ciudad venezolana del futuro
[Juan Forero] El primero de varios grandiosos proyectos en Venezuela.
Camino de los Indios, Venezuela. Como la mayoría de los ambiciosos proyectos estatales de Venezuela, la nueva ciudad que se construye aquí en las montañas cubiertas por densos bosques empezó como un capricho del presidente Hugo Chávez.
Sobrevolando en su helicóptero el norte de Caracas con una vegetación rebosante de monos y aves tropicales, el presidente tuvo repentinamente una revelación: crearía una ciudad autosuficiente e independiente en medio de la selva. Chávez la imaginó como la primera de varias ciudades utópicas, un osado plan que refleja tanto la capacidad de Venezuela para emprender proyectos de envergadura, como la creciente inclinación del presidente a tomar todas las decisiones importantes.
"Me dijo: ‘Quiero ver si acaso es posible'", recordó Ramón Carrizales, ministro de Vivienda. "Así que empezamos a explorar la zona, y constatamos que había extensos terrenos que eran utilizables".
Carrizales, coronel en retiro del ejército como el presidente, agregó: "Creo que con la intuición del presidente -el presidente es un hombre de grandes intuiciones- se dio cuenta de que allá podíamos desarrollar algo, así que empezamos en noviembre de 2006".
Los aliados del presidente controlan el congreso, el Banco Central y todas las otras instituciones importantes. Y con el precio del petróleo acercándose a cien dólares el barril, Chávez tiene el poder económico y el poder político para poner en práctica sus más grandes sueños.
"Aquí todo el mundo sabe que nadie da consejos a Chávez", dijo Luis Miquilena, ex ministro del interior y mentor de Chávez, que rompió con él. "Es Chávez quien decide todo".
Al fin ahora de su noveno año en el cargo, Chávez ha tramado proyectos que van desde retrasar el reloj en media hora hasta la construcción de islas artificiales en el Caribe. Para consternación del gobierno de Bush, también está forjando lazos políticos con Irán, una alianza que los economistas dicen que tiene pocas consideraciones económicas prácticas. Pero la asociación sirve como un rapapolvo al principal adversario de Chávez, Estados Unidos, que prestó apoyo tácito al fracasado intento de golpe de estado contra el presidente venezolano en 2002.
Chávez también está acelerando el gasto fiscal en una miríada de programas sociales, mientras propone medidas que los críticos dicen que están diseñadas para consolidar su apoyo entre los pobres que forman su base electoral.
"Lo que quiere es construir un pequeño modelo de cómo se vería Venezuela en el futuro", dijo Demetrio Boersner, ex diplomático izquierdista que se opone a Chávez. "Indudablemente quiere fortalecer su influencia entre los pobres que viven que los barrios más miserables de la ciudad. Quiere reforzar la imagen que tienen muchos venezolanos de bajos ingresos de que Chávez está de su lado, de que está al lado de los oprimidos, del lado de los pobres".
Los planes para lo que los funcionarios llaman ‘ciudades socialistas' imaginadas por Chávez son grandiosos, evocando las ciudades construidas en países tan diferentes como Brasil y la antigua Unión Soviética. Chávez depende de compañías cubanas de ingeniería y de asesoría técnica de Belarus, un ex república soviética que Carrizales, el ministro de Vivienda, dice que tiene "mucha experiencia en ciudades agro-industriales".
Carrizales dijo que la ciudad, aquí en la zona montañosa de Camino de los Indios, que se llamará Caribia -otra sugerencia del presidente-, será la primera de varias pequeñas ciudades y proyectos de urbanización en todo el país. Los urbanistas del gobierno están considerando desarrollos en lugares tan alejados como el petrolífero Cinturón del Orinoco en el norte, Ciudad Guayana en el este, que en sí misma fue una ciudad planificada de los años sesenta, y el estado llanero de Barinas, donde se crió Chávez.
En Caribia, la idea es construir decenas de bloques de apartamentos de cuatro plantas que albergarán finalmente a cien mil personas. Durante una reciente visita del periodista a ese lugar, rugían excavadoras y retroexcavadoras, y los obreros de la construcción terminaban los cimientos de los primeros bloques de apartamentos, que deben ser terminados en las próximas semanas. También habrá parques y complejos deportivos, dijo Carrizales, así como escuelas, hospitales, fábricas del estado y pequeños campos de cultivo.
"Queremos tener una ciudad con una visión diferente", dijo Carrizales. "Una ciudad que sea autosuficiente, que respete el medio-ambiente, que use tecnologías limpias, que sea mayormente usada por el pueblo, con montones de senderos para pasear, parques, áreas deportivas, museos y escuelas cercanas".
Funcionarios de gobierno e ingenieros dicen que el plan, en su origen, está destinado a ayudar a la gente. "Este es un proyecto de vivienda social, para gente con poco dinero, de modo que es muy accesible para esas familias", explicó Alfredo Tirado, el ingeniero que supervisa parte del proyecto.
