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la memoria tiene dónde estar


Museo será inaugurado en enero del año entrante. Más de cinco mil metros cuadrados de construcción y otros ocho mil de espacios abiertos albergarán retazos de la historia del Chile bajo el régimen militar. Muestras del sufrimiento y también de las esperanzas y apuestas por la vida de quienes fueron víctimas de la represión, de quienes resistieron a la dictadura. Para no olvidar.
[Libio Pérez] Santiago, Chile. "Mi hijo podrá ver y escuchar mi testimonio y el de muchos más y, por fin, creerá lo que yo viví", dice con los ojos humedecidos por la emoción el ex dirigente campesino y mapuche Mario Carril Huenumán, que estuvo un par de años encarcelado en el Regimiento Tucapel de Temuco, donde sufrió -como la inmensa mayoría de los presos políticos tras el golpe militar de 1973- torturas y vejaciones.
Pero durante su cautiverio también aprendió a leer y a escribir. Su nombre hoy está en la lista del Informe Valech, trabaja como taxista, y es uno de los testigos de cargo contra un ex fiscal militar que está preso en Italia por su responsabilidad en la desaparición del sacerdote Omar Venturelli.
El cura y el dirigente campesino compartieron celda en el regimiento temuquense; el primero desapareció, el segundo pudo dejar su testimonio que podrá ser visto y oído desde enero próximo en el Museo de la Memoria.
En el soleado domingo del Día del Niño, millares de familias paseaban por la Quinta Normal, pero pocas reparaban que frente a la estación del Metro está creciendo un enorme edificio que tendrá más de 5 mil 300 metros cuadrados de construcción y otros ocho mil de espacios abiertos y plazas, además de un estacionamiento subterráneo y acceso directo desde el Metro.
El Museo de la Memoria está emplazado en un eje de desarrollo cultural y barrial en la zona poniente de Santiago y albergará retazos de la historia reciente de Chile, aquella que partió con el bombardeo a La Moneda la mañana del martes 11 de septiembre.
Es una las obras más preciadas de la presidenta Michelle Bachelet, que junto a su madre, Ángela Jeria, estuvo secuestrada en Villa Grimaldi en 1975.
La mandataria y su madre ya hicieron sus donaciones: un cuadro repujado en cobre que hizo el general de la FACh Alberto Bachelet, fallecido mientras estaba encarcelado.
El diseño del Museo de la Memoria se lo adjudicó una firma de arquitectos brasileños -donde participa un chileno radicado en Sao Paulo desde niño- a través de un concurso público que recibió 406 inscripciones (60 de ellas extranjeras) y 57 proyectos (cuatro desde fuera de Chile), que destaca por el uso de estructuras de cobre y revestimientos de vidrio, que alojará una muestra permanente de objetos, arte carcelario, publicaciones (afiches, prensa clandestina, panfletos, colecciones de revistas opositoras a la dictadura), archivos de procesos judiciales, documentos oficiales, fotografías, películas y videos, así como espacios para muestras itinerantes de regiones o del extranjero.
Las obras de construcción están a cargo del ministerio de Obras Públicas con un presupuesto cercano a los 6 mil 500 millones de pesos, en coordinación con la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam) y bajo la dirección general de la Comisión Asesora Presidencial para las Políticas de Derechos Humanos, que encabeza María Luisa Sepúlveda, que recibió el mandato de Bachelet para el desarrollo del proyecto a fines de 2006.
Desde septiembre de 2007, una quincena de profesionales de distintas disciplinas está desarrollando el diseño museográfico, que es dirigido por la periodista Marcia Scantlebury.
La propuesta de crear un Museo Nacional de la Memoria y los Derechos Humanos ya estaba contenida en los informes Rettig (sobre ejecutados y detenidos desaparecidos durante la dictadura) y Valech (que documentó los casos de prisión política y torturas).
La presidenta Bachelet materializó la idea el 10 de diciembre del año pasado, cuando el mundo celebraba el Día Internacional de los Derechos Humanos, poniendo la primera piedra de la construcción.
Junto al escritorio que ocupaba al momento de ser acribillado el sacerdote André Jarlan durante una protesta antidictatorial en 1984 en la población La Victoria, Bachelet definió los objetivos del museo: "Para que la memoria de tanto dolor y el recuerdo de quienes jamás olvidaremos nunca más permita que el desprecio a los derechos humanos pueda imponerse. Para que esa memoria y ese recuerdo inspiren siempre a un Chile unido en el respeto a los derechos de las personas".
Y agregó: "Habrá distintas interpretaciones acerca de las causas del quiebre democrático. Habrá distintas interpretaciones acerca del legado del régimen autoritario. Pero sobre el costo humano que Chile pagó, no debería haber discrepancias. Debemos mirar de frente esa terrible realidad".

