procesar a assange no será fácil
Fiscal general amenaza con llevar a juicio a Assange. Si la acción es un remedio, podría ser peor que la enfermedad. Los archivos completos de Wikileaks se encuentran ya en cientos de ordenadores del mundo.
[Baruch Weiss] El fiscal general Eric Holder dice que el ministerio de Justicia perseguirá Julian Assange, de WikiLeaks. A primera vista, parece un caso claro. Casi la mitad de los 250 mil cables internos del Departamento de Estado publicados por Assange son clasificados, tanto a nivel confidencial como secreto (los documentos no secretos están incluidos) y rara vez el objetivo de una investigación penal comete tan abiertamente su presunto delito.
Sin embargo, Holder sabe que no será fácil. Se da cuenta de que por más que condenemos las acciones de Assange, obviamente no eran criminales. En realidad, el otro día Holder tuvo que defender insistentemente que esta era una investigación de verdad, y no meras amenazas.
Por supuesto, el primer reto será localizar a Assange, que se está ocultando tanto a causa de esta investigación como por las acusaciones de violación y acoso sexual en Suecia -cargos que rechaza y explica que son parte del intento de silenciarlo. Para complicar el asunto, la mayor parte de los tratados de extradición no la permiten por "delitos políticos", y es seguro que Assange argumentará que someter a escrutinio público la política exterior estadounidense es un acto político.
Pero incluso si el ministerio de Justicia lo encontrara, arrestara y extraditara, su trabajo estaría lejos de haber terminado. El gobierno norteamericano no ha logrado nunca llevar a juicio a un órgano de prensa por una filtración. Normalmente es mucho más fácil presentar cargos contra los funcionarios de gobierno responsables de una filtración, porque han firmado acuerdos de confidencialidad renunciando a muchas de las garantías legales que, de otro modo, podrían disfrutar.
Hace poco el ministerio trató de ampliar el alcance de su persecución de filtraciones a individuos fuera del gobierno, en un juicio de ensayo que implica a dos cabilderos del Comité de Asuntos Públicos Americano-Israelí, una organización pro-Israel. Yo defendí a uno de los cabilderos, que fueron acusados de filtrar información que les fue entregada por altos funcionarios del gobierno estadounidense durante conversaciones sobre Oriente Medio. Los hombres tuvieron sus teléfonos pinchados durante cinco años. Fueron investigados durante otro año más. Luego fueron imputados y pasaron los siguientes tres años en escaramuzas con el juicio. Y luego, en vísperas del juicio, el ministerio de Justicia retiró los cargos.
Casos de Filtraciones Son Difíciles
No existe una ley general que convierta en delito la revelación de información confidencial.
¿Qué ley violó Assange? Sorprenderá a muchos que no hay ninguna ley que tenga por ilegal la revelación de información confidencial. Hay leyes que penalizan la revelación de tipos muy específicos de información confidencial, como la identidad de un agente encubierto (recuerden a Valerie Plame) o "sistemas de códigos, claves o criptográficos". Pero no existe una ley general que simplemente diga: "No revelarás información clasificada".
En realidad, cuando el Congreso trató de promulgar una ley semejante, el presidente Bill Clinton, sensatamente, la vetó. Su motivo: el gobierno tendría problemas de exceso de clasificación -algunas agencias de inteligencia clasifican incuso artículos de periódicos- porque una ley semejante terminaría criminalizando la revelación de información inocua. E incluso esa ley vetada sólo se habría aplicado a funcionarios de gobierno, no a individuos privados o periodistas.
En realidad, los fiscales en el caso Assange, como los del caso AIPAC, que llevé, recurrirían a la Ley de Espionaje de 1917, una arcaica ley de la época de la Primera Guerra Mundial que prohíbe revelar "deliberadamente información relacionada con la defensa nacional". De acuerdo al juez T.S. Ellis en el caso AIPAC, esto quiere decir que la acusación debe probar, entre otras cosas, que el acusado sabía que la información que estaba revelando era potencialmente perjudicial para la seguridad nacional y que estaba violando la ley.
Aquí, Assange puede colocar la acusación del ministerio en grandes aprietos. Mucho antes de la publicación de los cables, escribió una carta al gobierno de Estados Unidos, entregada al nuestro embajador en Londres, pidiendo sugerencias para su redacción. El Departamento de Estado lo rechazó. Entonces Assange escribió otra carta al departamento, reiterando que "WikiLeaks no tiene ninguna intención en absoluto de poner en peligro a personas individuales, ni quiere perjudicar la seguridad nacional de Estados Unidos".
En esa segunda carta, Assange afirmaba que el rechazo del ministerio a discutir la redacción "me llevó a concluir que los supuestos peligros eran enteramente fantasiosos". Luego indicó que WikiLeaks se encargaría ella misma de la redacción.
