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la mala sangre tiene historia


Dos años demoró la autora en investigar y escribir este crudo libro inscrito en la vertiente de lo que ella llama la literatura de facto, donde relata la historia del ex militar de la DINA acusado de los peores crímenes cometidos durante la dictadura de Pinochet.
[ Danielo Maestre] Santiago, Chile. Por la sangre de Mónica Echeverría corre la historia de Chile. Hay una saga familiar que registra los nombres de Andrés Bello, Eliodoro Yáñez, Inés Echeverría, Juan Emar, José Donoso. Tiene cinco hijos, siete libros, marido arquitecto (Eduardo Castillo Velasco), cofundó el Ictus, el primer Centro Cultural Mapocho y Mujeres por la Vida.
Nunca los protagonistas de sus libros han tenido un buen final. Clotario Blest, (‘Antihistoria de un luchador’) murió desechado, pobrísimo, asilado en los franciscanos. Inés Echeverría (‘Agonía de una irreverente’) murió sin poder hablar; ella, que era todo verbo. Y Sonia Edwards (‘Cara y sello de una dinastía’) murió en el ostracismo social.
Hoy a las 19:30 horas, se presenta en el Museo de Arte Contemporáneo, MAC (Parque Forestal S/N) el libro ‘Krassnoff. Arrastrado por su destino’, duro texto editado por Catalonia, que trasciende la mera biografía. Su protagonista, el coronel chileno Miguel Krassnoff Martchenko, acusado de los peores crímenes, se encuentra poseído por su historia genealógica. La autora lleva al lector a increíbles escenarios de las estepas rusas y las grandes guerras europeas del siglo pasado.

Culatazos
Mónica dice que se sintió llamada a investigar a este personaje porque: "Sentí la necesidad de responder a un torturador que trataba de explicar su actitud ante los jueces, señalando que él había salvado a mi hija Carmen Castillo".
Carmen era por ese entonces (1974) la pareja embarazada de Miguel Enríquez, máximo líder del MIR. "Tras realizar este libro concluí que lo que él hizo el 5 octubre del ’74 fue tratar de detener a Moren Brito, que fue de los primeros en entrar en casa de calle Santa Fe y quien se enfrentó a una mujer embarazada e inconsciente a la que tomó del pelo y le pegó con la metralleta quebrándole varios dientes. Krassnoff también iba entrando y detuvo la golpiza diciendo: ‘Déjala no vale la pena, no es lo que andamos buscando’. La salvaron los vecinos, en particular un almacenero anónimo que llamó a la asistencia pública del Barros Luco, que la socorrió y acompañó hasta el hospital donde le practicaron una transfusión que le salvó la vida". En el texto vemos un Krassnoff habitado por las contradicciones más profundas. Un tipo capaz de las más ruines vilezas que al mismo tiempo se considera un inocente. "Él se declara un enviado de Dios que viene a salvar al mundo del comunismo, él cree que está cumpliendo una misión sagrada", dice Echeverría enronqueciendo su dulce voz.
El libro recopila testimonios de víctimas y victimarios que van reconstruyendo una realidad indesmentible. Impactantes e inéditas memorias de sobrevivientes de los centros de reclusión y tortura de Pinochet develan la personalidad del cruel oficial.

No Habrá Olvido
La autora intentó entrevistar a Krassnoff en varias ocasiones pero no lo consiguió. "Me negaron hacerle una entrevista directa utilicé entrevistas indirectas. Dos veces lo intenté, pero fue imposible porque él se negaba a recibirme. Para mí fue muy importante la información que emana de un guardia llamado Samuel Fuenzalida, conscripto del norte que es reclutado por la DINA por su estatura, él pasa por Londres 38, José Domingo Cañas y la Villa Grimaldi donde actúa como asistente de los torturadores. Él me confiesa todo lo que sucedía. Él se arranca el ’77 y cruza la frontera a Argentina, luego a Europa donde se presenta en Naciones Unidas, declarando todo lo que ha visto en Ginebra y donde lo necesiten, como el juez Garzón, por ejemplo".
Los acontecimientos narrados en el libro llevan a una inevitable reflexión sobre la naturaleza humana, la culpa y el perdón y, por último, el de la memoria que no permite el olvido. "Uno logra entender y comprender hasta cierto punto la vileza y los crímenes de Krassnoff, pero no por eso llego a perdonarlo, soy una convencida de que debe pagar sus culpas, cuando ni siquiera la reconoce ni tiene la humanidad de pedir perdón".

11 de julio de 2008
©la nación
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