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murió andrew wyeth


Pintor estadounidense. A los 91. Los paisajes en acuarelas de Wyeth y sus retratos lo convirtieron en uno de los más apreciados pintores estadounidenses. Siguió siendo un pintor figurativo que prosperó incluso en momentos en que se consideró que el género se había convertido en anticuado.
[Myrna Oliver] Murió Andrew Wyeth, cuyas perdurables y realistas pinturas del campo de Pensilvania y Maine lo convirtieron en uno de los pintores más apreciados de Estados Unidos, y colocaron sus pinturas entre las más caras del mundo. Tenía 91 años.
Wyeth, que dividía su tiempo entre Chadds Ford, Pensilvania, y Cushing, Maine, murió durmiendo, en su casa en Pensilvania, informó a la Associated Press la portavoz del Museo Brandywine River.
Cientos de pinturas de Wyeth se exhiben en el museo. En 2006, una retrospectiva de su obra en el Museo de Arte de Pensilvania fue visitada por más de 175 mil personas en un período de cuatro meses.
Aunque los críticos a menudo menospreciaron sus paisajes y retratos en acuarela y témpora como "pinturas hechas con cámara", y observaban que no era más que un imitador de Norman Rockwell, Wyeth -como Rockwell- captó la sensibilidad artística de la clase media norteamericana.

Dos temas de Wyeth llamaron ampliamente la atención. En 1948 terminó su ‘Christina’s World’, que muchos críticos y admiradores consideran su obra más perdurable. En esta, Christina Olson, la mujer paralítica de cabellos oscuros que era vecina de Wyeth en Maine, se arrastra por entre la hierba hacia una destartalada casa de campo. El virtuosismo técnico de la pieza y la inquietante soledad que evoca la escena, se convirtieron en características del estilo de Wyeth. Ahora la pintura se encuentra en la colección permanente del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Más de treinta años después, Wyeth atrajo un tipo diferente de atención cuando sus cientos de pinturas y dibujos de Helga Testorf, muchos de ellos desnudos, fueron expuestos por primera vez. La gran cantidad de piezas y la palpable carga que las recorre sugieren más que una simple relación entre el artista y la modelo. La exposición fue comentada en artículos de portada de revistas y terminó como exhibición itinerante, con cuidadosas explicaciones de Wyeth sobre su relación con Testorf.
Durante su carrera de más de siete décadas, Wyeth siguió siendo un pintor figurativo que prosperó incluso en momentos en que se consideró que el género había muerto. Fue aproximado para pintar el retrato oficial del presidente Eisenhower y se convirtió en un favorito del presidente Nixon, que organizó una cena para Wyeth en la Casa Blanca en 1970 cuando se expusieron sus obras en la ciudad. Nixon brindó por Wyeth como un artista cuyas "pinturas conquistaron el corazón de Estados Unidos" y agregó que "ciertamente esta noche el corazón de Estados Unidos pertenece a Andrew Wyeth".
El antiguo crítico de arte de Los Angeles Times, William Wilson, dijo que Wyeth era "la imagen votiva del tradicionalismo estadounidense".
"En sus mejores momentos, Wyeth es sensible, neurótico y preciso", dijo Wilson. "No se puede pasar por alto su existencia como un fenómeno estadounidense".

La popularidad del artista fue instantánea. En 1937, a los treinta, Wyeth tuvo su primera exposición en solitario en la Galería William Macbeth de Nueva York. Para el segundo día se habían vendido todas sus acuarelas -veintitrés en total.
Sin embargo, Wyeth pensaba que se había convertido en un pintor serio sólo en 1945, después de la muerte de su padre, el dibujante N.C. Wyeth, cuyo coche fue impactado por un tren cerca de su casa.
"Cuando murió", dijo Wyeth a su biógrafo, Richard Meryman, "yo era sólo un acuarelista que daba pinceladas a diestra y siniestra".
Resuelto a tomar su talento más en serio, agregó: "El paisaje me ha conmovido siempre, y así, con su muerte... el paisaje adquirió otro significado -la de su propia cualidad".
Haciendo del paisaje un tema de su trabajo, Wyeth incluyó en sus pinturas a personas, de modo que entorno y personajes se apoyan mutuamente para revelar su significado. ‘Faraway’, una pintura de 1952, muestra al joven hijo de Wyeth, Jamie, ahora artista por derecho propio, sentado en un inmenso campo vacío. El niño lleva un sombrero de piel de mapache que sugiere una viva imaginación, pero está solo, sentado, con sus brazos abrazando sus rodillas, como si quisiera protegerse.