El gobierno piensa trasladar a familias de un barrio de Caracas, Federico Quiroz, a Caribia. Las pequeñas casas de concreto de Federico Quiroz, con sus calles serpenteantes, están ubicadas en un escarpado e irregular terreno al oeste de Caracas sujeto al peligro de aluviones de barro.
"Es una buena idea porque hay mucha gente aquí que necesita un lugar donde vivir", dijo Clemente Delgado, 40, padre de tres en Federico Quiroz. "Sabemos que aquí es peligroso. Para mí, si me lo ofrecen, lo aceptaré".
Sin embargo, no todo el mundo está entusiasmado. Mientras se despejan las cumbres de las colinas y se talan los árboles para hacer espacio para Caribia, la gente en la cercana comunidad de La Niebla mira con alarma. El gobierno ha dicho que se podrían expropiar algunas propiedades, aunque un funcionario del ministerio de Vivienda dijo que eso era improbable porque Caribia probablemente no llegará tan lejos.
Quizás lo más inquietante -particularmente para los urbanistas y entre opositores al gobierno- es que la construcción procede sin muchos insumos externos. Eso ha provocado frenéticas reuniones entre arquitectos, ingenieros y urbanistas en Caracas que dicen que el gobierno se encamina a toda velocidad hacia proyectos utópicos caros y mal pensados.
"La mayoría de las ciudades socialistas que fueron construidas en países socialistas fueron un fracaso", dijo María Josefina Weitz, urbanista en Caracas. "Cuando creas algo por un decreto ideológico, es que no responde a las necesidades reales de la gente. Las ciudades tienen su propio origen, se desarrollan por sí mismas y tienen su propia dinámica".
Incluso en Federico Quiroz, el barrio de Caracas con peligro de aluviones, muchos vecinos dicen que no saben si se mudarán.
José Guerrera, 33, mecánico de coches, dijo que había oído que algunos vecinos de Caribia debían trabajar en los campos con los que se piensa abastecer a la ciudad. "No puedo hacer eso, porque no sé nada de eso", dijo, sus manos sucias con grasa de motores. "No es mi profesión".
Otros dos vecinos, Alirio Becerra y Jacinto Gómez, dijeron que hace poco discutieron sobre pros y contras de Caribia. Pero los dos están de acuerdo en que no se marcharán de Federico Quiroz.
"No estoy de acuerdo con eso, y mucha gente aquí tampoco está de acuerdo", dijo Becerra. "Nadie. Este es un buen barrio, y estamos acostumbrados. Hace cuarenta años que vivimos aquí".
Sobrevolando en su helicóptero el norte de Caracas con una vegetación rebosante de monos y aves tropicales, el presidente tuvo repentinamente una revelación: crearía una ciudad autosuficiente e independiente en medio de la selva. Chávez la imaginó como la primera de varias ciudades utópicas, un osado plan que refleja tanto la capacidad de Venezuela para emprender proyectos de envergadura, como la creciente inclinación del presidente a tomar todas las decisiones importantes.
"Me dijo: ‘Quiero ver si acaso es posible'", recordó Ramón Carrizales, ministro de Vivienda. "Así que empezamos a explorar la zona, y constatamos que había extensos terrenos que eran utilizables".
Carrizales, coronel en retiro del ejército como el presidente, agregó: "Creo que con la intuición del presidente -el presidente es un hombre de grandes intuiciones- se dio cuenta de que allá podíamos desarrollar algo, así que empezamos en noviembre de 2006".
Los aliados del presidente controlan el congreso, el Banco Central y todas las otras instituciones importantes. Y con el precio del petróleo acercándose a cien dólares el barril, Chávez tiene el poder económico y el poder político para poner en práctica sus más grandes sueños.
"Aquí todo el mundo sabe que nadie da consejos a Chávez", dijo Luis Miquilena, ex ministro del interior y mentor de Chávez, que rompió con él. "Es Chávez quien decide todo".
Al fin ahora de su noveno año en el cargo, Chávez ha tramado proyectos que van desde retrasar el reloj en media hora hasta la construcción de islas artificiales en el Caribe. Para consternación del gobierno de Bush, también está forjando lazos políticos con Irán, una alianza que los economistas dicen que tiene pocas consideraciones económicas prácticas. Pero la asociación sirve como un rapapolvo al principal adversario de Chávez, Estados Unidos, que prestó apoyo tácito al fracasado intento de golpe de estado contra el presidente venezolano en 2002.
Chávez también está acelerando el gasto fiscal en una miríada de programas sociales, mientras propone medidas que los críticos dicen que están diseñadas para consolidar su apoyo entre los pobres que forman su base electoral.
