la regalona del winnipeg
31 de agosto de 2009
Aunque nació chiquita, de escaso peso y sin uñas, seguro por las adversas condiciones que provocaron adelantar el parto atendido por un médico y un enfermero ambos franceses, para Piedad Bollada y su esposo Eloy Alonso la llegada de la pequeña Agnes fue una bendición, más aún cuando estuvieron a punto de no ser incluidos entre los pasajeros dado el notorio avance del embarazo.
Siguiendo el protocolo, el poeta Pablo Neruda trató de impedir que Piedad abordara el Winnipeg aduciendo que las mujeres embarazadas eran derivadas al hospital y no estaban autorizadas a embarcarse. No obstante ella, decidida a no transar y a defender lo más preciado y único que le quedaba -su familia-, increpó al poeta con estas palabras: "Al barco o al mar, y usted será responsable de estas vidas…", le dijo señalado su vientre y a Justo su hijo mayor de 8 años a quien llevaba tomado de la mano. El autor de los 20 Poemas de Amor le insistió que no estaba en condiciones de viajar, pero Piedad como buena vasca se impuso y espetó una vez más: "¿Al barco o al mar…?". Finalmente Neruda permitió que abordaran el Winnipeg y fue así como la familia Alonso Bollada emprende su aventura hacia Valparaíso.
Los Orígenes
Piedad y Eloy eran ambos de Bilbao. Ella de la localidad de Baracaldo; él, marino mercante, era de Abanto y Ciérvana. Su primera parada en su condición de refugiados fue en Barcelona y de ahí, cruzando Los Pirineos, llegaron a Francia donde fueron destinados al campo de concentración de Argelés Sur Mer, donde vivieron una verdadera pesadilla, presenciando la muerte de muchos de sus compatriotas. Las mujeres y los niños dormían en barracas de madera y los hombres en la arena. Gran cantidad de ellos fallecieron porque la sed intensa los obligaba a tomar agua de mar ocasionándoles serias infecciones estomacales que terminaban por fulminar a los más débiles.
No obstante, Eloy y Piedad tuvieron la satisfacción de haber recuperado al pequeño Justo, a quien habían alejado de sus padres llevándolo mucho antes que a ellos a Francia. Como cualquier mamá desesperada, no cejó en su búsqueda hasta encontrarlo, por eso, abordar el Winnipeg pudieron hacerlo todos juntos.
Esto también contribuyó a que sus recuerdos durante la travesía que duró casi 30 días sean de felicidad y optimismo. Contrariamente a la experiencia de muchos, ellos siempre transmitieron a sus hijos una sensación positiva de este viaje a lo desconocido.
Agnes, bautizada así en honor a la esposa del capitán, quienes se transformaron en sus padrinos, era la regalona de a bordo. Junto a su madre tenía un sitio especial en la torre de mando donde las ubicaban para que estuvieran tranquilas y tomaran sol; eso ayudó a que en poco tiempo la pequeñita superara las deficiencias por su estado prematuro en el que nació.
Así, cuando llegaron a Valparaíso, la madrugada del 3 de septiembre, era una bebé sana y rozagante que no figuraba en la lista de embarcados que habían despachado de Francia a Chile.
Ahí se iniciaba una historia de insospechadas calamidades para Agnes América Winnipeg que fue inscrita en el Registro Civil de Valparaíso con nacionalidad chilena, además de haber quedado inscrita en el primer distrito de París adquiriendo también la francesa por haber nacido en una embarcación de bandera gala, lo que 50 años después le costaría lágrimas sudor y sangre en su pretensión de obtener, por derecho propio, su nacionalidad española.
De eso, ella no tuvo nociones cuando niña. Creció en Valparaíso donde su padre Eloy decidió asentarse, pensando que podría, cerca al mar, reconstruir su vida de marino mercante. Pero no fue posible, por eso tuvo que buscar otros rumbos, derivando finalmente como funcionario de una fábrica de muebles, donde estaba a cargo del personal. Piedad se dedicó a la crianza de los niños, incluido Félix, que nació siete años después de haber anclado en el Puerto y de haber instalado su residencia en la subida Cumming en el Cerro Alegre.
