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el idiota de la familia


columna de mérici
Inmediatamente después de la reunión de los presidentes sudamericanos de Unasur en el Palacio de La Moneda en Santiago, el canciller chileno Alejandro Foxley manifestó su satisfacción por los logros de la cumbre, expresando sin embargo que había temido por el fracaso de la reunión debido a la insistencia del presidente Chávez en referirse en la declaración final explícitamente al intervencionismo norteamericano en Bolivia. "Hay puntos de vista distintos del punto de vista político [...]", dijo el canciller. "[...] Quiero decir que no compartimos el planteamiento que él hace, creemos que los problemas de la región hay que solucionarlos en la región [...] A mí no me gusta andar responsabilizando a otros", dijo Foxley, según se lee en la edición de El Mercurio online del 16 de septiembre.

"En vista de las alocuciones del presidente venezolano", comentó El Mercurio, "el secretario de Estado reconoció haber estado ‘preocupado’ y dijo que en un momento sintió que la cumbre podía fracasar cuando éste exigió una declaración" en contra de Estados Unidos. "El tono no me pareció el más propicio", dijo Foxley, "para construir un acuerdo, afortunadamente no fue acompañado por el resto [...] a mí no me gusta apuntar con el dedo a nadie" (en El Mercurio online citado).

En estas declaraciones, recogidas por el canal católico de la capital, el canciller lamentaba la posición contra Estados Unidos del presidente Chávez. Según un comentario posterior en El Mercurio, "[...] a pesar de que hubo intervenciones de Chávez, Correa y Evo en contra de Estados Unidos, una manifestación mayor en contra de ese país fue contenida por Bachelet, quien logró -como se había programado- omitir cualquier alusión a la nación norteamericana en la declaración final" (emol). Habrá querido decir el periodista que no se incluyó ninguna alusión directa, porque la Declaración de La Moneda empieza justamente recordando los principios de la organización, cuyo Tratado Constitutivo "consagra los principios del irrestricto respeto a la soberanía, a la no injerencia en asuntos internos, a la integridad e inviolabilidad territorial, a la democracia y sus instituciones y al irrestricto respeto a los derechos humanos". Si esta introducción no es una alusión a Estados Unidos, no sé qué otra cosa podría ser.

El canciller Foxley lamentó en ese telediario de Canal 13 la posición antinorteamericana de Venezuela, llegando a sugerir que Estados Unidos debiese ser abordado sobre este asunto, aparentemente olvidándose que apenas llegar a Santiago, el principal invitado de la cumbre, el presidente Evo Morales, insistió en que los motivos que tuvo para declarar persona no grata al embajador norteamericano en La Paz fueron que sus agencias de inteligencia lo pillaron participando en los planes de subversión de los prefectos de los departamentos del Oriente boliviano. La injerencia estadounidense en Bolivia viene siendo denunciada por el gobierno y organizaciones sociales desde hace bastante tiempo -de hecho, desde que Morales asumiera la presidencia. El embajador norteamericano no es el primer funcionario estadounidense en ser expulsado del país. Lo precedieron varios agentes de la DEA y de organizaciones de ayuda acusados de conspirar contra el gobierno.

El canciller Foxley tampoco consideró que los servicios de seguridad de Chávez venían de desbaratar una conspiración para asesinar al presidente venezolano, en la que es muy probable que estén implicados los norteamericanos.

La torpeza del canciller es francamente increíble, pues junto con insultar al presidente venezolano, insultó de paso a Evo Morales y a Rafael Correa, el presidente de Ecuador, que tienen todos problemas justamente con el intervencionismo norteamericano.

La cancillería venezolana ha exigido que el canciller chileno rectifique sus dichos. "[...] Invocando el grave daño que sus opiniones personales pueden causar al proceso de unión sudamericana en un momento tan crucial, estamos en derecho de exigir de usted, respetuosa pero firmemente que reflexione, se disculpe y rectifique sobre lo sucedido" (en La Tercera). Según La Tercera, Nicolás Maduro, el canciller venezolano, dijo que Foxley debió "mantener una conducta seria y respetuosa y no cometer el error de comprometer a su gobierno dejándose llevar por opiniones personales que distorsionan la realidad de lo sucedido en el seno de la reunión presidencial".

El canciller venezolano encuentra "[...] incomprensible que nuestro presidente [Hugo Chávez] sea objeto de tan gratuitas demostraciones de animadversión y amargura personal de parte de un gobierno amigo, presidido por una mujer, Michelle Bachelet, a quien el pueblo venezolano admira y respeta".

