hacia la despenalización de las drogas
columna de mérici
En Argentina este es un proceso que viene gestándose desde hace unos años, sobre todo en los pasillos del poder judicial, donde han prevalecido argumentos jurídicos intachables. Tras el trabajo de dos comisiones -una del gobierno, otra de la Corte Suprema-, este año se esperaba que el alto tribunal despenalizara el consumo o tenencia de drogas. La corte declarará inconstitucional la penalización del consumo de drogas. La comisión del gobierno establecería que la marihuana no es dañina para la salud.
Entretanto en Argentina algunos jueces se han adelantado a las decisiones que se esperan. La semana pasada un tribunal absolvió del delito de tráfico de estupefacientes a un chico que fue sorprendido con quince pastillas de éxtasis que había adquirido para él y sus amigos con el fin de consumirlas en una fiesta de música electrónica. En este caso preciso, tras reducir la acusación a tenencia simple, los jueces -Jorge Ballestero, Eduardo Freiler y Eduardo Farah- "[...] sostuvieron que era inconstitucional penar este tipo de tenencia porque no trasciende la esfera privada ni afecta la salud de terceros. Es decir, se trata de un delito sin víctima" (en Página 12). Si se definiera que se comete un delito sólo cuando se causa algún daño intencionado a terceros, el consumo de drogas no podría ser un delito porque, en caso de que causara algún daño, sólo lo causaría el consumidor a sí mismo, lo que no es punible. Y que además consumirlas o no hacerlo pertenece al ámbito privado de las personas. Esta es la definición del concepto de delito que enfatizan ahora los jueces.
Sorprende leer que el juez Roberto Falcone explicara que la tenencia simple o neutra no fue pensada para atacar a los consumidores sino "[...] al traficante que se disfraza de consumidor y está penada, como se pena la tenencia de armas de guerra, porque el Estado presume que ese objeto va a ser utilizado para un crimen". Así que pareciera que todas las sentencias dictadas contra consumidores presentados como traficantes se derivaron de una lectura mal intencionada de la ley. Es una conclusión espeluznante. Una vez hecha oficial la decisión de la Corte Suprema, será todavía más urgente que el estado absuelva y libere a los reos por causas relacionadas con drogas, actuando en consecuencia y en conformidad con la declaración de inconstitucionalidad del delito de tenencia simple de estupefacientes. Cientos de miles de personas podrán volver a sus casas y reanudar sus vidas interrumpidas por las maquinaciones de un grupo de estúpidos.
En Argentina, como en Chile, prácticamente la mitad de los reos están en la cárcel por delitos de tráfico de drogas. Según un informe, "las últimas estadísticas conocidas, en el Poder Judicial Nacional, señalan que sobre un total de 27.186 causas, 12.801 –cerca de la mitad– fueron por aplicación de la Ley de Estupefacientes, la mayoría por casos de tenencia para consumo personal". Esa resolución de la Corte Suprema, que se espera en el curso de este año, vaciará las cárceles y, sobre todo, devolverá su derecho a la vida a cientos de miles de personas que, en primer lugar, no debieron haber sido encarceladas nunca.
También en Argentina en tres fallos recientes (el 8, 14 y 21 de abril) han sido absueltos tres acusados de tenencia de marihuana, siendo veinticuatro gramos la mayor cantidad incautada. Según la prensa, el tribunal consideró que "penar la tenencia para consumo personal podía traducirse como ‘una irrazonable restricción de la libertad personal y menoscabar el libre acceso del derecho a la salud’. Y señalaron que la ley actual está en una "irreconciliable pugna con el artículo 19 de la Ley Fundamental". Y este artículo 19 es simplemente maravilloso: "Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella no prohíbe". Esta es una declaración de principios que debiese ocupar un lugar prominente en todas las constituciones americanas. Es una verdadera recuperación de la libertad.
También México despenalizó definitivamente el consumo y tenencia para el consumo de drogas. Desde mayo de este año, un ciudadano podrá portar "[...] hasta cinco gramos de marihuana, 500 miligramos de cocaína, 50 miligramos de heroína, 0,015 miligramos de LSD y 40 gramos de metaanfetaminas".
Estas noticias ciertamente volverán a renovar las esperanzas de que también en Chile recuperen las autoridades y la clase política la cordura y la independencia y despenalicen la producción y consumo de drogas. Resulta incoherente, en realidad, que se despenalice el consumo de drogas, pero se continúe persiguiendo su producción y venta, que son justamente acciones necesarias para consumirlas, lo que no es, pues, un delito. Supongo que finalmente, algún día, se superará la traba ideológica que impide a muchos gobiernos autoritarios reconocer el derecho a un ámbito privado de los individuos.
