khat, la flor del paraíso
28 de enero de 2009
Mientras oscurecía, la conversación devino cada vez más animada, pasando de la religión al trabajo y a la política local. Repentinamente, uno de los hombres hizo una pausa y se acomodó en su silla. "Es la hoja verde", dijo, explicando el carácter inusualmente agitado de la discusión mientras pinchaba algunas hojas más y se las metía en la boca.
Durante siglos, la ‘flor del paraíso’ se ha consumido legalmente en el este de África y la Península Arábica como estimulante y tónico social.
Pero en Estados Unidos el khat es ilegal, y la creciente demanda de la planta en ciudades como Washington y San Diego ha provocado un aumento de las intervenciones policiales y frecuentes conflictos entre agentes antinarcóticos e inmigrantes que defienden su uso del khat como una tradición de toda la vida.
En los últimos años, San Diego, que tiene una abundante población somalí, ha presenciado un aumento de ocho veces en decomisos de khat. Nacionalmente la cantidad de khat requisada anualmente en los puertos de entrada del país ha crecido de catorce a 55 metros cúbicos en la última década.
Hace poco California se unió a otros veintisiete estados y al gobierno federal y prohibió la substancia más potente del khat, y el Distrito de Columbia se propone hacer lo mismo.
"Es un tema bastante delicado. Alguna gente considera esa planta como droga; otros la ven como café", dijo Abdulaziz Kamus, presidente del African Resource Center en Washington, D.C. "Tienes que entender nuestras costumbres y comprender su significación en nuestra comunidad".
El aumento de la inmigración desde países como Etiopía, Yemen y Somalia ha aumentado la demanda en este país y provocado un conflicto cultural.
"Crecimos de ese modo, no podemos simplemente dejar de hacerlo", dijo un técnico médico etíope de 35 años entre bocados de khat, acompañado por sus amigos en la oficina.
En el Cuerno de África y en partes de Oriente Medio, el khat es un elemento normal de la vida, consumido a menudo en reuniones sociales o en la mañana antes del trabajo y por estudiantes en períodos de examen. Los usuarios mastican la planta como si fuera tabaco o la preparan como el té. Produce sentimientos de euforia y agudeza mental que puede conducir a manías e hiperactividad, dependiendo de la variedad y frescura de la planta.
Pero algunos expertos no están convencidos de que sus efectos sociales y para la salud sean tan benignos. Un informe de la Organización Mundial de la Salud dice que el consumo puede provocar un aumento de la presión sanguínea, insomnio, anorexia, constipación y malestar general. El informe dice también que la planta puede causar adicción y provocar problemas sociales y psicológicos.
"No es café. Definitivamente no se parece al café", dijo Garrison Courtney, portavoz de la Autoridad para el Control de Narcóticos [Drug Enforcement Administration]. "Es la misma droga que usan los jóvenes para atacar a personas en África, Iraq y Afghanistan. Te provoca una sensación de invencibilidad, y cuando consideras esos efectos, podrías considerar la planta como similar a la heroína o la cocaína".
Khat se encuentra en las hojas y tallos de un arbusto y debe ser embarcada de noche para que conserve su potencia. Contiene el alcaloide cathinona, similar en estructura química a la anfetamina, pero con la mitad de su potencia, de acuerdo a Nasir Warfa, investigador en estudios culturales de la Universidad Queen Mary de Londres.
El Reino Unido determinó el año pasado que las evidencias no permiten una restricción del khat. En Estados Unidos, la substancia es ilegal según las leyes federales desde 1993.
Pero la oferta mundial de la planta está aumentando. Países como Etiopía y Kenia dependen ahora de su cultivo para apuntalar sus economías. El khat es la segunda exportación de Etiopía, después del café.
El uso de la planta ha crecido tanto en San Diego que el concejal Joel Anderson (republicano de San Diego) presentó el 2008 un proyecto de ley que agregaba la cathinona y su derivado, la cathina, a la lista de estupefacientes de la Tabla II de California, junto con el opio, la morfina y las hojas de coca.
El jueves, el proyecto de ley de Anderson convirtió la posesión de khat en un delito en California, punible con hasta un año de cárcel y una multa de mil dólares. La posesión de la hoja con la intención de venderla tiene una pena de un máximo de tres años en una prisión del estado.
En algunos casos, los decomisos de khat han resultado en advertencias y penas remitidas. En otros casos, como en la ‘Operación Express Somalí’, de 2006, en Nueva York, que logró un decomiso de veinticinco toneladas de khat por un valor estimado de diez millones de dólares, los acusados fueron condenados hasta diez años de cárcel.
"Según yo esas detenciones son un error", dijo un taxista nacido en Etiopía, que fue detenido en noviembre en un allanamiento en Washington, D.C., y habló a condición de conservar el anonimato. "Actúan como si supieran más sobre la planta que yo".
Las hojas de khat se venden en gruesos tallos o secas como las hojas de té. Un atado de cuarenta ramitas con hojas cuesta entre veintiocho y cincuenta dólares.
El coste de la planta ha sido asociado con problemas familiares, incluyendo la violencia intrafamiliar, dijo Starlin Mohamud, un inmigrante somalí que está escribiendo su disertación sobre el khat en la Universidad de San Diego.
De hecho, en la comunidad de inmigrantes africanos en Estados Unidos, hay muchos que apoyan las restricciones de la planta.
"He visto lo que hace", dijo Mohammed. "Las familias que tratan de llegar a fin de mes día a día no tienen dinero para comprarla. Crea tantos problemas entre marido y mujer que a menudo la consecuencia es la separación de la pareja".
Sin embargo, no todos los legisladores apoyan los esfuerzos para perseguir judicialmente a los vendedores y usuarios de khat. La senadora del estado de California, Gloria Negrete McLeod (demócrata de Chino) dijo que el uso del khat "es un problema menor que pudiera no existir y es poco conocido" y votó contra el proyecto de Anderson.
"La legislatura no puede seguir agregando multas y castigos para rellenar las prisiones que ya están sobrepobladas sin medir las consecuencias que tendrá para California", dijo.
Aunque el contrabando de khat continúa aumentando en Estados Unidos, el nivel no se compara con el de substancias como la marihuana, la cocaína, la heroína y la metanfetamina. Sin embargo, funcionarios policiales temen que en una forma más fuerte, refinada y portátil, el khat podría extenderse fuera de las comunidades de inmigrantes africanos.
En Israel existe una pastilla conocida como hagigat (hebreo para ‘khat de fiesta’) que se distribuye en las discotecas.
"No creo que los adolescentes estadounidenses vayan a masticar esta planta", dijo Phil Garn, inspector postal de San Diego. "Pero sobre la base de lo que he visto ocurrir con la anfetamina y de cómo se extiende por el país, creo que una forma refinada del khat se podría convertir en un problema grave".
3 de enero de 2009
©los angeles times
cc traducción mQh
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