuerdo sobre el uso de la Base Aérea Howard en Panamá. El acuerdo, negociado bajo condiciones económicas de extrema penuria por un presidente ecuatoriano que fue derrocado meses después, no otorga ninguna renta a Ecuador.
Correa se ha sentido molesto durante bastante tiempo con el acuerdo, pero el descontento de su gobierno se ha intensificado en las últimas semanas después de que se dieran a conocer informes de que la base de Manta ha sido utilizada para apoyar a personal militar norteamericano durante el bombardeo aéreo colombiano contra un campamento de las FARC. Oficiales de la Fuerza Aérea de Estados Unidos han negado esos informes.
"El único avión nuestro que estaba en el aire durante esa operación era un avión de cuatro hélices de la Guardia Costera que estaba a miles de kilómetros de ahí en el Pacífico", dijo el teniente coronel Robert Leonard, el oficial norteamericano al mando en Ecuador, en una entrevista en Manta, reconociendo sin embargo que el Pentágono ya estaba buscando una ubicación alternativa para la base en Ecuador.
Colombia y Perú son los países que se menciona más a menudo en relación con la nueva ubicación de los aviones de vigilancia norteamericanos, que monitorean a pequeños aeroplanos, lanchas rápidas y semisumergibles a seis mil kilómetros mar adentro en el Océano Pacífico, pero aún no se ha cerrado ningún acuerdo.
Entretanto, las afirmaciones de que las agencias de inteligencia norteamericanas estabab ejerciendo demasiada influencia en Ecuador ha despertado temores entre los críticos de Correa en Ecuador de que podría inclinarse hacia una orientación más radical similar a la postura de Chávez en Venezuela. Hasta el momento, Correa ha sido relativamente moderado.
Oficiales norteamericanos pasan por alto las tensiones con Correa cuando hablan públicamente.
"Las relaciones son completamente transparentes a través de canales oficiales y apropiados, y se basan en intereses mutuos", dijo el portavoz de la embajada norteamericana en Quito, Arnaldo Arbesú, sobre los lazos entre agentes de inteligencia norteamericanos y sus contrapartes ecuatorianos.
De momento, la última palabra sobre el asunto la tendrá Ponce, el arrugado poeta investido como el nuevo ministro de Defensa de Correa.
En una entrevista en Quito, Ponce, 59, mencionó a los gobiernos de izquierda moderados de Brasil y Chile como socios potenciales de una mayor cooperación militar, sugiriendo sutilmente una reluctancia a depender demasiado de la ayuda venezolana, como han hecho países como Bolivia. Pero fue claro en cuanto a depender menos de Estados Unidos.
"Tenemos que dejar de depender demasiado de las relaciones militares con Estados Unidos y con el presidente Bush, ya que muestra poco respeto por las fronteras nacionales o la soberanía", dijo Ponce. "El contagio ideológico es el mayor riesgo de estar demasiado cerca de un aliado como ese".
©new york times
cc traducción mQh
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