quién es fernando lugo
patrick.mcdonnell@latimes.com McDonnell informó desde Asunción; Richter desde Washington. 23 de abril de 2008
Lugo, ex obispo católico, es uno de los presidentes de izquierda más moderado de América del Sur, donde sólo dos países, Colombia y Perú, son gobernados por conservadores.
Después de una holgada victoria el domingo, fue felicitado rápidamente por el embajador norteamericano. Funcionarios del Departamento de Estado dijeron que Lugo no ha mostrado ninguna hostilidad explícita hacia Estados Unidos.
"Estamos dispuestos a trabajar con él", dijo un funcionario del Departamento de Estado, que se negó a identificarse debido a la sensibilidad diplomática del tema.
La izquierda ahora dominante en América Latina ha tomado varias formas: desde la estridente retórica antinorteamericana de Hugo Chávez, de Venezuela, y de Evo Morales, de Bolivia, hasta los sentimientos generalmente pro-norteamericanos de Luiz Inacio Lula da Silva, de Brasil, y Michelle Bachelet, de Chile. Lugo, 56, llamado el ‘obispo de los pobres’, es visto como independiente de Estados Unidos, pero no hostil.
"No conocemos muy bien a Lugo... pero los indicadores dicen que es un tipo relativamente moderado", dijo Gerald McCulloch, ex diplomático norteamericano que preside la Cámara de Comercio Paraguaya-Americana.
Es un indicio de los nuevos tiempos en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina que un presidente electo como Lugo sólo haga levantar las cejas en Washington. Hace una década, un jefe de estado con el historial de Lugo probablemente habría hecho sonar la alarma. El ex obispo apoya la teología de la liberación, una doctrina criticada por el Vaticano por su influencia marxista.
Muchos observadores en el continente dicen que la intensa concentración de Washington en Oriente Medio en los últimos años ha contribuido a reducir su influencia en América Latina. Una región que estuvo antes en el centro de la política durante la Guerra Fría, es ahora una nota al pie de página, de acuerdo a numerosos analistas latinoamericanos.
"No creo que esta elección haya estado siquiera en la pantalla del radar de Washington, considerando todas las otras cosas que están ocurriendo en el mundo", dijo Michael Shifter, de Diálogo Interamericano, un laboratorio ideológico de Washington.
Parte de la creencia de que Lugo gobernará moderadamente proviene del amplio espectro del victorioso partido Alianza Patriótica para el Cambio, de Lugo, cuyos miembros van desde la extrema izquierda hasta la derecha. La clave del anclaje institucional de la coalición es el Partido Liberal Radical Auténtico, un partido conservador bien establecido y con amplios contactos con Estados Unidos.
El vicepresidente de Lugo es un abanderado del partido liberal. Y como presidente, Lugo tendrá que descansar en el bloque de legisladores liberales si quiere hacer aprobar el proyecto que sea en un congreso dividido.
"Si examinas la alianza de Lugo, hay un montón de líderes políticos tradicionales", observó aquí un observador occidental. "No son todos grupos campesinos. No son todos campesinos del sindicato de cocaleros".
Lo último es una referencia a Morales, de Bolivia, que surgió del movimiento de campesinos cocaleros de ese país -y durante largo tiempo hostil a las políticas antinarcóticos de Estados Unidos- antes de ser elegido presidente en diciembre de 2005. Un elemento fundamental de la campaña de Morales fue su alianza con Chávez y su rechazo del "imperialismo" de Washington.
Lugo ha evitado cuidadosamente ese tipo de discurso. En una entrevista con Los Angeles Times antes de las elecciones, Lugo observó el rol a veces contradictorio de Washington en América Latina -y especialmente en Paraguay. El general Alfredo Stroessner, que gobernó el país con puño de hierro durante 35 años fue un aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría antes de que el espantoso historial del gobierno en materias de derechos humanos agriara los lazos con Washington y fuera derrocado en 1989. Su Partido Colorado se mantuvo en el poder durante más de sesenta años antes de la victoria de Lugo.
