esta vez no lo salva ni dios
11 de agosto de 2009
Entre el ’75 y el ’77, Zanchetta cumplió funciones en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). En el ’81 lo cambiaron de destino y reportó al Ejército para volver a la Marina en el ’84. El presbítero que recién en el 2008 fue pasado a disponibilidad siguió ascendiendo en su carrera militar a pesar de sus funciones en el centro clandestino de la ESMA: el grado de capitán de fragata lo alcanzó hace siete años. En 2004, la revista del Centro Naval publicó su ensayo "¿Necesita un comandante de consejo?", y al reseñar los antecedentes del cura dice que "ingresó a la Armada en 1984", una verdad a medias para ocultar su trabajo en el centro del poder dictatorial liderado por el ex almirante Emilio Eduardo Massera.
Zanchetta eligió como epígrafe inicial de su escrito de estrategia militar una frase de Sun Tzu, el autor de ‘El arte de la guerra’: "Los guerreros antiguos no quedaban victoriosos porque tuviesen una sabiduría infinita ni porque tuvieran un valor sin límites. Lo que hacían era no cometer errores. Todas sus estrategias presagiaban la victoria". Un consejo, quizás, para sus superiores de armas.
Defensa junto con las secretarías de Culto y de Derechos Humanos decidió en 2007 terminar con la sobrevivencia en el arzobispado castrense de curas que bendijeron el terrorismo de estado. Luego de la jubilación del obispo Antonio Baseotto, quien había propuesto tirar al mar al entonces ministro de Salud Ginés González García por coincidir con la despenalización del aborto, el Gobierno –con la anuencia del presbítero Pedro Candia, quien quedó de hecho a cargo del arzobispado– trabajó en pasar a retiro sin estridencias a los pastores que asistían espiritualmente a los represores. Zanchetta es uno de los paradigmáticos que, a la luz de los hechos, sigue contando con influyentes protectores.
Egresado del Seminario Metropolitano y de la Universidad Católica, Zanchetta se ordenó sacerdote en 1973. Fue denunciado por el entonces capitán de la Armada Adolfo Scilingo como uno de los sacerdotes que en 1977 estaba encargado de asistir espiritualmente a los oficiales de la ESMA, integrantes de los grupos de tareas que secuestraban, torturaban y tiraban vivos al mar a los prisioneros de ese campo clandestino. A partir de la recuperación democrática supo mantener su trinchera: se desempeñó como jefe del Servicio Religioso del Comando de Operaciones Navales de la Base de Puerto Belgrano y ocupó hasta diciembre del 2004 el cargo de canciller y secretario general del obispado castrense.
En el Edificio Libertad, la cúpula de la Marina recibió más de un llamado de Defensa. "El ministerio está estudiando cuidadosamente la situación", dijo a este diario una alta fuente de esa cartera a la espera de una respuesta oficial de los hombres de Godoy. En el ‘Libro de Precedencia’, que refleja con minuciosidad el estado de revista de cada oficial, aparece Zanchetta con la sigla 7K1, que significa en disponibilidad. El jefe de Personal de la Armada, el almirante Enrique Salvador Olmedo, es el responsable directo de la elaboración de ese registro. Ese limbo le permite a Zanchetta seguir cobrando como capitán de fragata en actividad con destino en la Dirección General de Personal. En la práctica, el cardenal Jorge Bergoglio lo acogió en la diócesis metropolitana. En octubre del año pasado Zanchetta ofició junto a Bergoglio la ceremonia de ordenación del obispo Enrique Eguía Seguí en la Catedral.
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