murió koko taylor
Howard Reich contribuyó a este informe. 5 de junio de 2009
Su muerte se produce menos de cuatro semanas después de su última actuación con ocasión de la entrega de los Blues Music Awards en Memphis, donde recibió su Blues Music Award número 29. Fue operada el 19 de mayo y parecía estar recuperándose, pero empeoró el miércoles en la mañana. Murió acompañada de amigos y familiares.
"La vida y música de Koko Taylor llevó alegría a millones de personas en todo el mundo y Chicago se siente especialmente honrada de que considerara nuestra ciudad como su casa durante más de cincuenta años", dijo el alcalde de Chicago, Richard M. Daley.
Entre los que la acompañaron el miércoles se encontraba Bruce Iglauer, dueño de Alligator Records, de Chicago, y su productor, representante y amigo desde 1974.
Iglauer no había trabajado nunca con mujeres en su sello, que estaba dominado por guitarristas masculinos. Pero le impresionaron el temple y sonido de Taylor.
"Era de la misma generación que Muddy [Waters] y [Howlin’] Wolf, tenía sus raíces en el Delta [del Mississippi]", dijo el miércoles. "Aunque vivía en Chicago desde los años cincuenta, su música estaba todavía profundamente enraizada en el Sur. Tenía ese sentido rítmico, ese don para poner las palabras y lograba que la banda se aglutinara en torno a la cantante, con esa intensidad de la gente que ha vivido esa vida".
Nacida como Cora Walton en Memphis en 1928, creció en el seno de una familia de aparceros en las afueras de Memphis. La joven Cora y sus tres hermanos y dos hermanas dormían sobre palés en una choza sin agua corriente ni electricidad. Para cuando tenía once años, sus padres ya habían muerto. Trabajó cosechando algodón para sobrevivir y se mudó a Chicago a principios de los años cincuenta, donde conoció a su futuro marido, Robert ‘Pops’ Taylor. Encontró trabajo como empleada doméstica. Pops Taylor murió en 1989.
Había cantado música gospel en la iglesia cuando vivía en el Sur, y en los fines de semana asistía a los clubes de blues en el floreciente mundo del Lado Sur de Chicago, en los días de apogeo de Chess Records e incondicionales como Waters, Howlin’ Wolf y Willie Dixon. Cantaba ahí ocasionalmente y Dixon se fijó en ella, abordándola a principios de los sesenta para que cantara una de sus canciones, ‘Wang Dang Doodle’.
"No distinguía a Willie Dixon del gato de Adán", dijo Taylor en una entrevista con Chicago Tribune. "Pero me dijo: ‘Me gusta como suenas’, y ‘Tenemos un montón de hombres cantando blues, pero el mundo necesita una mujer como tú, con tu voz, para cantar blues".
El éxito de ventas de Taylor en 1965, ‘Wang Dang Doodle’, lanzó su carrera, y estableció su estilo: un rugido áspero que era el equivalente femenino del aullido de barítono de Howlin’ Wolf.
Al convertirse en líder de la banda y una poderosa voz en un mundo dominado por hombres, rompió las barreras para muchas de las cantantes que vinieron después de ella.
Pero cuando Chess cerró sus puertas a principio de los años setenta, Taylor volvió a quedarse con las manos vacías, haciendo cualquier cosa por sobrevivir.
"Fue una época devastadora para mamá", dijo una vez al Chicago Tribune la hija de Taylor, Joyce ‘Cookie’ Threatt. "Entonces conoció a Bruce [Iglauer]. Fue como caído del cielo".
Taylor ya era un artista inconfundible cuando llegó a Alligator, y con la ayuda de Iglauer empezó a explorar un lado más vulnerable de su personalidad con baladas más selectas, como su innovadora versión del exitoso número de Etta James, ‘I’d Rather Go Blind’.
Incluso cuando grababa materiales ajenos, la cantante le daba su característico toque, cantando normalmente a capela en el estudio, para ser seguida por los músicos.
Taylor, que ganó un Grammy en 1984, nunca adoptó el estilo de vida del blues, marcado por la bebida y las aventuras amorosas que consumía a muchos de sus colegas. Era una mujer devota, pero al mismo tiempo sentía un profundo aprecio por el modo en que el blues trataba directa y honestamente temas de la vida cotidiana.
Como contó su hija al Tribune: "Creció cantando en la iglesia [bautista] de Memphis, y la gente va a la iglesia para purificarse. No llegan limpios".
Al mismo tiempo, Taylor no se andaba con rodeos. Podía ser devastadoramente directa cuando alguien se cruzaba en su camino.
"Era meticulosa con su música, así que si su banda la echaba a perder, ella se encargaba de que se enteraran", dijo Iglauer.
Para Taylor, el blues era la vida. Se recuperó de una operación gastrointestinal similar en 2004 para escribir y grabar otro álbum, ‘Old School’, lanzado por Alligator en 2007. Sería su última grabación, aunque según Iglauer en los últimos meses Taylor lo había llamado y le había cantado por teléfono sus nuevas canciones.
"Tenía que viajar a España la próxima semana", dijo. "Todavía estaba trabajando. En la ceremonia de los Blues Awards de Memphis hace unas semanas, estaba radiante. Podía estar cansada, parada al borde del escenario, pero cuando se encendían las luces brincaba arriba y bailaba apenas empezaba la música. Siempre decía: ‘Alegrarle el día a la gente con mi música, para eso vivo’".
Además de su hija, le sobrevive su marido, Hays Harris; dos nietos y tres biznietos.
©los angeles times
cc traducción mQh
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