confesiones de otros pilotos
24 de septiembre de 2009
El método de desaparecer personas arrojándolas al vacío desde aviones en vuelo fue utilizado por las tres Fuerzas Armadas, con la colaboración de miembros de fuerzas de seguridad y también civiles. Scilingo fue elocuente sobre la cantidad de victimarios. "La mayoría participó, era una especie de comunión. Era para comprometerlos. Alguno puede haberse salvado, pero de forma anecdótica", contó, y categorizó: oficiales superiores, suboficiales, médicos que daban la última inyección en vuelo, "invitados especiales" que daban "apoyo moral",y hasta un cabo de Prefectura que entró en crisis cuando comprendió su misión. Scilingo mencionó entre quienes lo ayudaron a tirar personas al vacío al abogado Gonzalo Torres de Tolosa, que continúa en libertad.
Los vuelos que protagonizó Scilingo partieron desde el aeroparque Jorge Newbery. Los testimonios que publicó Página/12 demuestran que también fueron habituales los vuelos desde el área militar del aeropuerto de Ezeiza, donde operaba la Fuerza Aeronaval 3. El suboficial Roberto Del Valle contó que en 1976 vio sangre y restos de ropa en un DC3. Cuando comenzó a circular la información, el capitán Norberto Horacio Dazzi convocó a todos los miembros de la 2ª Escuadrilla de Sostén Logístico Móvil de Ezeiza. "Dijo que estábamos en guerra y que había que rebajarse al nivel de los subversivos", les explicó. También el suboficial Rubén Ricardo Ormello, que hoy trabaja en el sector mantenimiento del aeropuerto de Mendoza, confesó ante compañeros de trabajo de Aerolíneas Argentinas su participación en vuelos que partían desde Ezeiza. La sugerencia más curiosa la realizó hace cuatro meses el capitán de fragata médico Carlos Octavio Capdevila, preso por sus andanzas en la ESMA. "Es imprescindible investigar a la Fuerza Aeronaval 3 de Ezeiza desde 1975 hasta 1980", propuso a la Justicia.
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