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castro pide más paciencia


[Indira A.R. Lakshmanan] Aumenta escepticismo de cubanos en medio de penurias económicas.
La Habana, Cuba. Ayer los cubanos terminaron un festivo de tres días conmemorando la rebelión que culminó en la revolución de 1959 con casi nada de la fanfarria pública y multitudinarias celebraciones de años anteriores. El apagado ambiente refleja un extendido malestar en el país comunista, alimentado por aumentos de precios y apagones de 12 horas en un sofocante verano.
Los pocos disidentes pro-democracia dispuestos a manifestarse fueron acosados por partidarios del gobierno y detenidos por las autoridades la semana pasada.
Frente a la escasez de alimentos, bajos salarios, viviendas destartaladas y persistentes apagones, la exasperación por las condiciones de vida está en sus niveles más altos desde que Cuba sufriera un shock económico con la pérdida de los subsidios soviéticos a principios de los años noventa, de acuerdo a residentes.
Pero los críticos, desde los nerviosos ciudadanos corrientes a activistas declarados, advirtieron que el extendido descontento no significa que los cubanos tengan algún plan de levantarse contra el gobierno de Fidel Castro. No es solamente por temor a las severas represalias, sino también porque muchos cubanos todavía piensan que Castro tiene buenas intenciones pero es obstaculizado por enemigos ideológicos en el extranjero y lacayos incompetentes en casa.
La ironía, dicen muchos que están tan molestos con Estados Unidos como con su propio gobierno, es que los cubanos de a pie están sufriendo los efectos de mayores restricciones del embargo comercial norteamericano impuesto por el presidente Bush hace un año, mientras que el objetivo explícito -Castro- retiene el control indisputado del poder.
Vestido con su característico uniforme de faena de color oliva, el presidente de 78 años se dirigió el martes noche a leales del Partido Comunista durante casi cuatro horas, responsabilizando de las penurias de su país al bloqueo norteamericano impuesto en 1962. Sin embargo, dijo que la economía había crecido en un 7.3 por ciento en el primer semestre del año. El Banco Mundial calculó el crecimiento económico en un 1.1 por ciento en 2002, el último año sobre el cual se cuenta con datos.
Castro leyó su discurso con la solemnidad de un discurso sobre el estado de la nación en una discreta reunión en el Teatro Carlos Marx, apartándose de su tradición de hablar el 26 de julio en plazas al aire libre donde se reúnen a aclamarlo las multitudes.
Gritando "¡Viva Fidel!" cuando subía al podio, uno miles de invitados, incluyendo a más de 100 estadounidenses de una organización de beneficencia que trae a Cuba ayuda humanitaria en contravención del embargo norteamericano, aplaudieron la afirmación de Castro de que un sistema que ostenta seguro médico y educación gratuitos es mejor que la mayoría de las sociedades del mundo.
"Como cualquier otro país, tenemos problemas", dijo Gloria Hernández, 55, directora de una escuela local entre los invitados. "Pero aquí nadie se va a dormir sin haber comido ni se despierta sin tomar desayuno".
Responsabilizando a la misión diplomática americana y a la prensa extranjera por fomentar una imagen falsa de intranquilidad en esta isla de 11.2 millones de habitantes, Castro dijo que sus enemigos cubano-americanos en "la mafia de Miami están prácticamente haciendo las maletas para el inminente colapso de la revolución".
Reconoció que varios críticos trataron de protestar la semana pasada. Nueve de los 33 están todavía detenidos, de acuerdo a líderes de la oposición, incluyendo a tres que pueden ser acusados de cargos de subversión, castigados con penas de 20 años de prisión.
Pero en medio de un estruendoso aplauso, Castro dijo que los "traidores y mercenarios" -una referencia a los disidentes locales de los que dice que son pagados por Estados Unidos- no lograrán en "avanzar ni un solo milímetro más allá de lo que... permita el público revolucionario".
