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secuestradores eran policías


Policía mexicana vinculada a creciente ola de secuestros. Muchos tienen miedo de recurrir a las autoridades en casos de secuestro, por temor a que los agentes sean sus autores. El problema causa bochorno al presidente Felipe Calderón.
[Marla Dickerson y Cecilia Sánchez] Ciudad de México. Cuando su hijo de catorce fue raptado violentamente por hombres armados en la calle a principios de junio, se dice que la familia Martí hizo lo hacen muchos mexicanos ricos en tales circunstancias.
Los fundadores de una cadena de tiendas de artículos deportivos contrataron a un negociador privado para tratar directamente con los secuestradores. No dijeron nada ni a la policía ni a la prensa. Pagaron millones de dólares por el rescate. Luego esperaron la señal de que el chico había sido liberado.
Pero no llegó.
El cuerpo descompuesto y acribillado de balas de Fernando Martí fue encontrado el viernes en el maletero de un Chevy robado que había sido abandonado en un barrio de clase obrera en Ciudad de México. Para muchos, las noticias del lunes fueron igual de malas: las autoridades dijeron que habían arrestado al menos a un comandante de la policía de la ciudad en relación con el crimen, y que probablemente había otros agentes implicados.
La posibilidad de la participación de agentes de policía en el caso causa la incomodidad del presidente Felipe Calderón, que ha estado librando una guerra de alto riesgo contra los violentos carteles de la droga desde que asumiera el cargo en diciembre de 2006.
La campaña contra las organizaciones de narcotráfico, así como contra otros criminales violentos, ha sido repetidas veces comprometida por agentes de policía corruptos, empujando a Calderón a recurrir al ejército. Para junio, cuarenta mil soldados y cinco mil agentes federales fueron desplegados en todo el país. La semana pasada la administración también inició una drástica reorganización de la oficina del procurador general federal en respuesta a la ineficiencia de la repartición. Personeros informaron el lunes que un procurador que supervisaba la extradición de narcotraficantes había renunciado, el segundo funcionario de alto nivel en dejar la oficina del procurador general en el curso de una semana.
Aunque la policía de Ciudad de México dice que no cree que la banda que secuestró a Fernando esté implicada en el narcotráfico, muchos otros secuestradores podría estarlo. Bajo presión de una represión federal, algunas bandas están recurriendo al secuestro y a la extorsión para compensar la reducción de las ganancias en el comercio de drogas.
"Las autoridades sabían que si atacaban el tráfico de drogas y se hacían con el dinero del tráfico, los delincuentes empezarían a buscar alternativas", dice María Elena Morera, directora de una organización de ciudadanos contra el crimen de Ciudad de México. "La trágica muerte de Fernando Martí refleja lo que están viviendo muchos mexicanos".
No hay duda de que los secuestros en México están aumentando, especialmente en las ciudades claves para el narcotráfico a lo largo de la frontera con Estados Unidos, donde los criminales han encontrado blancos fáciles entre los dueños de negocios, médicos y otros profesionales que han prosperado en la región.
Según cifras oficiales, el año pasado 438 mexicanos fueron secuestrados. Eso implica un aumento del 34 por ciento con respecto a 2006. Pero se cree que estas cifras pueden no ser más que una fracción de la verdadera cantidad de secuestros. Los expertos dicen que muchos mexicanos dudan a la hora de contactarse con la policía por temor a que los agentes estén implicados en los secuestros y que será peor para sus seres queridos si no acceden a los deseos de los delincuentes.
Se cree que Tijuana sufre más secuestros que cualquier otra ciudad del mundo a excepción de Bagdad, de acuerdo con una firma de seguridad internacional que se especializa en negociaciones sobre rescates al sur de la frontera. De acuerdo a organizaciones de apoyo a las víctimas, en los últimos años cientos de residentes han sido secuestrados.
La llegada de miles de tropas federales ha contribuido a fragmentar los carteles de la droga y en algunos casos los ha empujado a buscar nuevos modos de hacer dinero.
Pistoleros fuertemente armados, a menudo simulando ser policías o actuando en complicidad con agentes corruptos, han cometido secuestros en centros comerciales, restaurantes y estacionamientos. Encierran a sus víctimas en redes de casas de seguridad, esposándolos y vendando sus ojos. A veces los secuestradores amputan dedos u orejas de sus víctimas para enviárselos y aterrorizar a sus familiares y obligarles a pagar por su rescate.
"El delito de secuestro es uno de los más dolorosos porque afecta a la víctima, a las familias y a los amigos", dijo Morera, cuyo marido fue secuestrado. Él sobrevivió el secuestro, pero volvió con varios dedos menos.
El aumento de los secuestros ha llevado a miles de mexicanos adinerados a huir del país o a rodearse de medidas de seguridad.
Aparentemente, ese era el caso de la familia Martí.
El padre de Fernando, Alejandro, es un conocido hombre de negocios que inició una popular cadena de artículos deportivos y una serie de gimnasios. Un empresario que se hizo a sí mismo, empezó vendiendo camisetas en la calle durante las Olimpiadas en Ciudad de México en 1968.
Las autoridades no han entregado información sobre el caso Martí. Pero de acuerdo a informes de prensa, Fernando iba en un coche con chofer y un guardaespaldas cuando el 4 de junio fue obligado a parar por hombres que pensaron que eran policías. Los hombres armados mataron a los adultos en el lugar mismo, y secuestraron al niño.
Un informe de prensa dijo que la familia pagó seis millones de dólares por la liberación del niño y esperaron desesperados después de que los secuestradores dejaran de comunicarse con ellos.
La noticia que los Martí temían se dio a conocer el viernes cuando los vecinos de un sórdido vecindario de Ciudad de México informaron sobre el terrible hedor que provenía de un coche plateado estacionado en una calle residencial. La policía encontró el cuerpo de Fernando en el maletero. Le habían disparado varias veces. Los expertos forenses dijeron que llevaba más de un mes muerto.
De acuerdo a José Antonio Ortega Sánchez, presidente de otra organización de ciudadanos contra el crimen, desde 1970 han sido asesinadas más de ochocientas víctimas de secuestro en México. Agregó que la violencia estaba remeciendo los fundamentos del país.
"El problema aquí es la corrupción, la complicidad y participación de las autoridades... Si Calderón no purga sus propias organizaciones de seguridad, no será capaz de hacer nada", dijo.
Fernando fue sepultado el domingo. Una foto en primera plana en el diario de circulación nacional Reforma mostraba un coche fúnebre seguido por una procesión de coches de lujo. Había tantas flores, de acuerdo a un informe, que tuvieron que ser enviadas al cementerio en un camión de carga.
Las páginas de los diarios de la capital se vieron inundadas por esquelas y notas de condolencias de socios y amigos de la familia, así como de enfadadas cartas al director.
"México está sumergido en un abismo de sangre e incertidumbre, inconcebible e interminable", decía una de esas cartas.
La policía de Ciudad de México identificó al policía arrestado como el comandante José Luis Romero Jaimes, pero no entregó mayores informaciones sobre él.
También fue detenido Marco Antonio Moreno Jiménez. Boletines de prensa lo habían identificado originalmente como miembro de la policía federal, lo que fue desmentido por las autoridades de la capital.

marla.dickerson@latimes.com

Reed Johnson contribuyó a este reportaje.

14 de agosto de 2008
5 de agosto de 2008>
©los angeles times
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