"Lo que quiere es construir un pequeño modelo de cómo se vería Venezuela en el futuro", dijo Demetrio Boersner, ex diplomático izquierdista que se opone a Chávez. "Indudablemente quiere fortalecer su influencia entre los pobres que viven que los barrios más miserables de la ciudad. Quiere reforzar la imagen que tienen muchos venezolanos de bajos ingresos de que Chávez está de su lado, de que está al lado de los oprimidos, del lado de los pobres".
Los planes para lo que los funcionarios llaman ‘ciudades socialistas' imaginadas por Chávez son grandiosos, evocando las ciudades construidas en países tan diferentes como Brasil y la antigua Unión Soviética. Chávez depende de compañías cubanas de ingeniería y de asesoría técnica de Belarus, un ex república soviética que Carrizales, el ministro de Vivienda, dice que tiene "mucha experiencia en ciudades agro-industriales".
Carrizales dijo que la ciudad, aquí en la zona montañosa de Camino de los Indios, que se llamará Caribia -otra sugerencia del presidente-, será la primera de varias pequeñas ciudades y proyectos de urbanización en todo el país. Los urbanistas del gobierno están considerando desarrollos en lugares tan alejados como el petrolífero Cinturón del Orinoco en el norte, Ciudad Guayana en el este, que en sí misma fue una ciudad planificada de los años sesenta, y el estado llanero de Barinas, donde se crió Chávez.
En Caribia, la idea es construir decenas de bloques de apartamentos de cuatro plantas que albergarán finalmente a cien mil personas. Durante una reciente visita del periodista a ese lugar, rugían excavadoras y retroexcavadoras, y los obreros de la construcción terminaban los cimientos de los primeros bloques de apartamentos, que deben ser terminados en las próximas semanas. También habrá parques y complejos deportivos, dijo Carrizales, así como escuelas, hospitales, fábricas del estado y pequeños campos de cultivo.
"Queremos tener una ciudad con una visión diferente", dijo Carrizales. "Una ciudad que sea autosuficiente, que respete el medio-ambiente, que use tecnologías limpias, que sea mayormente usada por el pueblo, con montones de senderos para pasear, parques, áreas deportivas, museos y escuelas cercanas".
Funcionarios de gobierno e ingenieros dicen que el plan, en su origen, está destinado a ayudar a la gente. "Este es un proyecto de vivienda social, para gente con poco dinero, de modo que es muy accesible para esas familias", explicó Alfredo Tirado, el ingeniero que supervisa parte del proyecto.
El gobierno piensa trasladar a familias de un barrio de Caracas, Federico Quiroz, a Caribia. Las pequeñas casas de concreto de Federico Quiroz, con sus calles serpenteantes, están ubicadas en un escarpado e irregular terreno al oeste de Caracas sujeto al peligro de aluviones de barro.
"Es una buena idea porque hay mucha gente aquí que necesita un lugar donde vivir", dijo Clemente Delgado, 40, padre de tres en Federico Quiroz. "Sabemos que aquí es peligroso. Para mí, si me lo ofrecen, lo aceptaré".
Sin embargo, no todo el mundo está entusiasmado. Mientras se despejan las cumbres de las colinas y se talan los árboles para hacer espacio para Caribia, la gente en la cercana comunidad de La Niebla mira con alarma. El gobierno ha dicho que se podrían expropiar algunas propiedades, aunque un funcionario del ministerio de Vivienda dijo que eso era improbable porque Caribia probablemente no llegará tan lejos.
Quizás lo más inquietante -particularmente para los urbanistas y entre opositores al gobierno- es que la construcción procede sin muchos insumos externos. Eso ha provocado frenéticas reuniones entre arquitectos, ingenieros y urbanistas en Caracas que dicen que el gobierno se encamina a toda velocidad hacia proyectos utópicos caros y mal pensados.
"La mayoría de las ciudades socialistas que fueron construidas en países socialistas fueron un fracaso", dijo María Josefina Weitz, urbanista en Caracas. "Cuando creas algo por un decreto ideológico, es que no responde a las necesidades reales de la gente. Las ciudades tienen su propio origen, se desarrollan por sí mismas y tienen su propia dinámica".
Incluso en Federico Quiroz, el barrio de Caracas con peligro de aluviones, muchos vecinos dicen que no saben si se mudarán.
José Guerrera, 33, mecánico de coches, dijo que había oído que algunos vecinos de Caribia debían trabajar en los campos con los que se piensa abastecer a la ciudad. "No puedo hacer eso, porque no sé nada de eso", dijo, sus manos sucias con grasa de motores. "No es mi profesión".
Otros dos vecinos, Alirio Becerra y Jacinto Gómez, dijeron que hace poco discutieron sobre pros y contras de Caribia. Pero los dos están de acuerdo en que no se marcharán de Federico Quiroz.
"No estoy de acuerdo con eso, y mucha gente aquí tampoco está de acuerdo", dijo Becerra. "Nadie. Este es un buen barrio, y estamos acostumbrados. Hace cuarenta años que vivimos aquí".
12 de enero de 2008
27 de noviembre de 2007
©washington post
cc traducción mQh
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