Primera Enmienda
Por supuesto, la Primera Enmienda protege tanto la libertad de prensa (sí, WikiLeaks es prensa) y la libertad de expresión. Esa es una razón por la que Holder no está investigando a este diario ni al New York Times, pese a que ambos están publicando extensos fragmentos de los cables: no es la práctica del ministerio de Justicia querellarse por filtraciones contra órganos de prensa tradicionales.
Holder se siente envalentonado para actuar contra WikiLeaks debido a que no parece ser un órgano de prensa tradicional. Sin embargo, Assange puede estar seguro de que las cortes protegerán los derechos que le garantiza la Primera Enmienda y que le permiten disfrutar de la misma protección que los medios tradicionales.
El hecho de que se trate de información confidencial no invalida las garantías de la Primera Enmienda. En el caso de AIPAC, el juez Ellis rechazó el categórico y peligroso alegato de la acusación de que cuando se trata de información clasificada, la Primera Enmienda no brinda ninguna protección. Por supuesto, la Primera Enmienda no es un permiso para revelar la fórmula de la bomba de plutonio a Osama bin Laden. Pero el ministerio de Justicia tendría que probar que las revelaciones de Assange son tan peligrosas para la seguridad nacional, que anulan la Primera Enmienda. En palabras del juez Oliver Wendell Holmes Jr., la acusación debería demostrar que lo que hizo el acusado fue tan inmediato y peligroso como gritar falsamente incendio en un teatro. Esa es una condición difícil de satisfacer.
Un Juicio Revelaría Más Secretos
Es muy difícil llevar a alguien a juicio por una filtración sin revelar en el proceso información confidencial adicional. Después de todo, ¿cómo convence el gobierno a un jurado de que la revelación de los contenidos de un cable dañaron la seguridad nacional? Citando a un testigo pericial que dirá al jurado qué tipo de información estábamos recibiendo de gobiernos extranjeros específicos antes de la filtración y qué pasó después. Imaginen que el gobierno gaste mil dólares para investigar el despilfarro interno de cien -podría prevenir un despilfarro futuro, pero el análisis coste-beneficio está lejos de ser obvio.
Daños Difíciles de Evaluar
En algunos casos, el secreto es claramente fundamental y la filtración es perjudicial. Esto es particularmente así en la esfera militar, pero se aplica también a la política exterior. En realidad, los cables del Departamento de Estado mismos giran sobre cómo la publicidad previa provocó que los paquistaníes le dieran largas a un plan de retirar uranio enriquecido de un reactor anticuado. Pero en un juicio contra Assange, su defensa alegaría convincentemente que las evaluaciones previas de perjuicios debidos a filtraciones han demostrado ser erróneas.
En 1971, el procurador general Erwin Griswold pidió a la Corte Suprema que prohibiera la publicación de los Papeles del Pentágono porque causaría un "peligro grave e inmediato a la seguridad de Estados Unidos". Veintiocho años después, Grinswold cambió de opinión en un artículo de opinión publicado en este diario. "Nunca he detectado ninguna huella de amenaza a la seguridad nacional que proviniera de la publicación" de los Papeles del Pentágono, escribió. Además, expresó la opinión de que "es muy raro que la actual seguridad nacional corra peligro por la publicación de hechos relacionados con transacciones en el pasado, incluso en el pasado reciente".
Lo que tomó veintiocho años para que ocurriera con los Papeles del Pentágono, ya está ocurriendo con los cables de WikiLeaks. Aunque el Departamento de Estado opina que las filtraciones de Assange han dañado gravemente la seguridad nacional -la secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton los ha calificado como "un ataque contra Estados Unidos" responsable de "poner en peligro a personas inocentes" y que "sabotean las relaciones de paz entre los países"-, el ministro de Defensa, Robert M. Gates, un experimentado veterano de Washington, tiene una opinión diferente.
"He escuchado declaraciones sobre el impacto de estas publicaciones para nuestra política exterior descrito como una fusión accidental, como un cambio de juego, etcétera", dijo Gates a los periodistas en el Pentágono la semana pasada. "Creo que esas descripciones son bastante rebuscadas... ¿Es embarazoso? Sí. ¿Es incómodo? Sí. ¿Tendrán consecuencias para la política exterior de Estados Unidos? Creo que muy modestamente".
Si Assange es finalmente acusado de revelar información que es potencialmente perjudicial para la seguridad nacional, Eric Holder ya sabe a quién llamará Assange como su primer testigo: al ministro de Defensa.
[El autor es abogado en Arnold & Porter y se especializa en delitos de cuello blanco y seguridad nacional. Fue prosecutor federal y trabajó en los ministerios de Hacienda y Seguridad Nacional].
6 de diciembre de 2010
3 de diciembre de 2010
©washington post
cc traducción mQh
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