nadie quiere a honduras
4 de mayo de 2010
Repudio al golpismo. La mayoría se mantiene crítica frente a Honduras. Perú y Colombia son los únicos que reconocen como legítimas las elecciones convocadas en Honduras por el golpista Roberto Micheletti en las que ganó el empresario conservador Porfirio Lobo.
[Fernando Cibeira] UNASUR. A diferencia de la postulación de Néstor Kirchner, que salió rápido y casi sin discusión, la posición del bloque frente a Honduras se les presentó a los cancilleres como el hueso más duro de roer. Tanto que anoche levantaron la sesión cuando ya se había hecho la hora de la cena y quedaron en seguirla hoy temprano, antes de que arranquen los presidentes. La mayoría de los países del bloque son partidarios de mantenerse intransigentes frente al gobierno de Porfirio Lobo, surgido de elecciones convocadas por el golpista Roberto Micheletti, mientras que Colombia y Perú –acorde con la postura de Estados Unidos– abogan por que se reconozca su legitimidad.
Los cancilleres incluso continuaban conversando anoche en la mesa principal donde cenaban, en el restaurante del primer piso del hotel Sofitel Los Cardales. El canciller Jorge Taiana junto con el embajador brasileño Ennio Cordeiro –el canciller Celso Amorim no participó porque se encuentra en Nueva York– sostenían la posición más dura en cuanto a reclamar una serie de cuestiones al gobierno de Lobo antes de considerar normalizada la situación en Honduras. Por ejemplo, que se le permita retornar al país al presidente depuesto, Manuel Zelaya, quien continúa en un exilio forzoso. Además, que se investigue el asesinato de seis periodistas ocurridos en los últimos meses, todos ellos aún impunes.
El secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, ya viajó a Tegucigalpa para constituir una Comisión de la Verdad que investigue estos hechos y las muertes anteriores ocurridas durante el gobierno de facto de Micheletti, pero al gusto argentino el proceso marcha demasiado lento.
Se sabía que el tema sería complicado. Cristina Kirchner ya había tenido una muestra el día en que recibió a la secretaria de Estado, Hillary Clinton, en la Casa Rosada y mantuvieron un cruce que luego aceptaron hacer público. Estados Unidos considera que las elecciones convocadas por Micheletti fueron "libres" y que a partir de la asunción de Lobo corresponde dar vuelta la página. Sudamérica en su conjunto, en cambio, con Argentina y Brasil a la cabeza, nunca reconoció esa legitimidad y ahora le parece que están lejos de darse las condiciones para considerar el tema superado.
Pero ayer quedó claro que la posición no es unánime. Colombia y Perú ya habían considerado válidas las elecciones e impulsan, a tono con la Casa Blanca, que se legitime a Lobo. Hay otros en el continente que piensan lo mismo. Por ejemplo, el mes pasado, el presidente de El Salvador, Mauricio Funes, también pidió a la Unasur que reconsidere su posición.
El tema es crucial. Argentina y Brasil consideran que avalar la salida hondureña significaría sentar un peligroso antecedente de un golpe "pseudo constitucional", donde se depone a un presidente que no gusta a determinados sectores para armar un nuevo gobierno acorde a su paladar. El peligro, explicaban, lo corrían las democracias "débiles" de la región como Bolivia o Paraguay, que cada tanto sufren un cimbronazo.
Honduras fue expulsado de la Organización de Estados Americanos (OEA) y para volver necesita el aval de dos tercios de sus miembros. Si los países de la Unasur continúan con su negativa, la cantidad de votos zanjan la cuestión. Fuera de la OEA, Honduras sufre las penalidades de quien se encuentra fuera del marco legal como, por ejemplo, acceder a créditos del BID. Justamente, los dos presidentes ausentes de la cumbre serán el colombiano Alvaro Uribe y el peruano Alan García. Les tocará a sus cancilleres llevar el peso del debate si se traslada a la sesión.
Los otros temas que se trataron no generaron mayores discusiones. La ayuda por los terremotos en Haití y Chile, el estado de excepción dictado por Fernando Lugo en Paraguay, la situación de Malvinas y una condena a la ley antiinmigrantes dictada en Arizona.
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