fantasma de la cutufa
19 de septiembre de 2008
[Leslie Ayala Castro] Valparaíso, Chile. Una vez más conductas monetarias irregulares llevan al coronel (R) del Ejército Gastón Ramos Cid a ser castigado por la justicia. El jueves pasado la Corte de Apelaciones de Valparaíso confirmó la condena a 541 días de cárcel sin beneficios en contra del retirado oficial por el delito de giro doloso de cheques.
Éste ya había sido sentenciado en 1998 por ser uno de los creadores de la financiera ilegal llamada La Cutufa, que funcionó al interior de la entidad castrense a mediados de los años 80 bajo el amparo de los organismos represivos de la dictadura. Esto último, ya que la mayoría de los participantes y organizadores pertenecían a las filas de la CNI o la DINA.
El tribunal de alzada porteño rechazó la apelación del abogado Carlos Castro quien pedía la absolución de su cliente porque los cheques utilizados por Ramos tenían órdenes de no pago y según él no se configuraba el ilícito por el que se le condenó.
Tales argumentos fueron desestimados por las ministras Dinorah Cameratti, Mónica González y el abogado integrante Carlos Fuentes, quienes indicaron que la forma en que el otrora miembro del Ejército dictaminó la orden de no pago fue del todo irregular, por lo que -se desprende del fallo- que se pudo acreditar que sí existía la intención por parte de Ramos de defraudar a un tercero.
Los hechos se remiten al año 2005 cuando en la ciudad de Quillota habría realizado negocios por cerca de $30 millones con la exportadora Chiquita Enza de esa localidad.
En varias oportunidades habría entregado cheques sin fondos a las firmas, lo cual se tradujo en grandes pérdidas para los modestos empresarios de la zona. Hasta el cierre de esta edición aún no se conocía del ingreso de un recurso de casación para impugnar este fallo.
Los Cutufos
La historia de esta financiera ilegal se remonta a mediados de los años 80 cuando Castro contacta a Ramos para iniciar un extravagante negocio al interior del Ejército que rápidamente atrajo la atención de muchos oficiales de la rama castrense.
Lo que los creadores de La Cutufa prometían a quienes depositaban dineros en la financiera era pagar un 8% de interés respecto a sus ahorros. Un negocio redondo para la época.
Pero la gallina de los huevos de oro dejó de empollar cuando los partícipes quisieron retirar sus ganancias, a propósito de los problemas de liquidez que La Cutufa comenzó a tener a fines de esa década.
Uno de los principales asociados, el empresario gastronómico Aurelio Sichel quiso retirar cerca de $200 millones que le pertenecían pero los creadores de la financiera se negaron.
El sujeto habría amenazado a los cabecillas con contar todo lo que sabía del negocio. Luego de esta advertencia, es asesinado en la puerta de su casa por cuatro desconocidos.
Cuando su mujer concurre a declarar por la indagatoria del homicidio sale a la luz el negocio que se urdía al interior del Ejército, desatando la polémica en la institución castrense y el país. Tras un largo proceso varios oficiales son condenados.
©la nación 
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