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a cinco años de justicia y paz


Al proceso judicial le ha tocado cargar muchos lastres. Quizás el peor, que como no todos los postulados eran paramilitares, ni todos los criminales de lesa humanidad fueron postulados, el conflicto sigue y pone en riesgo a víctimas y a investigadores.
Colombia. Se cumplen cinco años desde que quedó en vigencia la Ley de Justicia y Paz, en julio de 2005. El proceso judicial realmente no empezó sino hace cuatro años, con la primera lista de paramilitares desmovilizados que postuló el gobierno ante la entonces recién creada Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía.
Como es un proceso de justicia transicional que por la magnitud de la tarea no tenía antecedentes en el país, y que debió construir instituciones a toda velocidad para poder responder a la avalancha de casos que se le venía encima, se puede decir que fue experimento de ensayo y error. Cada caso iba por terreno desconocido y fue abriéndose un camino en jurisprudencia y en la investigación criminal. ¿Cómo investigar en tiempo récord cientos de miles de crímenes que llevaban en la impunidad por años? ¿Cómo desentrañar las múltiples formas en que los violentos se tomaron el Estado?
Además del Proceso de Justicia y Paz, fue la manera cómo el gobierno de Uribe quiso atar todos los cabos sueltos que dejó su negociación de sometimiento a la justicia con los jefes paramilitares. Y por supuesto, a falta de claridad política en esa negociación, al proceso judicial le ha tocado cargar muchos lastres. Quizás el peor, que como no todos los postulados eran paramilitares, ni todos los criminales de lesa humanidad fueron postulados, el conflicto sigue y pone en riesgo a víctimas y a investigadores.
En lo que sí atañe al proceso mismo de Justicia y Paz, no es poco lo que ha logrado en corto tiempo. Es un proceso que ha obligado a los victimarios a responderle por sus actos a 280 mil víctimas, contadas una por una, la mayoría, pobre y vulnerable. Allí, en cada audiencia se han sentado en el banquillo de los acusados, intentando explicarle a las víctimas, sentadas en el salón de al lado, o en teleconferencia desde su pueblo, cada uno de sus crímenes.
Además,  ha revelado la profundidad de una barbarie que el país pudiente desconoció. No más en el Caribe, hubo 333 masacres en menos de una década. Es más, allí en esos estrados de Justicia y Paz, ha quedado desnudo el discurso veintejuliero con el que el paramilitarismo y sus aliados pretenden justificar sus atrocidades, de que sólo fue una autodefensa contra la guerrilla. El paramilitarismo fue gemelo del narcotráfico, casi desde el comienzo, fue hermano de las ambiciones de buena parte de la clase política tradicional y de la guerra sucia emprendida por algunos militares y policías  y fue primo de empresarios que vieron la oportunidad de hacerse a un capital fácilmente, sobre la miseria de los campesinos.
Es un proceso que ha esclarecido literalmente miles de crímenes que estuvieron en absoluta impunidad por años; que estaban olvidados en los anaqueles de jueces temerosos o compinches.
Justicia y Paz ha descubierto que el paramilitarismo no dejó 3 mil desaparecidos, como se creía, sino 40 mil. Y eso que aún no se sabe cuántos ha dejado la guerrilla.
Y este proceso está contribuyendo a que la justicia configure el mapa de las complicidades políticas, económicas y militares en las regiones. En un país acostumbrado a taparse los ojos para no ver su pasado, Justicia y Paz ha sido un esfuerzo para destapar verdades.
El proceso también ha tenido grandes dificultades.
Una primera, las extradiciones lo dejaron cojo, pues la mayoría de los jefes ‘paras’ conocedores de los grandes negocios detrás de la guerra de terror que desataron, fueron extraditados, y quizás excepto por Salvatore Mancuso, ningún otro quiere seguir colaborando con la verdad, ni la justicia, ni la reparación de las víctimas.
Una segunda, que por la cantidad de procesados (más de 3 mil) las versiones libres han perdido espontaneidad, y se ha desarrollado un tráfico subterráneo de presiones y dinero para que los desmovilizados señalen a unos (a veces inocentes) y omitan mencionar a otros (casi siempre culpables).
La tercera, por más esfuerzos de varias instituciones, la Cnrr, la Defensoría, la Procuraduría, la Fiscalía de encontrar a todas las víctimas, aún hay miles que no conoce sus derechos, ni se conocen sus tremendas historias. Otras miles de víctimas se han sentido defraudadas con el proceso porque ven a sus victimarios libres, acechando de nuevo. Otras más no entienden por qué la gran indiferencia del país frente a su dolor, a sus carencias, a pesar de todo lo que se ha revelado.  
La cuarta, que realmente no se le puede atribuir solamente a carencias del proceso de Justicia y Paz, es que los dueños de las 5 millones de hectáreas de tierra que perdieron en el conflicto no las han podido recuperar, salvo en pocos casos. El testaferrato nubló el proceso, y las amenazas y asesinatos a líderes campesinos como Rogelio Martínez en Sucre o Ana Isable Gómez Pérez en Córdoba, que se han animado a reclamar lo que es suyo, lo ha puesto en la sinsalida. Y no hay política de gobierno que enfrente este problema de manera integral.
La quinta, y más grave de todas, que faltan investigadores, y magistrados, y el diseño mismo del proceso es engorroso, entonces se corre el riesgo de que los paramilitares desmovilizados cumplan su pena alternativa de ocho años, sin condena. Y peor aún, que las víctimas se desesperen, con una justicia y una reparación que no llega.
Por eso, aunque ya la Fiscalía ha imputado cargos a ex paramilitares en casi 300 casos, apenas se ha dictado una sentencia completa. La que condenó a Edward Cobo Téllez, alias ‘Diego Vecino’ y Úber Enrique Banquez Martínez, alias ‘Juancho Dique’, por el desplazamiento forzado de un centenar de personas de Mampuján y otros crímenes.
Para reflexionar sobre este proceso que cumple un lustro esta semana, VerdadAbierta.com presenta este especial [todos los artículos publicados en verdadabierta y reproducidos en este blog] que contiene la polémica entre protagonistas; el riesgo mayor, el rearme; y qué camino está  tomando la espinosa para-política, ente otros.

30 de julio de 2010
©verdad abierta
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