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la nieta noventa y siete


La hija de Antonio Domingo Garcia y Beatriz Recchia es la nieta 97 identificada por las abuelas. El caso se resolvió a través de una causa judicial a cargo de la jueza Sandra Arroyo Salgado, quien debe definir la situación de los apropiadores. La joven conoció ayer a su hermana, Juliana García Recchia.
[Victoria Ginzberg] Los ojos cansados pero brillantes de Juliana García Recchia decían casi todo. Sus lágrimas y su risa, el resto. Por la mañana había visto a su hermana. La había abrazado. Y había esperado 32 años para eso. "Yo recuerdo la panza de mi vieja. Yo tocaba a mi hermana a través de la panza. Ese contacto físico... no hay palabras. No puedo creer que nos hayan robado esto, que nos hayan robado 32 años", dijo en la casa de las Abuelas de Plaza de Mayo. Así se anunció la identificación de la hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia, que hasta ayer estaba desaparecida.
El 12 de enero de 1977, efectivos del Ejército vestidos de civil irrumpieron en la casa en la que vivían García y Recchia en Villa Adelina. El era maestro y ella maestra jardinera y se habían conocido en un taller de historia. Participaban de grupos católicos, de allí pasaron a militar en barrios y luego en la organización Montoneros. Los vecinos de su casa de Villa Adelina relataron que en el operativo hubo unos treinta militares y que se produjo un tiroteo. García fue asesinado y enterrado como NN en el cementerio de Boulogne. Recchia, que estaba embarazada de cinco meses, fue secuestrada y llevada al Campito, el centro que funcionó en Campo de Mayo. No hubo más noticias de la mujer y de la niña que parió en cautiverio. En la vivienda de Villa Adelina también estaba Juliana, de tres años, la hija mayor del matrimonio, que fue entregada a su abuela materna ese mismo día. La hija menor, que nació en una maternidad clandestina, se convirtió en el caso 97 resuelto por las Abuelas de Plaza de Mayo.
La identificación se hizo a través de una causa judicial que está a cargo de la jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, quien ordenó un análisis de sangre sobre una joven que los abogados de Abuelas señalaron como posible hija de desaparecidos. El resultado del estudio de ADN realizado por el Banco Nacional de Datos Genéticos del Hospital Durand llegó el jueves y ayer Juliana y su hermana se enteraron de que había dado positivo.
"Soy la persona más feliz del mundo. Los mejores momentos de mi vida tienen que ver con los nacimientos, con los nacimientos de mis hijas y con el de mi hermana. Mi hermana nació hoy, cuando supo que era hija de Antonio Domingo García y Beatriz Recchia. Fue un embarazo de 32 años que tuvo mi vieja y fuimos varios los parteros. Esto es una búsqueda de todos", dijo Juliana, rodeada de micrófonos, con la voz quebrada pero segura. Estela Carlotto, al abrir la conferencia de prensa, había señalado que se trataba de "una historia de perseveraciones, de Abuelas y de nietos que buscan a sus hermanos y se buscan a ellos también". Este caso volvió a dejar en evidencia el rol activo en la búsqueda de sus hermanos que tienen los hijos de desaparecidos: Juliana trabaja desde hace años en Abuelas de Plaza de Mayo. "Me desespera haber perdido esos 32 años con mi hermana, me desesperan que las abuelas y los otros familiares no tengan esta posibilidad del encuentro; mis cuatro abuelos no la tuvieron porque se murieron en el camino. Tenemos que encontrarlos a todos."
A pesar de sentirse como en el aire ("No caigo, no caigo", les decía a todos), Juliana fue clara en pedir que los detalles del encuentro con su hermana fueran preservados. Solicitó, además que no se difundiera el nombre con el que la joven vivió estos 32 años (N. de R: por eso no se mencionan aquí ni ese dato ni la identidad del apropiador). "Cada uno debe hacerse cargo de las cosas que hizo", se limitó a decir cuando le preguntaron por la situación de los apropiadores. Carlotto agregó: "Un apropiador es un delincuente. Acá y en cualquier lugar del mundo". Arroyo Salgado deberá expedirse sobre el tema.
Juliana se tomó un momento para reclamar por los cuatrocientos casos de hijos desaparecidos que siguen sin saber quiénes son: "A veces siento que estamos jugando a las escondidas. Que en el caso por caso no vamos a poder llegar a todos. Acá hubo un genocidio, un plan sistemático de apropiación, no podemos seguir por el caso por caso. Hay que pensar qué hacemos. Hay una generación entre el ’75 y el ’80 cuya identidad está en duda".

14 de febrero de 2009
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