los amigos de la dictadura hondureña
8 de noviembre de 2009
A días del derrocamiento del presidente Manuel Zelaya el 28 de junio, la elite hondureña inició una campaña de relaciones públicas en Washington arguyendo que el presidente de izquierdas se había convertido en una amenaza para el país. El gobierno golpista y sus aliados han gastado al menos 600 mil dólares en expertos en relaciones públicas y cabilderos de ambos lados, incluyendo a Lanny Davis, que fue asesor especial del presidente Bill Clinton.
Aunque los hondureños no han logrado revertir la posición de Estados Unidos, sus argumentos han encontrado respaldo entre algunos parlamentarios estadounidenses. Un senador republicano ha bloqueado dos nominaciones clave para América Latina, debilitando el equipo diplomático del presidente Obama. La semana pasada, dos delegaciones republicanas viajaron a Honduras para reunirse con el gobierno de facto, que no ha sido reconocido internacionalmente.
Esas acciones han complicado la estrategia del gobierno de Obama, que ha estado tratando de demostrar sus credenciales demócratas a un creciente grupo de presidentes latinoamericanos de izquierda. El gobierno exige una solución negociada en Honduras y teme que el gobierno golpista esté tratando de estirar las negociaciones hasta la elección presidencial del 29 de noviembre con el apoyo de sus aliados en Washington.
"Esto da [a los golpistas] una esperanza a la que aferrarse", dijo un funcionario estadounidense, que no estaba autorizado para hablar oficialmente. "No nos ayuda".
Los republicanos dicen que están tratando de impedir la propagación de la ideología izquierdista y antinorteamericana fomentada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez -un estrecho aliado de Zelaya.
"Hemos visto que estos presidentes sedientos de poder de América del Sur y Central se hacen con el poder y no lo sueltan. Es una tendencia preocupante", dijo la parlamentaria Ileana Ros-Lehtinen (republicana de Florida), que ha criticado a Chávez toda la vida.
Pero otros republicanos que han trabado amistad con el gobierno golpista casi no tienen experiencia, o muy poca, en la región, como el senador Jim DeMint (Carolina del Sur), un declarado enemigo de Obama. Eso ha dado origen a especulaciones de que están haciendo politiquería.
"Los republicanos están usando lo que pueden para atacar al gobierno", dijo Julia E. Sweig, experta en América Latina del Consejo de Relaciones Exteriores. "Definitivamente es más grande que América Latina".
Algunos analistas dicen que la reacción ha logrado que el gobierno de Obama se muestre más cauto sobre Honduras. Sin embargo, la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton dijo en una entrevista el mes pasado, que los esfuerzos de Estados Unidos por encontrar una solución negociada "ciertamente nos han colocado en el lado correcto de la disputa".
La crisis hondureña empezó cuando Zelaya, un ganadero que se convirtió en el defensor de los pobres, fue arrestado por soldados y trasladado fuera del país en un avión militar.
Obama se unió rápidamente al resto de los presidentes del hemisferio declarando que "el golpe no era legal".
En los días siguientes, sin embargo, quedó claro que este no era el típico golpe militar sudamericano. La Corte Suprema hondureña reveló que los militares habían actuado con una orden de detención contra Zelaya por cargos que incluían la traición. Las acusaciones fueron una reacción contra su campaña a favor de la reforma constitucional, que muchos hondureños presumieron era un intento de atrincherarse en el poder.
Aunque la detención puede haber sido legítima [pese al artículo 3 de la Constitución hondureña], la expulsión de Zelaya [también] fue una "violación directa" de la Constitución, de acuerdo a un análisis de la rama de investigaciones jurídicas del Congreso de Estados Unidos.
Clinton ha apoyado un plan que reinstalaría a Zelaya con poderes reducidos antes de la conclusión de su mandato en enero. Roberto Micheletti, que asumió el poder de facto en Honduras, rechazó el plan.
Aislados internacionalmente, Micheletti y sus aliados han llevado el caso al Congreso estadounidense. Un grupo de hombres de negocios hondureños que apoya a Micheletti contrató a Roger F. Noriega, un alto funcionario latinoamericano del gobierno de Bush, para organizar una reunión con legisladores republicanos.
"En al menos diez años nunca vi tantos senadores juntos en la sala sobre América Latina", dijo Dan Fisk, otro ex funcionario de Bush que fue hasta hace poco un asesor del Senado.
"Lo que ha llamado la atención de varios senadores... es que de repente tenías a Estados Unidos, Chávez y [el líder cubano] Castro del mismo lado", dijo Fisk, que ha asesorado gratuitamente a la oficina de DeMint.
Fisk y Noriega son dos conocidos acérrimos opositores del gobierno de Cuba y sus partidarios en América Latina.
Otro grupo de empresarios hondureños contrató a Davis por al menos 350 mil dólares. Se consiguió una invitación para declarar en una audiencia parlamentaria sobre Honduras y se reunió con legisladores de los dos partidos. Davis dijo en una entrevista que no ha hablado con Clinton sobre Honduras y que ha respaldado sus llamados a una solución negociada.
Además, el gobierno golpista firmó un contrato por 292 mil dólares con una firma de relaciones públicas políticamente conectada de Washington.
Zelaya, en contraste, ha dependido en gran parte de su embajador en Washington para contactarse con miembros del Congreso.
"No tenemos dinero para pagarle a nadie. Es una lucha desigual", dijo el embajador Eduardo Enrique Reina.
Durante dos meses DeMint ha protestado contra la política hondureña del gobierno de Obama negándose a votar por sus nominados para los cargos de subsecretario de estado para asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, y de embajador ante Brasil, Thomas A. Shannon Jr.
El senador se ha hecho popular entre los críticos de Obama diciendo que los conservadores podrían "romper" al presidente estropeando sus intentos de reformar el seguro médico. Pero DeMint ha negado que esté utilizando el problema hondureño para golpear al presidente.
"No se trata de Obama. Se trata de política exterior", dijo. "Lo que estoy tratando de hacer es poner algunos datos sobre la mesa y estimular al gobierno a que adopte una posición más justa".
9 de octubre de 2009
©washington post
©traducción mQh
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