"Estados Unidos... ha apoyado a las peores dictaduras, pero después defendió la causa de la democracia", dijo Lugo.
Sin embargo, dijo, Washington debe reconocer la nueva realidad en la que los gobiernos latinoamericanos "no aceptarán cualquier tipo de intervención en algún país, sin importar su tamaño".
Este es un tema sensible que encuentra eco en toda América Central y del Sur.
Las intervenciones norteamericanas -golpes de estado, invasiones, financiamiento de grupos armados- han arrojado una sombra sobre las relaciones entre Estados Unidos y la región. Los presidentes de América Latina, incluyendo a Lugo, se han unido en su demanda de no interferencia por parte de Washington.
"No se ven como parte del coto estratégico de Estados Unidos", dijo Shifter, del laboratorio ideológico de Washington.
Sin embargo, Shifter agregó que "las buenas noticias desde la perspectiva norteamericana es que estos gobiernos todavía quieren seguir relacionándose con Estados Unidos, aunque en términos diferentes".
A su vez, el gobierno de Bush ha, en cierto grado, desistido de proyectos impopulares y divisivos, como la zona de libre comercio de las Américas. Brasil y Paraguay estuvieron entre los países que rechazaron el plan, considerándolo injusto con los productores sudamericanos.
Del mismo modo que Lugo se ha cuidado de no atacar a Washington, también ha sido cuidadoso de no meterse con el presidente Chávez de Venezuela ni de elogiarlo excesivamente. Lugo -que ganó con el 41 por ciento de los votos, en comparación con el 31 por ciento de su principal rival, la candidata Blanca Ovelar del Partido Colorado- se vio obligado repetidas veces a negar vínculos con el presidente venezolano e insistió en que no tomaría partido por nadie en el actual enfriamiento de las relaciones entre Chávez y Estados Unidos.
Apurado para que definiera su postura, Lugo dijo que negociaría por una "posición intermedia" entre la izquierda de Chávez y Morales y la posición más moderada de Lula y Bachelet.
"Tenemos que hacer nuestro propia ruta hacia la integración y dejar de ser una isla entre gobiernos progresistas", dijo Lugo al diario español El País. "Hoy en América Latina no existen paradigmas comunes, unificados".
Durante la campaña muchas de las declaraciones de Lugo sobre política exterior se concentraron en los dos vecinos gigantes -Brasil y Argentina- antes que en Estados Unidos. El presidente electo ha prometido conseguir mejores acuerdos con ambos países sobre un par de proyectos hidroeléctricos conjuntos.
La elección de Lugo ha provocado más preocupación de la opinión pública en Brasil que en Estados Unidos, que tiene aquí pocas inversiones. Lula ha declarado firmemente que no está dispuesto a renegociar los términos de un importante tratado hidroeléctrico que Lugo dice que priva a Paraguay de cientos de millones de dólares al año.
"El tratado no cambiará", declaró Lula después de felicitar a Lugo por su victoria.
Aquí en Paraguay, un país de 6.6 millones de habitantes conocido durante décadas por su pobreza, contrabando y gobiernos de derecha, abundan las especulaciones sobre lo que hará el gobierno de Lugo en política exterior y otros aspectos.
"No sabemos si Lugo querrá acercarse a Hugo Chávez", dijo Hugo Estigarribia, senador del Partido Colorado, que ahora pertenecerá al bloque opositor.
Pero muchos paraguayos estaban eufóricos ante la perspectiva de librarse de un aparato de partido condenado por corrupto e incompetente. Miles de personas celebraron en las calles la victoria de Lugo.
"Tengo 59 años. Nací cuando el Partido Colorado estaba en el poder", dijo Eladio Casanova, un camarero en el centro de la ciudad. "Pero no quería morir con el Partido Colorado todavía en el poder".
paul.richter@latimes.com
©los angeles times
cc traducción mQh
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