En una sociedad libre y madura, debe haber espacio para tolerar modos de vida alternativos que no impliquen atentados al espacio y libertad de otros.*
De lo que se trata es de domesticar el consumo de drogas, tal como se domestica la aversión por el licor. Me parece patentemente injusto que se persiga a los que prefieren la marihuana como droga recreativa, pero se fomente el consumo de alcohol, pese a las devastadoras consecuencias de su consumo. Pero creo que en general las sociedades han logrado establecer algunas reglas que ahora son respetadas por todo el mundo. Por ejemplo, no beber ni usar drogas antes ni durante el trabajo o no usar nunca drogas durante la semana, procurando siempre que no sobrepase el ámbito privado. Estas son reglas que, en teoría, respetan los bebedores, y que los consumidores de drogas como la marihuana o cocaína pueden perfectamente hacer suyas y respetarlas.
Creo que el énfasis en la definición de delito puede ser un argumento muy importante en la lucha por despenalizar el consumo de drogas en nuestro país. El Código Penal chileno, sin embargo, maneja una definición jurásica de delito como "toda acción u omisión voluntaria penada por la ley", o sea, es delito todo lo que prohíbe el gobernante o el legislador. Esta es una definición autoritaria y bruta, aunque en realidad, socialmente hablando, sólo existe el delito cuando se daña a otros. Es una definición que debe ser simplemente borrada y substituida por la opinión que están aplicando los jueces argentinos en casos de drogas. La verdad es que la definición del Código Penal chileno da incluso vergüenza. ¿Cómo podemos vivir en un país donde el gobernante define lo que es delito? ¿Estoy en una pesadilla?
Otro asunto importantísimo es que la represión del consumidor de marihuana -pero no de otras drogas- puede interpretarse verdaderamente como un menoscabo de su derecho al acceso a la salud. La marihuana es una hierba medicinal comprobada y debidamente reconocida y respaldada por una extensa comunidad internacional. En algunos países forma parte de los medicamentos y hierbas medicinales que cubren los aseguradores médicos. Cuando el gobierno nos persigue por usar marihuana mientras que creemos que contribuye a nuestro bienestar general o nos ayuda en dolencias específicas, de hecho está violando nuestro derecho a la salud. Podemos demandar al estado por ello. Así lo han entendido los jueces argentinos la semana pasada y es un fallo que será histórico.
En una rueda de prensa hace poco decía el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger, que le parecía llegado el momento de abrir un debate sobre la marihuana y la posibilidad de gravarla. California autorizó la llamada marihuana médica hace trece años. Permitir su producción y venta al público sería verdaderamente un gran avance, y un terrible bochorno para algunos gobiernos que aceptaron sin más las campañas antinarcóticos de Estados Unidos. Para cualquier estado, las consecuencias en términos de hacienda, serían fabulosas.
Como en Holanda, los vendedores de marihuana y hachís serían miembros honorables de la clase comercial. El comercio en drogas significaría una importante actividad económica, que crearía muchos puestos de trabajo y reivindicaría las subculturas asociadas a los narcóticos. Se reduciría drásticamente la violencia asociada al mundo de las drogas, por la sencilla razón de que siendo una actividad legal, los policías dejarían de perseguir a los productores y vendedores. Los ajustes de cuentas empezarían a desaparecer paulatinamente. Y con el dinero recaudado también se podrán mantener programas permanentes de información sobre las drogas y de programas de desintoxicación y rehabilitación para los que todavía no encuentran el camino para volver.
Lo más importante es que viviríamos en una sociedad madura. Y seríamos ciudadanos libres. Seguir prohibiendo las drogas es simplemente inaceptable desde todo punto de vista. Es inconstitucional que el estado se inmiscuya en actividades de nuestro ámbito privado. Atenta contra nuestro derecho a la salud que se nos castigue por usar marihuana. Atenta contra nuestra dignidad que se menoscaben nuestras libertades personales. Estos son argumentos poderosos que pueden ser formulados y defendidos aquí, donde es muy urgente. Qué ganas de respirar esos aires de lucidez y libertad. Qué nostalgias de civilización.
Notas
* Me llama la atención que las autoridades pretendan que la marihuana la consumen sólo niños y adolescentes. Es un modo de desconocer y negar la penetración de la marihuana y su condición como droga socialmente aceptable. Como se trata de algo de niños, y los niños no tienen derecho a voz, se puede decir sobre ellos lo que se quiera. En Chile, donde reina el modelo del papá matón, las autoridades se creen llamadas a lo que llaman proteger a la juventud, orientándola hacia lo que consideran valioso. Es casi una película de terror. Y lo hacen incluso con inverosímil candidez.
[mérici]
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