una niña novia que dijo no
4 de mayo de 2009
Casi la mitad de las mujeres indias se casaron antes de alcanzar la edad mínima legal para casarse de dieciocho años. La exigencia está en vigor desde hace más de tres décadas, pero siglos de costumbre no cambian de un día para otro, y eso es especialmente así en Bararola, un territorio dividido en pequeñas granjas atravesado por senderos de tierra al que se llega después de un día de viaje desde Calcuta. Pero incluso aquí hay gente que toma posición.
Muchos vecinos de la localidad se ganan la vida haciendo beedis, cigarrillos indios liados en hojas. Rekha estaba en su choza de barro liando beedis con sus padres cuando mencionaron sus nupcias.
"Me enfadé mucho", dice Rekha. "Le dije a mi padre muy claramente que estoy en la edad en que se va a la escuela y que no quería casarme".
Con la ayuda de amigos, maestros y administradores, Rekha logró lo que la ley no ha podido. No se ha realizado ningún matrimonio infantil en las aldeas circundantes donde, el verano pasado, ella y otras dos niñas se negaron a casarse, y reacciones similares están ocurriendo en otras regiones.
"Tenemos una ley fuerte y tenemos que encontrar gente que pueda defenderla", dice Sunayana Walia, investigadora en la oficina en Delhi del Centro Internacional de Investigaciones sobre la Mujer. "Todas las intervenciones están recurriendo a las niñas..., de modo que sean capaces de montar una campaña sobre el problema, junto con la participación de la comunidad".
Determinada a No Seguir el Camino de Su Hermana
El sur de Asia tiene los niveles de matrimonio infantil más altos del mundo. Un artículo publicado en marzo en The Lancet, una revista médica británica, halló que el 44.5 por ciento de las mujeres indias que cumplieron hace poco de veinte a veinticuatro años se habían casado antes de cumplir los dieciocho años. De estas, el 22.6 por ciento se casaron antes de los dieciséis, y el 2.6 por ciento antes de los trece.
Según UNICEF, las novias niñas corren mayores riesgos de salud y sus bebés tienden a ser enfermizos, más débiles y con menos probabilidades de vivir más allá de la infancia. La agencia de bienestar infantil también cita una investigación de la Universidad de Harvard que constató que incluso un año de postergación del matrimonio aumenta el nivel de escolaridad de estas niñas en un tercio de año, y su alfabetización en un cinco a diez por ciento.
Rekha se enteró de los peligros del matrimonio infantil de primera mano cuando se casó su hermana mayor, a los once años. Ahora es analfabeta, y perdió a sus cuatro hijos, que murieron todos antes del cumplir el año de vida.
"Conversé con mi hermana", dice Rekha. "Me dijo: ‘Mira lo que pasó conmigo. He perdido a mis hijos... Es bueno que te opongas al matrimonio".
Rekha también tenía otros motivos. Como muchas niñas de aquí, tenía que dejar la escuela para trabajar para su familia. Pero le dieron una rara segunda oportunidad para mejorar su educación mediante un programa de gobierno llamado el Proyecto Nacional de Trabajo Infantil, el que, en su comuna en Purulia, ofrece educación de refuerzo a 4.500 niñas. Rekha dice que no quiere dejar de ir a la escuela por haberse casado.
"Les encanta venir a la escuela", dice Prosenji Kundu, el director del proyecto en la comuna. "Estas escuelas son el único lugar donde son tratadas como niñas. De otro modo, son trabajadoras".
Sin embargo, no están completamente protegidas del mundo exterior. Cinco niñas de cada escuela son trasladadas en buses escolares a las lecciones extras en una ciudad cercana mediante la Child Activist Initiative, que es parcialmente financiada y respaldada por la UNICEF. Las niñas, incluyendo a Rekha, reciben adiestramiento en liderazgo y son informadas sobre sus derechos en una gama de temas, desde el trabajo forzado hasta la edad legal para casarse. Las niñas piensan en soluciones y enseñan a las otras niñas cuando vuelven a sus aldeas.
El programa de Purulia es nuevo, pero ya ha ayudado a Rekha y otras dos niñas a rechazar casarse antes de la edad legal, salvando por el ejemplo a muchas de sus amigas en la misma situación. Programas similares sobre derechos de la infancia de la UNICEF operan en toda India y llegan a más de sesenta mil niñas en Bangladesh. Los programas también ayudaron hace poco a una niña en Nepal que se negó a casarse prematuramente.
El Presidente Está Escuchando
En el caso de Rekha, inicialmente sus padres no la escucharon y ella habló con amigos y maestros. Vinieron todos a hablar con los padres de Rekha, entre ellos el señor Kundu, el funcionario de gobierno. Ese apoyo colectivo para ella y el trabajo con los padres fueron cruciales, dice Kundu.
"En las familias las niñas no son tomadas en serio", dice. "Que una niña de once años y medio que toma la decisión de oponerse a la voluntad de su familia, requiere un enorme coraje".
Durante una visita de dos periodistas extranjeros, la descalza Rekha, con un brillante vestido morado y amarillo, respondió las preguntas con mucha seguridad, pese a la multitud que se había formado. En febrero habló ante una reunión de seis mil trabajadoras del tabaco, pidiéndoles que permitieran que sus hijas fueran a la escuela y postergaran su matrimonio. Su mejor amiga, Budhamani Kalindi, dice que no ha recibido ninguna presión para casarse desde que Rekha se convirtiera en un ejemplo.
"Es fantástico ver ese efecto de onda que tiene una sola persona valiente, que lucha por sus derechos... y las otras la siguen", dice Sarah Crowe, portavoz de la UNICEF en Delhi.
Esas ondas se extienden hasta el presidente de India, Shrimati Pratibha Devisingh Patil, el que después de leer sobre Rekha en el diario Hindustan Times solicitó reunirse con ella. Eso pone feliz a su padre, que dice que la apoya en su decisión de seguir estudiando.
La costumbres es difícil de cambiar, dice Crowe, en parte porque a menudo es un problema de pobreza. A veces los padres casan a una hija para aliviar su carga económica, aunque el problema alcanza también a las clases media y alta, agrega. Se asume incorrectamente que un matrimonio prematuro protegerá a la niña de la violencia y el abuso sexual.
Entretanto, la implementación de las leyes sobre la edad mínima es dificultada por la inexistencia de archivos de nacimiento. En India se inscribe sólo el cuarenta por ciento de los nacimientos; en Bangladesh esa cifra llega apenas al diez por ciento.
"No puedes probar que una niña es una niña si no tienes su certificado de nacimiento", dice Crowe. La comunidad internacional se está esforzando en implementar un programa de inscripción de los nacimientos, dice, pero es una tarea desalentadora en un lugar como India, que tiene una población de más de mil millones de habitantes.
De regreso en Bararola, uno de esos millones puede tener un futuro mejor. Rekha dice que quiere ser maestra.
¿Se quiere casar todavía? "Cualquier cosa, pero después de los dieciocho", dice. "Antes de los dieciocho, nada".
24 de abril de 2009
©christian science monitor
cc traducción mQh
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