Reconociendo que los prolongados apagones estaban causando descontento, dijo que el gobierno había gastado más de 150 millones de dólares para mantener y poner al día las plantas eléctricas y el tendido eléctrico, y había adquirido nuevos equipos para ahorrar energía por un valor de 282 millones de dólares.
El gobierno no ha olvidado los severos cortes de electricidad en agosto de 1994, que provocó disturbios y una crisis de emigración que presenció la salida en balsas al mar de unas 30.000 personas. El martes noche Castro prometió que esos apagones serán pronto cosa del pasado. "Venceremos. Hay que tener un poco de fe", dijo.
Pero con sofocantes temperaturas de 32 grados y humedad, muchos cubanos dicen que se necesita más que fe para dormir sin ventilador, mantenerse limpios cuando los grifos no funcionan o guardan alimentos escasos en las neveras apagadas.
Sonia, 42, que como mucha otra gente pidió que no se usara su apellido por temor a represalias, dijo que no podía dormir y que era atacada por mosquitos cuando había apagones.
"La economía está peor que nunca", dijo, abatida, agregando que la mayor parte de los días no puede comprar carne para su hijo de 12. Vecina de Cabaiguán, a unas horas al este de La Habana, hace autostop a la capital para vender queso casero; gana unos 300 pesos al mes (unos 12 dólares), más o menos el promedio de los salarios cubanos.
Óscar Espinosa Chepe, un ex economista del gobierno convertido en disidente cuya sentencia de 20 años por oponerse al régimen fue suspendida por razones médicas, dijo ayer que no podía reconciliar el pronóstico de Castro de un crecimiento del 9 por ciento este año con las cifras oficiales que muestran dramáticas reducciones en la producción de azúcar, llegando a los niveles de 1908, y una reducción en la generación de electricidad que está afectando a las industrias.
Los 312 pesos que gana al mes el cubano promedio "no es suficiente para comprar 6 litros de aceite de cocina de soja hecho en casa... Los cupones de racionamiento nos permiten comprar sólo un jabón cada dos meses", dijo. "Eso ha creado grandes divisiones sociales".
Un reciente informe del gobierno decía que un 43 por ciento de las casas cubanas necesita reformas, y se necesita medio millón de casas nuevas. El mes pasado, funcionarios dijeron que 1.7 millones de cubanos no tenían agua potable debido a la sequía.
Francos comentarios en el diario del partido, Ganma, indican que el gobierno está consciente de los problemas. Hay rumores de que las autoridades han cubierto con pintura pintadas ridiculizando el ofrecimiento de Castro de arroceras eléctricas cuando no hay electricidad. En apagadas conversaciones los cubanos refunfuñan sobre su destino e imitan sarcásticamente el eslogan del gobierno pintado en chillonas vallas publicitarias: "Vamos bien".
Petróleo subsidiado de Venezuela y créditos de China han permitido a Castro aliviar algo las condiciones, subiendo hace dos meses las pensiones de los jubilados a 150 pesos (6 dólares) al mes y aumentando el salario de los médicos, de modo que los mejor pagados ganan ahora unos 25 dólares al mes. El martes noche Castro dijo que estaba poniendo a disposición unos 14 millones de electrodomésticos.
Pero estas medidas populistas pueden no ser suficientes para satisfacer a los que dicen que han perdido fe en el sistema.
"Yo nací y me crié con la revolución", dijo Mario, 50, taxista oficial. "Pero hoy, ¿qué vamos a celebrar?"
"Es una fachada, una farsa", dijo sobre el discurso de Castro sobre un futuro mejor. "Las palabras son bonitas, pero la realidad es otra cosa. Toda la gente que conozco está desilusionada".

29 de julio de 2005
©boston globe
©traducción mQh


1 comentario

serginho -

Hola, esta es mi primera visita por aqui.

Soy un blogger Chileno, y andaba buscando otros blog, el mio lo tengo hace poco mas de mes y medio.

Y me encontre con el tuyo, un agrado, muy interesante... cuidate. nos leemos.

SERGINHO