Es poco probable que el canciller ofrezca sus disculpas, pues ni siquiera parece entender la magnitud de su metedura de patas. Pretende invitar a Estados Unidos a los trabajos de la Unasur, que se reunió precisamente para rechazar la injerencia norteamericana en Bolivia, y luego desmiente y ridiculiza a los presidentes boliviano y venezolano acusándoles, en un lenguaje digno de guardería infantil, poco menos que de acusetes care cuetes. ¡Válganos la macarena con el canciller! Pues según leemos en El Mercurio dijo el canciller chileno que "[...] creemos que los problemas de la región hay que solucionarlos en la región [...] a mí no me gusta andar responsabilizando a otros" (emol).  E, increíblemente: "[...] A mí no me gusta apuntar con el dedo a nadie".

Vaya. ¿Qué pueden significar estas declaraciones torpes y desatinadas? Pareciera que pone en duda la veracidad de las conspiraciones descubiertas en Bolivia y Venezuela. Y, en realidad, pareciera que acusa a estos países de ser responsables de que Estados Unidos intervenga en sus países. Ciertamente esto es lo que parece, sino no habría cometido el desatino de imaginar que la presencia de Estados Unidos sería bienvenida en un foro americano que ha sido creado precisamente para eludir su poderosa y corrompedora presencia. Se podría incluso interpretar, en esas necias declaraciones del canciller, que sus objetivos en Unasur son los mismos que tuvieron los griegos cuando construyeron su caballo de palo en el asedio de Troya.

Se desprende, pues, de las palabras del canciller que Bolivia o bien inventa la conjura norteamericana o bien no debiese considerarla seriamente, y que si Morales tiene problemas, no los tiene por culpa de la intervención norteamericana, sino por la oposición de otros bolivianos. Es un punto de vista francamente necio. Es como si en Chile en 1970, descubierta la participación de Estados Unidos en el asesinato del general Schneider, el gobierno chileno hubiese decidido guardar silencio y dejar que ese país continuase con sus planes de subversión -que fue probablemente lo que ocurrió, pues la policía trazó rápidamente a sus ejecutores pero nunca dijo nada sobre quiénes estuvieron detrás de ese atentado, que hoy sabemos que fue urdido y financiado por la embajada norteamericana en Santiago, y ejecutado por elementos antipatriotas de la organización neo-nazi Patria y Libertad y algunos militares, en un intento frustrado de impedir el nombramiento del presidente Allende.

Que Bolivia tenga problemas con su oposición de extrema derecha no excusa la conducta de inaceptable intromisión de Estados Unidos. Ciertamente no dejará de haber problemas en Bolivia porque el embajador Goldberg haya sido devuelto a su país. Pero sin duda habrá menos problemas, y permitirá que Morales dedique todas sus energías al problema del Oriente, que hoy requiere más que nada una solución que no puede prescindir de un mayor esfuerzo policial.

En realidad es incomprensible, como señalan los venezolanos, la animadversión contra el presidente Chávez que anima al canciller chileno. ¿Tendrá alguna rencilla personal con él? Porque es francamente asombrosa la amargura que demuestra en todo lo que referente a Venezuela y su presidente. Dudo mucho que el canciller trate con la misma altanería e insolencia al presidente Bush, para nombrar a alguien, o al rey Juan Carlos.

Ahora, lamentablemente, presidenta ha salido en defensa de su neurasténico canciller. Y él mismo ha declarado que no quiere perder el tiempo en "polémicas inútiles". Pero si piensa esto de verdad, ¿por qué inició esta polémica con esas necedades tan injustas e inoportunas? Para no crear esta polémica, sólo le habría bastado con callar (véase La Nación del 19 de septiembre de 2008).

Sorprende enterarse que según la presidenta el mayor logro de la reunión de los presidentes es que "Bolivia esté en mesa de diálogo" (misma fuente anterior). Qué curiosa interpretación. Yo pensaría que el logro más importante, quizás más allá de la declaración misma, es que por primera vez se reúne un grupo de presidentes americanos para rechazar la intervención norteamericana en un país del continente -un rechazo que no pudo expresarse explícitamente en parte gracias a la nefasta participación chilena, cuyo canciller se opuso tercamente a poner en papel lo que ya es de conocimiento público.

Conviene recordar que el presidente Morales inició su intervención en el Palacio de La Moneda denunciando la injerencia norteamericana en su país. Las claras demostraciones de solidaridad de otros países de América Central y del Sur -con Venezuela a la cabeza, que expulsó a su vez al embajador norteamericano y ofreció ayuda militar al gobierno boliviano si este requería esa ayuda en caso de golpe de estado- han dejado en claro que América Latina está harta de la indeseable injerencia estadounidense en apoyo de los grupos más reaccionarios y violentos de nuestros países. Los países de Unasur, y más allá, muchos países individualmente, y en particular Venezuela, no tolerarán un golpe de estado en Bolivia. Este me parece que es el principal e histórico logro de la cumbre de Unasur.

Así que es muy lamentable que la presidenta no regañe y llame al orden a su canciller. Con Alejandro Foxley no se sabe si estamos frente a un nuevo caso de nuestro hombre en La Moneda o solamente ante el idiota de la familia.

[mérici]

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