La Muestra Permanente
Para mirar de frente "esa terrible realidad" el proyecto del Museo de la Memoria ha comenzado a hurgar en los lugares más recónditos de Chile y el mundo para recoger un legado para los historiadores del futuro.
Carmen Garretón, que trabajó más de 20 años en la Vicaría de la Solidaridad, es una de las especialistas que está en contacto con las organizaciones de derechos humanos a lo largo de todo el país, para facilitar el acopio de materiales que albergará el museo, mientras la recepción y clasificación del acervo está a cargo de la bibliotecaria y documentalista María Luisa Ortiz.
El patrimonio del museo se ha ido formando desde distintas vertientes. Los primeros documentos provienen de los testimonios recogidos y plasmados en los informes Rettig y Valech.
También incluye el material entregado por la Casa de la Memoria que reúne a la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas (Fasic), la Corporación de Promoción y Defensa de los Derechos del Pueblo (Codepu), la Fundación de Protección a la Infancia Dañada por los Estados de Emergencia (Pidee) y Teleanálisis.
La Unesco ya incorporó este acervo en el Programa Memoria del Mundo. Entre el material ya recolectado está una puerta de la Cárcel Pública, así como una torre de vigilancia que la CNI instaló en calle República.
También están algunas amarras con que fueron inmovilizados los prisioneros en La Moneda, que luego fueron trasladados al Regimiento Tacna, desde donde fueron sacados y después ejecutados.
A ello se agregan las donaciones, entregas en comodato o por legado testamentario, entre otras modalidades, entregadas por organizaciones o particulares.
Entre éstas están las cartas censuradas de los prisioneros, sus artesanías hechas en los campos de concentración, ropas o guantes usados en los trabajos forzados, diarios de vida, fotografías, pasaportes "válidos sólo para salir del país" que daban a los expulsados de Chile y "barretines" usados en las comunicaciones clandestinas desde las cárceles.
Un lugar destacado también está reservado para los afiches y publicaciones elaborados por la solidaridad internacional. No hay día en que alguien, a veces acompañado por su familia entera, llegue hasta las oficinas del Museo de la Memoria para entregar un objeto.
"Es un acto de gran desprendimiento, son cosas que han guardado hasta por más de 30 años y que ahora entregan; es emocionante", relata María Luisa Ortiz.
El periodista Claudio Garvizo coordina el proyecto ‘100 entrevistas’, que realizan las productoras audiovisuales Midia, que dirige Gilberto Villarroel, y Nuevo Espacio, que encabeza Patricio Polanco.
Equipos de camarógrafos, sonidistas y productores han recorrido todo Chile recogiendo testimonios de ex presos y presas, familiares de desaparecidos o ejecutados, dirigentes sociales, abogados defensores en consejos de guerra, historiadores, artistas, campesinos, sobrevivientes de hechos represivos y activistas de derechos humanos, entre otros, que forman un mapa que abarca la memoria y registro de hechos desde Arica a Punta Arenas.
Los que entrevistan son periodistas que estuvieron en medios de prensa que resistieron a la dictadura.
El personal del museo también realiza una búsqueda activa en los Archivos Nacionales y en los centros de documentación de los servicios públicos. Ya tienen un sus manos decretos de expulsión de personas, firmados y timbrados en el Ministerio del Interior de la época.
También los registros de la Cancillería cuando enviaba instrucciones a las embajadas sobre cómo tratar las condenas y censuras de la comunidad internacional a la dictadura militar.
Así como los ‘decretos secretos’ que promulgó el general Augusto Pinochet durante los 17 años de su régimen y que pronto serán públicos cuando el Congreso levante sus reservas. Todo eso y mucho más será parte del Museo Nacional de la Memoria, para que el hijo del campesino Mario Carril Huenumán -como muchos otros- le crea a su padre que vivió esta historia y pueda "mirarla de frente".

23 de agosto de 2009
©la nación
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