Los retratos de Wyeth del granjero Kurt Kuerner y su esposa demente, Anna, vecinos de Pensilvania, captan los desolados trasfondos de la vida rural. Una de sus pinturas mejor conocidas, ‘Ground Hog Day’ (1959) muestra el comedor de Kuerner con su papel de pared descolorido y la mesa servida para una persona. Al otro lado de la ventana, un leño partido con los bordes recortados apunta ominosamente hacia la casa. La obra recuerda los poemas de Robert Frost, que insinuaba el lado oscuro de la vida rural americana en algunos de sus escritos.
A medida que Wyeth alcanzaba la madurez artística, su trabajo se hacía más popular: Su ‘Marsh Hawk’, pintado en 1964, fue vendido por Sotheby Park Bernet por 420 mil dólares en 1981, en la época un precio exorbitante para una pintura de un pintor estadounidense vivo.
También se convirtió en una atracción en importantes museos. Una retrospectiva itinerante de su arte en 1966 atrajo un gran número de visitantes a la Academia de Bellas Artes de Pensilvania, donde cerca de 175 personas vieron la exposición. En Nueva York la exposición fue prolongada durante una semana para poder recibir a las más de 260 mil personas que la visitaron en el Museo Whitney de Arte Americano.
En 1976 se convirtió en el primer artista norteamericano vivo con una importante exposición en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York. La exposición incluía pinturas, dibujos y bosquejos de sus temas más frecuentes: sus vecinos, los Olson y los Kuerner.
Mientras seguía haciendo pinturas que contaban una historia y captaban las ruinas de la América pre-industrial, la popularidad de Wyeth justificó dos importantes exposiciones permanentes de su arte, en dos museos distintos.
En 1984, se inauguró en el Museo Brandywine River la Galería Andrew Wyeth, en Chadds Ford. Catorce años después, el Museo de Arte Farnsworth, en Rockland, Maine, inauguró su Centro Wyeth con un ala separada para el arte de Andrew Wyeth, después de exhibir durante décadas su obra en solitario y en exposiciones colectivas.
Los dos museos incluían obras de tres generaciones de Wyeth. El padre de Andrew, N.C., y su hijo Jamie, fueron incluidos en las exposiciones.
La reputación de Wyeth entre los acuarelistas quedó bien establecida cuando mostró otro lado de su naturaleza con las pinturas de Helga que había mantenido oculto durante los años que las pintó.

En 1966 reveló a Jeffrey Schaire, editor de la revista Art and Antiques, que "hay un buen montón de obras mías que nadie conoce".
Entre 1970 y 1985 Wyeth pintó cerca de 240 retratos de Helga Testorf. El alijo hizo surgir preguntas en la familia de Wyeth. El público también se mostró curioso de saber qué había querido decir la esposa y agente comercial de Wyeth cuando dijo que pintaba a Testorf por "amor". Betsy también dijo que tampoco supo nada sobre esas telas en los años en que fueron pintadas.
El incidente de Helga se convirtió en un artículo de portada tanto del Time como de Newsweek mientras el público ponderaba si Wyeth, entonces de casi setenta años, había tenido una aventura con la mujer más joven. Mientras él y su esposa trataban de explicar la relación, el mundo del arte especulaba sobre si Wyeth había montado el secreto y la subsecuente revelación simplemente para elevar su popularidad y el precio de sus pinturas.
"Fue una aventura amorosa con el ardiente amor que he sentido siempre por las cosas que pinto", dijo sobre las pinturas de Helga. "Si no lo sintiera, la pintura se habría convertido en algo rutinario".
"La gente va a pensar, especialmente con esta serie de pinturas, que se trata de una relación sexual", dijo a la revista Time. "Pero no lo es... No es enamoramiento; es amor". Años más tarde dijo que Testorf se había convertido en parte de su familia y que quería ser sepultado junto a ella.
Wyeth dijo que había ocultado las pinturas porque temía la reacción de la opinión pública, que podría interrumpir su creatividad y su trabajo.
Leonard Andrews, editor de Newton Square, Pensilvania, compró la colección de Helga, que se estimaba que valía más de cien millones de dólares. La cifra exacta que pagó no fue revelada. Andrews organizó una gira por el país con la exposición de esas piezas. Fue exhibida en seis ciudades importantes, incluyendo Los Angeles.

