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tropas renegadas saquean el congo 4


No se puede entender los problemas y conflictos en el Congo sin considerar la maldición de sus riquezas naturales. Cuarta entrega. Un problema entre otros.
[Lydia Polgreen] Bisie, Congo. El coronel Matumo se negó a ser entrevistado para este reportaje. Pero no hizo ningún esfuerzo por ocultar su poder en la mina, dirigiendo abiertamente la producción y la venta de decenas de sacos de mineral. Un hotel de su propiedad es también depósito de minerales, y cada mañana los cargadores llegan hasta allá para acarrear el producto para su venta en la carretera principal.
Un mayor que dijo que había sido enviado por el máximo jefe militar del Congo para evaluar la situación dijo que el gobierno quería que la milicia se marchara, pero tenía muchos otros problemas de seguridad por resolver. Nkunda, el general tutsi renegado, ha estado librando una feroz subversión en otra parte del este del Congo, y hasta el momento el ejército ha sido incapaz de derrotarlo.
"Sam es apenas uno de muchos otros problemas", dijo el mayor, que se negó a decir su nombre, sobre el coronel Matumo. "Si no podemos encargarnos de Nkunda, ¿cómo podríamos obligar a Samy a marcharse cuando no quiere?"
Bisie puede estar en el medio de ninguna parte, pero el mineral que produce está estrechamente ligado al mercado global. Después de que los cargadores acarrean la carga, a veces más pesada que los hombres mismos, el mineral llega a los intermediarios a lo largo de la carretera principal. Uno de esos intermediarios, Bakwe Selomba, dijo que no le importaba pagar a los milicianos porque el pago garantizaba su inversión.
"Para ser honesto, para nosotros es mejor que estén aquí", dijo. "Yo puedo enviar a mis compradores a la selva con montones de dinero, y nadie los tocará siempre que hayamos pagado el impuesto. Eso nos protege".
Después el mineral es transportado en camión por algunos kilómetros de pavimento a la aldea de Kilambo. Allá, en un tramo del camino ligeramente curvo, aviones de cargo de la era soviética aterrizan y despegan, a veces hasta dos docenas de veces al día. El esqueleto de dos aviones que presumiblemente fallaron en esta difícil maniobra yacen a un lado de la pista improvisada, cubiertos de un moho verdinegro.
Los aviones aterrizan en Goma, la capital de la provincia, donde otros intermediarios compran y procesan el mineral para su exportación. Alexis Makabuza, de la Global Mining Company, es uno de esos compradores. En medio de las maquinarias de clasificación y lavado de su rudimentaria planta de procesamiento se encuentran decenas de barriles de estaño. Cada uno lleva impresa la dirección de la Malaysian Smelting Company Berhad, una importante fundidora de estaño. Makabuza dijo que vende a la compañía a través de un corredor de minerales.
En un contrato manuscrito entre un funcionario del gobierno local y un representante de la compañía de Makabuza firmado en 2006, cuando operaba con otro nombre, la compañía accedió a pagar un gran porcentaje de sus ganancias de la mina a cambio de una garantía de seguridad. La milicia del coronel Matumo es la única fuerza que opera en la zona, y la mayor parte de este dinero termina en sus manos, de acuerdo a funcionarios de seguridad de la región.
Makabuza desdeñó las preguntas sobre sus tratos comerciales con la milicia.
"Respetamos las reglas", dijo. "No soy más que un comprador, como todos los demás".

1 de diciembre de 2008
16 de noviembre de 2008
©new york times
cc traducción mQh
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