partido por los derechos humanos
27 de junio de 2009
Aquella tarde quedó grabada para la posteridad no sólo en la memoria de los presentes sino también porque miembros de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (Enerc), dependiente del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), registraron lo que estaba sucediendo en la cancha de River: un acontecimiento que iba a tener carácter histórico. El resultado es un mediometraje de 28 minutos que Página/12 obsequiará a sus lectores de manera gratuita con la compra de la edición del diario de mañana. "Surgió primero la posibilidad de cubrir este evento y después, con ese material que iban a cubrir, producir un documental. No fue fácil hacerlo", relata la presidenta del Incaa, Liliana Mazure, quien agrega que ella misma expresó su reconocimiento al "excelente trabajo que hicieron porque era difícil: aquel Mundial con ese estadio lleno de gente, engancharlo con este estadio lleno de presencias que no están. Era un tema complejo, pero finalmente se concretó muy bien. Esto implica que hubo un gran compromiso de quienes trabajaron", agrega Mazure.
El DVD –que cuenta con el auspicio del IEM, Incaa y Enerc (cuya directora es Silvia Barales)– comienza con los preparativos de la ceremonia que se inició en la ex Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), desde donde partió una multitud marchando hacia River con una inmensa bandera impresa con las fotos de los 30 mil desaparecidos. Posteriormente, quienes la sostenían dieron una vuelta olímpica simbólica con un aplauso colectivo y fervoroso. Mazure, que participó del homenaje, recuerda que aquella recorrida "fue muy impresionante, sobre todo cuando uno se detiene y ve esa bandera inmensa con toda esa cantidad de fotos, donde además el 95 por ciento de esas fotos es de personas menores de treinta años. Eso fue muy impresionante", reafirma.
En el DVD ‘La otra final’ se alternan imágenes de aquel ’78 a través de las propagandas de la dictadura –como aquella que decía "25 millones de argentinos jugaremos el Mundial"– con las de los asistentes portando la bandera, mientras Daniel Viglietti canta: "Entre los desaparecidos no hay inocentes. Todos fueron culpables de querer un mundo mejor". Es una constante la contraposición de imágenes de aquella época con las que se tomaron de ‘La otra final’, casi como disputando un partido simbólico en el que la vida, después de tres décadas y gracias al trabajo realizado en materia de derechos humanos, logró vencer al terror y la muerte. Las imágenes del Partido por la Vida y los Derechos Humanos se contraponen con los goles de los jugadores argentinos en la final contra Holanda del ’78, mientras de fondo suenan los tambores de La Bomba de Tiempo, cuyo sonido se funde, a su vez, con un audio de aquella época en el que se escucha a una madre decir: "Nosotros queremos saber dónde están nuestros hijos". Mazure señala que tanto ella como quienes participaron en la ceremonia la vivieron como un acto de desagravio a las víctimas de la dictadura, pero que "no tuvo toda la repercusión que hubiéramos querido. Entonces es fundamental que exista este material audiovisual, porque hoy mucha más gente tiene la posibilidad de saber que eso sucedió y cómo nos sentimos los que ahí estuvimos. Fue altamente reparador", asegura la titular del Incaa.
La otra final intercala también testimonios de Taty Almeida y Nora Cortiñas (Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora), Alba Lanzillotto (Abuelas de Plaza de Mayo), la recordada Mabel Gutiérrez (Familiares de Desaparecidos y Detenidos por Razones Políticas), ex jugadores y artistas. "Jamás voy a acusar a los otrora chicos jóvenes porque ellos, bueno... la pasión era ésa. Habían sido seleccionados. Lo que sí me importa muchísimo es qué piensan hoy los jugadores del ’78 enterados de todo. Eso sí me interesa", comenta Taty Almeida, promediando la mitad del documental. Esa tarde pudo disipar las posturas de algunos de ellos. "Nosotros no cometimos ningún crimen, no hicimos desaparecer a nadie. Jugamos para nosotros y para el pueblo argentino. No jugamos para los militares", afirma René Houseman, seguro de que lo logrado no estaba destinado para el festejo de los genocidas. Además, que aquella tarde de invierno de 2008 hayan estado algunos ex jugadores campeones del Mundial ’78, junto a representantes de organismos de derechos humanos, permite entender que hubo un cambio en buena parte de la sociedad y un compromiso con la verdad histórica.
Mazure, que no estaba en la Argentina durante el Mundial ’78, ya que se había exiliado en México con los demás integrantes de su grupo de cine de animación, desde donde participó en la campaña "Los argentinos no somos ni derechos ni humanos" ("sabíamos lo que estaba pasando"), señala que "el audiovisual tiene una deuda en cuanto a comunicar todo lo que sucedió. Si bien no es una deuda que se haya adquirido por voluntad propia sino porque era imposible comunicar en ese momento lo que estaba sucediendo, hoy tenemos una deuda sobre todo con las nuevas generaciones en cuanto a comunicar y expresar todo lo que sucedió en esos años, de los cuales no hay muchas imágenes, ni material audiovisual. Este documental para eso es fundamental", afirma la titular del Incaa. Para Mazure, la reparación histórica es necesaria: "Cada uno debe reparar adentro de su corazón, pero no hay que dejar de hacerlo porque es fundamental para el crecimiento saludable de nuestra sociedad y de nuestro futuro como país", asegura Mazure.
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