La notoriedad no apagó la popularidad de Wyeth. Para su muerte, cientos de sus pinturas habían sido reproducidas en estampados, calendarios, carteles, tarjetas postales y objetos parecidos. En los museos Brandywine y Farnsworth, la colección de tazones, llaveros, camisetas y otros regalos que llevan una reproducción de Andrew Wyeth sugieren el alcance de una industria de gran rendimiento.
Para cuando Wyeth estaba en sus noventa, a los museos Brandywine y Farnsworth llegaba gente de todo el mundo. Podían inscribirse en visitas guiadas del Museo Farnsworth, algunas de ellas dirigidas por la nieta de Wyeth, Victoria. Otra visita incluía la granja de Olson, ahora en propiedad del museo.
La destartalada casa de Olson con sus paredes descascaradas, el suelo desigual y el excusado exterior llevaban a los visitantes a hacerse preguntas. "Fisgoneando su casa y sus vidas le reportó a Wyeth fama y riqueza, así que alguien quiere saber por qué no las compartió con ellos", escribió Paul Lieberman en Los Angeles Times después de hacer una visita colectiva en 2007. La respuesta que le dieron fue que Wyeth dio a los Olson algunas cosas para la casa. "Pero Christina decía siempre ‘no, no’ cuando se trataba de dinero. Decía: ‘Esta es mi vida, y me gusta así’", escribió Lieberman.
Los vecinos de Wyeth consideraban que posar para el venerado Wyeth era un deber cívico, no un pasatiempo para ganar dinero, escribió Lieberman. También se acostumbraron a verlo merodear por sus campos y estancias. Cuando veía una cortina de encaje moviéndose con la brisa, o alguna maquinaria arruinada o alguna vaca que le gustara, empezaba a pintar.
"Me gusta ser libre", dijo Wyeth explicando sus paseos a Meryman, su biógrafo. "Las emociones reales ocurren tan rara vez que son difíciles de vivir. No me refiero a la emoción sintética, sino a la emoción que te da vuelta. Quería estar listo para ello. Me gustaría poder flotar sobre eso. Y ese es, por supuesto, el efecto que ando buscando con mi pintura".

Si Andrew no hubiese cogido nunca un pincel, el nombre Wyeth todavía sería conocido y respetado en círculos artísticos. Nacido en Chadds Ford el 21 de julio de 1917, Andrew era el menor de los cinco hijos de Newell Convers Wyeth, que pintó más de 6.500 telas, incluyendo las ilustraciones de cerca de 75 libros. Aunque el hermano de Andrew, Nathaniel, se convirtió en ingeniero, dos de sus hermanas -Carolyn y Henriette- se hicieron artistas, y la otra, Ann, compositora. El pintor Peter Hurd, que introdujo a Andrew Wyeth a la témpora, se casó con su hermana Henriette. El hijo menor de Andrew Wyeth, Jamie, siguió los pasos de la familia en el caballete.
"¡Dibujen!", escribió Newell Wyeth en una carta cuando Andrew y sus hermanos eran pequeños. "Eso es lo más extraordinario de esta casa, y al ver a los cinco sentados en torno a la lámpara todas las noches, cada uno inclinado sobre un taco de papel, dibujando todo tipo de hechos e historias sobre la naturaleza, uno pensaría al menos que era una noche organizada por la escuela de arte, o que todos eran chiflados del mismo modo".
Educado en casa en gran parte por su padre, Andrew Wyeth creció en el taller del dibujante, posando a cambio de bombones cubiertos de chocolate y preguntando todo lo que quería. Como el hijo menor y libre de clases, Andrew Wyeth empezó a recorrer sin rumbo fijo el campo donde viviría toda su vida.
"Yo jugaba solo y paseaba mucho en los cerros, haciendo acuarelas que literalmente explotaban descuidadamente en mis páginas", dijo a uno de sus biógrafos. "Y pintaba con lápiz o pluma y tinta de manera salvaje, sin ninguna disciplina".
Considerado como una especie de duende travieso, el joven Andrew organizaba a sus hermanos y amigos para representar cuentos de Robin Hood y otros aventureros pintados por su padre. Para una fiesta cerró alegremente el cuarto de baño después de mezclar el ponche con un popular laxante.
De adulto Wyeth siguió creando elaborados trajes, como para Drácula o un hombre lobo en la víspera del Día de Todos los Santos, y dirigía a sus amigos a través de la encantada comunidad.
Al principio, el práctico y sociable Wyeth cortejaba al público como potenciales clientes. Pero a medida que crecían su fama y las ventas, volvió a su personalidad solitaria y se convirtió en una especie de recluso.
Él y Betsy, con la que se casó el 15 de mayo de 1940, compraron el viejo molino de Chadds Ford y lo restauraron para convertirlo en su taller, el granero en oficina y la casa del molinero en su casa. Además de Jamie, tuvieron otro hijo, Nicholas.
Vecinos tanto de Maine como de Pensilvania participaron alegremente obstruyendo a los admiradores curiosos, protegiendo la privacidad de Wyeth. Él insistió en que empezó a evitar a la gente durante su adultez porque los visitantes no invitados interferían con el tiempo que dedicaba a la pintura.
Criticado a veces por lo limitado de su alcance, Wyeth sostenía que sólo pintaba lo que conocía mejor: las escenas y la gente cerca de sus casas en Pensilvania y Maine.
"El realismo sin emoción es una pintura muerta", dijo en una entrevista de 1957. "La emoción es mi baluarte. Creo que eso es lo único que permanece".

Mary Rourke contribuyó a este artículo.

25 de enero de 2009
17 de enero de 2009
©los angeles times
cc traducción mQh
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