murió salamo arouch
Batsheva Sobelman contribuyó a este reportaje. 10 de mayo de 2009
Debilitado por un derrame hace quince años, había estado mal de salud desde fines del año pasado, informó su hija Dalia Ganon. No informó sobre la causa precisa de su muerte, que ocurrió el 26 de abril en un hospital geriátrico cerca de Tel Aviv.
La serie de horrorosas peleas a muerte durante los dos últimos años de la Segunda Guerra Mundial fue inmortalizada en 1989 en ‘El triunfo del espíritu’ [Triumph of the Spirit], el primer largometraje filmado en Auschwitz mismo. La película, junto con los inspirados discursos de posguerra de Arouch, se convirtió en parte de su legado en Israel. Ha sido proyectado ante cientos de israelíes como preparación para visitar el sitio del infame campo nazi en Polonia.
Arouch era una joven estrella de peso medio en su natal Salonika, Grecia, cuando en 1943 las fuerzas alemanas lo capturaron en la ciudad, y a otros 47 mil judíos y los enviaron en vagones de ganado a cámaras de gas y campos de trabajo forzado en Auschwitz.
Cuando el oficial alemán preguntó si alguno de los recién llegados era boxeador, Arouch fue empujado hacia adelante por sus conocidos, recordó en una entrevista con la revista People en 1990.
El oficiales le preguntó si quería pelear.
"Yo estaba muy asustado", dijo Arouch. "Estaba cansado, porque no había dormido en toda la noche, pero dije sí".
Los combates debían divertir a los oficiales y las reglas eran simples: "Peleábamos hasta que uno se cayera o los oficiales se aburrían de mirar. No se marcharían si no veían sangre".
Casi siempre la derrota significaba muerte. "Los perdedores quedaban terriblemente debilitados", contó. "Y los nazis mataban a los débiles".
Arouch, que pesaba cerca de sesenta kilos en el campo, peleaba al menos dos veces a la semana, a menudo contra púgiles mucho más grandes. Su hábil juego de pies, que le ganó el apodo de Bailarín de Ballet, lo ayudó a ser invicto. Según sus cuentas, ganó 208 combates en el campo, y empató cuatro.
Un adelgazado William Dafoe es Arouch en la película, que recibió reseñas tibias. El crítico Michael Wilmington, en el Times, la llamó "una saga romantizada y exagerada al estilo de ‘Rocky’", aunque dijo que su "inquebrantable recreación de Auschwitz" daba a la película una "apasionante intensidad".
Los oficiales apostaban por los combates y el premio para el boxeador triunfante era un pan. Arouch contó que él compartía su pan con los otros prisioneros. Debido a su capacidad como boxeador, fue transferido al servicio de cocina, que era menos cansador que otros trabajos en el campo y le daba un mayor acceso al alimento.
Mientras los otros prisioneros morían ante sus ojos, Arouch sobrevivía. En 1945 fue transferido a Bergen-Belsen, donde trabajó como obrero esclavo hasta que las fuerzas aliadas lo rescataron del campo. Fue uno de los dos mil prisioneros de Salonika que sobrevivieron la guerra.
Mientras buscaba a un familiar en la Europa de posguerra, conoció a Martha Yechiel, otra sobreviviente de Salonika en Auschwitz, que era seis años mayor que él. (En la película, su nombre es Allegra y se conocen y enamoran antes de ser capturados). Eran los únicos sobrevivientes de sus familias. La pareja se casó y trasladó al mandato británico de Palestina en 1945. Tuvieron tres hijos y trece nietos.
Arouch peleó en la guerra árabe-israelí que estalló en la época de la independencia de Israel en 1948. Como israelí, se hizo conocido como Shlomo Arouch, boxeador amateur que peleó poco y abrió un exitoso local de embarques y mudanzas en Tel Aviv.
Cuarenta años después volvió a Auschwitz para pasar tres meses allá como consultor de Robert M. Young, que estaba dirigiendo ‘El triunfo del espíritu’, con el guión de Shimon Arama. Mostró al equipo de filmación el lugar donde había dormido y donde había peleado. Le enseñó a boxear a Dafoe. En una entrevista con el Times, Arouch lloró al recordar su cautiverio durante la guerra y dijo que no pudo dormir durante la primera semana de su visita "porque volví a recordar todo".
Ganon, su hija, dijo que su trabajo para la película y sus charlas en Israel sobre su cautiverio debían educar a la gente sobre el Holocausto.
"No fue fácil contar su historia, pero fue importante para él que la gente supiera qué les había pasado, a él y los otros", dijo. "Llegará el día en que no quede nadie para contar esta historia".
Además de Ganon, le sobreviven su esposa y otra hija.
4 de mayo de 2009
©los angeles times
cc traducción mQh
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