Bodas de Oro
Estaba estudiando el Instituto Comercio cuando Agnes conoció a su marido, Marcos Raúl Vergara Quintana. El encuentro fue por intermedio de los papás de él que eran evangélicos. Ella había entrado a esa iglesia motivada por las obras misioneras en las que participaba un gran contingente de jóvenes.
A Agnes, la propia madre de Marcos le pidió que lo visitara porque estaba enfermo. El encuentro cambió definitivamente el futuro de ambos; no sólo se conocieron, también se enamoraron y se casaron. Ella, a los 19 años, abandonó sus estudios y se trasladó a Viña del Mar donde Marcos vivía dedicado al corretaje de seguros. Tuvieron dos hijos Elizabeth Matilde y Marco Alejandro que crecieron siempre escuchando los relatos de la increíble historia de su madre y sus ascendientes.
Pero fue cuando la celebración de los 50 años de la llegada del Winnipeg a Valparaíso que Agnes encontró un inesperado significado a su nacimiento en el emblemático vapor.
Hasta ese momento no se había preocupado de adquirir antecedentes acerca de su nacionalidad, siempre pensando y sintiéndose como una vasca de tomo y lomo. Sin embargo, las celebraciones la motivaron a explorar si realmente estaba inscrita como francesa. Escribió a Francia desde donde le remitieron su certificado de nacimiento; sabía entonces que era chilena y también francesa…pero y ¿española?... Aquí fue cuando le cayó el balde de agua fría al darse cuenta que en ninguna parte figuraba como española, lo que le parecía inconcebible atendiendo a que toda su familia de origen lo era y ella estaba excluida…Del consulado le dijeron que nada podían hacer pero su alma vasca se impuso y empezó a mover hilos. Primero mandó una carta a Felipe González, en esa época presidente español, de quien recibió la respuesta que nada podía hacer y que el trámite tenía que seguirlo en el consulado en Chile, donde le insistían que ella era franco-chilena.
Con los Reyes de España
Sin rendirse, esperó la celebración a la que asistieron los Reyes de España y a la que fue invitada, sin saber por qué siendo que no la había reconocido como española. En esa ocasión aprovechó la oportunidad para regalarle a la Reina Sofía el libro ‘Los españoles que llegaron en el Winnipeg’, de Jaime Ferrer, del que había comprado varios ejemplares para regalar a sus hijos. Uno de estos, lo destinó a los monarcas, a quienes incluyó una notita al interior del volumen.
Después de un tiempo, todavía obsesionada con obtener la nacionalidad de sus progenitores, decidió enviar una carta al Palacio de la Moncloa, directamente a los reyes. Lo que en un principio pareció una gestión más, se convirtió tres meses después en un llamado desde el consulado de España donde la citaron para hacerle entrega de su pasaporte español. "¡No lo podía creer!"….Hasta hoy Agnes se emociona con este relato que también lo llevó a la tierra misma de sus padres, Bilbao a donde viajó, ya con su nueva nacionalidad, a reencontrarse con sus raíces.
La misma experiencia, esa de volver a su patria, la alcanzó a vivir una vez don Eloy antes de ser fulminado por una fibrosis pulmonar, en 1994, mismo año en que también Agnes sufrió, tres meses antes, la pérdida de su marido a causa de una afección cardiaca. Con la partida de su padre y de su esposo, se dedicó a cuidar a Piedad su madre que murió hace tres años, a la edad de 93 años.
Invitada esta semana a La Moneda donde la Presidenta Michelle Bachelet rendirá homenaje a los nacidos y llegados en el Winnipeg, además de otras celebraciones, Agnes se reencuentra nuevamente con su pasado, el mismo que le ayudó a forjar orgullosa de sus orígenes, su presente con su marido, sus hijos, sus cinco nietos: Macarena y Paula hijas de Elizabeth, y Arantxa, Marcos y Baltasar hijos de Marcos, y toda su descendencia.
©mercurio de valparaíso
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