nixon contra allende
16 de agosto de 2009
Se trata de tres memos, fechados en 1971, que ilustran conversaciones personales entre Nixon y Garrastazú Médici, sostenidas en la Casa Blanca, y en las que discutieron acerca del rol que le cabría a Brasil en el derrocamiento del Presidente chileno. Durante uno de los diálogos, Nixon preguntó al dictador brasileño si el Ejército de Chile tenía la capacidad para derrocar a Allende. Éste respondió que "creía que sí", y además dejó claro que "Brasil estaba trabajando con ese objetivo".
Durante el encuentro que tuvo lugar en la Oficina Oval, Nixon aprobó la intervención de Brasil en Chile. "El Presidente señaló que era muy importante que Brasil y Estados Unidos trabajaran juntos en este campo. No podíamos tomar una dirección, pero sí los brasileños sentían que había algo que pudiéramos hacer para ayudar en esto, a él (Nixon) le gustaría que el Presidente Garrastazú Médici se lo hiciera saber. Si se requería dinero u otro tipo de ayuda discreta, podríamos ponerla a disposición. Esto se mantendría bajo la mayor discreción", señala el documento.
En la citada conversación, Nixon le dijo a Garrastazú Médici que Estados Unidos y Brasil debían "evitar que hubiese nuevos Allende y nuevos Castro" en América Latina y, al mismo tiempo, tratar de "revertir esta tendencia" donde fuese posible.
Nixon dijo también al brasileño que "esperaba que pudieran colaborar estrechamente puesto que había muchas cosas que Brasil, como país sudamericano, podía hacer y que Estados Unidos no podía" anota el texto de la CIA. La documentación revela que Nixon creía que una relación especial con Brasil era muy importante, al grado que propuso a Garrastazú Médici que ambos establecieran un canal directo y secreto de comunicación "para contactarse directamente fuera de medios diplomáticos".
El brasileño nombró a su ministro de Relaciones Exteriores y asesor privado, Gibson Barbosa, como su representante en dicho canal, pero le dijo a Nixon que en caso de que tuviese que tratar "materias particularmente privadas y delicadas, Brasil usaría al coronel Manso Netto. Por su parte, Nixon nombró a Kissinger como su representante.
Basado en fuentes brasileñas, otro memo de la CIA señala que Garrastazú Médici propuso al Presidente norteamericano que trabajasen juntos para contrarrestar la "expansión izquierdista marxista" y Nixon le prometió asistencia norteamericana "donde y cuando fuera posible". El reporte revela también que el meollo de las conversaciones secretas generó preocupación en los estamentos militares de Brasil. Algunos generales pensaban que la responsabilidad por tales operaciones recaería en las fuerzas armadas brasileñas. El documento cita al general brasileño Vicente Dale Coutinho señalando que "Estados Unidos obviamente quiere que Brasil haga el trabajo sucio" en América del Sur.
Una estimación hecha por la CIA en 1972, predecía que Brasil iba a jugar un rol cada vez más importante en asuntos hemisféricos "llenando cualquier vacío que Estados Unidos pudiera dejar" y agrega que Brasil "no dudaría" en emplear acciones encubiertas para "oponerse a gobiernos de izquierda; mantener gobiernos amigos en el poder o ayudarlos a instalarse en países como Bolivia y Uruguay".
Información
Kornbluh sostiene que Chile tiene el derecho de pedir a Brasil un informe que clarifique lo ocurrido. "Así como el Senado de los Estados Unidos emitió un reporte sobre la intervención norteamericana, uno pensaría, considerando el peso de los documentos revelados en Washington, que Brasil va a acceder a clarificar su propio rol" en el derrocamiento de Allende, subraya el investigador.
Peter Kornbluh es director de los Proyectos de Documentación Chile y Brasil del NSA, una agencia no gubernamental basada en Washington DC que lidera la campaña para desclasificar documentos aún secretos de la CIA en relación con la intervención de Estados Unidos en América del Sur. Kornbluh, autor del libro "Pinochet: los archivos secretos", ha sacado a la luz centenares de documentos que ilustran la intervención norteamericana en Chile.
"Obviamente, documentos como los que comentamos hoy revelan un aspecto multilateral en la intervención para derrocar a Allende. Debe haber más información que se intercambió a través de los canales secretos a los que se refiere la CIA. ¿Qué otras comunicaciones tuvieron después? ¿Qué más revelan esas comunicaciones sobre el rol de Brasil? Estoy seguro de que hay más documentos, muy secretos, de la CIA que aún no hemos visto, y que reflejan esta colaboración", dice Kornbluh.
Él cree que, si los brasileños están adoptando una política de puertas abiertas respecto de la historia, claramente, debieran estar dispuestos a avanzar para que se sepa todo lo ocurrido en ese entonces. "Por ende, vamos a dar a Estados Unidos, a la administración de Obama, todo el permiso para desclasificar cualquier documento que ilustre lo sucedido. Si Brasil lo hace, será un gran avance", concluye.
A su juicio, "Brasil seguía su propia iniciativa y tenía un interés propio, muy similar al de Estados Unidos: no quería que Allende tuviera éxito porque eso tendría un impacto en la región, especialmente en Uruguay".
"Más allá de entender los roles que los países jugaron en la intervención, y la voluntad propia de Brasil, es importante notar que Brasil ha cambiado mucho desde los ’70. La ironía es que la misma nación que eligió a Lula da Silva estuvo previamente involucrada en minar y derrocar un gobierno como el de Allende, que de algún modo pavimentó el camino para que líderes como Lula fueran democráticamente elegidos en las urnas", acota.
©la nación
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