mentiras del guardiacárcel
14 de agosto de 2008
Décima aseguró que se sorprendió de que le ordenaran acompañar a Vargas Aignasse. "Generalmente llevamos detenidos al hospital porque estaban enfermos, pero nunca a alguien que quedara en libertad", dijo el ex policía. "De repente, cuando íbamos por las intersecciones de la Avenida Mitre y Corrientes (en el centro de Tucumán), se nos acercó una camioneta con mucha gente. Eran varios. Pero no llegué a ver más nada. Absolutamente nada", terminó.
En ese momento, el fiscal federal le dijo a Décima que no estaba contando toda la verdad, ya que él había declarado en otras oportunidades dos versiones diferentes. Los funcionarios judiciales le mostraron al testigo un acta en donde estaba su firma en la que decía no sólo cómo se había realizado el segundo secuestro de Vargas Aignasse sino, también, que contaba detalle de sus atacantes.
"La mayoría de los atacantes eran jóvenes y estaban vestidos de civil tipo sport y sus cabellos, desparramados por el viento y la velocidad del vehículo. Casi todos rubios, pelo no muy largo y usaban bigotes", había asegurado Décima en el año 1976 sobre el mismo hecho y a las pocas horas de haber ocurrido.
El ex penitenciario afirmó ante el tribunal oral de Tucumán que él no había declarado eso, pero reconocía su firma. En varias oportunidades el fiscal Terraf intervino para repreguntarle sobre los hechos de esa madrugada y volvía a entrar en contradicción.
Décima, además, dijo ayer que luego del supuesto secuestro lo llevaron a un lugar que no conocía, que se fue corriendo solo por un cañaveral, que fue socorrido por un colectivo fuera de servicio que pasaba por una ruta, también desconocida, que tomó un ómnibus de la línea 12, que llegó al penal de Villa Urquiza, informó a sus superiores de lo ocurrido y que no tomaron ninguna medida al respecto. Luego y una vez terminado su turno de trabajo, se fue a su casa.
En las declaraciones anteriores (realizadas ante el juez militar Nº 76 de Tucumán durante la dictadura) aseveró haber estado en El Manantial (acceso sur de la capital tucumana) y que luego se subió a un transporte público de pasajeros, pero desde la terminal de colectivos, y que siempre estuvo acompañado por el chofer del vehículo (un oficial de apellido Oviedo), que les entregó a sus superiores una bolsa con la capucha y las ataduras que tuvo puestas en el supuesto secuestro.
Luego de esas palabras, el fiscal Terraf pidió al juzgado "la inmediata detención del testigo por falso testimonio". El reclamo se resolverá al final del juicio.
Otro de los testigos de ayer fue el hijo mayor del político que lleva su mismo nombre. Relató cómo fue el 24 de marzo de 1976, cuando tenía nueve años. "Yo vengo a dar sólo la versión de un chico que cree que estaban asaltando en su casa. Más allá de todo lo que pasó estoy contento de que esto esté pasando. Que haya un acusado y que pueda cerrar parte de la historia", dijo.
Ni Bussi ni Menéndez estuvieron presentes en la audiencia de ayer en Tucumán. Escucharon las declaraciones en una sala contigua. Pero sí estuvieron los hijos del represor local, Ricardo y José Luis.
El tribunal ordenó una pericia caligráfica para José Jerez, quien cumplía funciones en la cárcel de Villa Urquiza como jefe de Guardia. Además, los magistrados decidieron realizar un careo entre Roque Cabral (ex juez militar durante la dictadura), Raúl Molina (se desempeñó como su secretario) y José Jerez, quien fue jefe de Guardia la noche en la que fue liberado Vargas Aignasse. El pedido se sustentó en la necesidad de corroborar los dichos de Jerez, que fueron volcados en una declaración tomada por Cabral y que el guardiacárcel negó haber dicho. El acto data de los días posteriores a la desaparición de Vargas Aignasse. Por esto, el fiscal Terraf también pidió detención por falso testimonio del ex jefe de Guardia.
Las testimoniales se suspendieron hasta el martes próximo a partir de las 9.30, cuando declare el hermano del senador desaparecido, Rodolfo Vargas Aignasse, ex secretario de Cultura del gobierno de José Alperovich.
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