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matrimonio gay y opinión pública


En el pasado, los estadounidenses rechazaban abrumadoramente el matrimonio interracial. Las resoluciones de las cortes ayudaron a cambiar eso, pese a que muchas constituciones estaduales lo siguen prohibiendo. ¿Pasará lo mismo con el matrimonio entre personas del mismo sexo?
[Brian Powell] En 1948, en Estados Unidos la idea del matrimonio interracial era casi inimaginable. Las raras encuestas sobre este tema en la época, mostraban que los estadounidenses lo desaprobaban casi unánimemente.
Hay pocas evidencias de que los californianos pensaran de otro modo. Sin embargo, ese año California lo legalizó -no porque los votantes lo aprobaran o porque los legisladores lo apoyaran sino porque las cortes de California resolvieron que su prohibición violaba la Constitución de Estados Unidos.
En Perez vs. Sharp, la Corte Suprema de California introdujo un cambio que hoy se imagina absolutamente normal. Pero en la época, la decisión no fue popular. Sin embargo, pronto fue seguida por otras acciones legales en más de una docena de estados que finalmente rechazaron las leyes que prohibían el matrimonio entre personas de razas diferentes.
Finalmente -casi veinte años después-, la Corte Suprema también se negó a inclinarse ante la opinión pública y, en su histórica resolución en el caso Loving vs. Virginia, invalidó todas las restantes leyes sobe el matrimonio basadas en consideraciones raciales. Como en California, la resolución precedió al sentimiento popular. Incluso en 1967, cuando la corte hizo pública su decisión, sólo un quinto de los estadounidenses aprobaban el matrimonio interracial. Sin embargo, la opinión pública cambió pronto, en gran parte como resultado de la resolución de la corte.
Es conveniente que el caso actual más esperado sobre la igualdad matrimonial ocurra nuevamente en California. El martes, la Corte de Apelaciones del 9o Distrito verá el caso Perry vs. Schwarzenegger. Como ha sido informado y debatido ampliamente, esta vez la pregunta sobre la igualdad del matrimonio es si se debe permitir que se casen personas del mismo sexo.
En los próximos días, la batalla legal sobre la constitucionalidad de la Proposición 8, que restringe la definición de matrimonio a la unión legal entre un hombre y una mujer, será reconsiderada. En 2008 los californianos aprobaron esta proposición por un estrecho margen. Pero hace unos meses, un juez federal derogó la prohibición del matrimonio de personas del mismo sexo por considerarla inconstitucional. Pronto oiremos los alegatos a favor y en contra de esta decisión judicial.
Es demasiado pronto como para predecir qué ocurrirá con la Proposición 8. Algunos dicen que las cortes deberían simplemente acatar a la opinión pública. Después de todo, como observa un dicho popular, "somos nosotros el pueblo, no nosotros las cortes". Por supuesto, si las cortes hubiesen observado este principio con respecto al matrimonio interracial, es difícil decir cuánto tiempo habría tomado retirar del Código Penal esas leyes contra el matrimonio homosexual.
Recuerde que, después de todo, cerca del cuarenta por ciento de los votantes en California del Sur y Alabama votaron, a fines de 1998 y 2000, respectivamente, a favor de mantener en sus constituciones estaduales la prohibición del matrimonio interracial, pese a que la prohibición no puede ser implementada legalmente.
Los opositores del matrimonio homosexual han advertido que no se debe confundir el matrimonio interracial con el homosexual. Dicen que toda comparación entre las relaciones homosexuales con las interraciales es engañosa. Difiero de esta posición. En 2003, 2006 y 2010, he realizado entrevistas a más de dos mil estadounidenses, preguntándoles acerca de sus ideas sobre la familia y las encuestas revelan una innegable similitud entre posiciones pasadas y presentes sobre las parejas homosexuales y las opiniones pasadas y presentes sobre las parejas interraciales.
Los estadounidenses que se oponen más vehementemente al matrimonio homosexual hoy -de bajos niveles de educación, sureños, viejos, los ortodoxos religiosos- se corresponden con los estadounidenses que en el pasado se resistían ferozmente a la legalización del matrimonio interracial. Las justificaciones esgrimidas hoy para denunciar el matrimonio homosexual -que no es natural, que es impío, que los hijos de esas uniones se verán permanentemente perjudicados y que esos matrimonios degradan el matrimonio "verdadero"- repiten las objeciones al matrimonio interracial reflejadas en prospecciones anteriores.
La gran diferencia entre opiniones sobre los matrimonios interraciales y homosexuales es que la oposición actual al matrimonio homosexual es mucho más débil que la abrumadora oposición al matrimonio interracial hace algunas décadas.
No está claro que la opinión pública vaya a influir en decisiones judiciales sobre el matrimonio homosexual. Pese a afirmaciones de los detractores del matrimonio homosexual, la opinión pública estadounidense no lo rechaza abrumadoramente. La mayoría de las encuestas nacionales, incluyendo las realizadas por mi equipo de investigación, muestran que los estadounidenses están adoptando una opinión más abierta sobre las parejas del mismo sexo.
Hoy, los encuestados se dividen casi en partes iguales sobre el matrimonio homosexual. De hecho, algunas encuestas recientes, incluyendo la nuestra, han encontrado que la aprobación del matrimonio homosexual en Estados Unidos ha superado la valla del cincuenta por ciento.
En otras palabras, independientemente de lo que se decida en las cortes sobre la legalidad de las leyes que prohíben el matrimonio homosexual, los estadounidenses han empezado a aceptarlo.
En nuestras entrevistas, no hicimos solo preguntas simples; más bien, permitimos que la gente explicara más ampliamente sus respuestas. Una cosa que encontramos fue que mucha gente decía que dudaba en considerar ‘familia’ a las parejas homosexuales porque la ley no las considera familias. Pero cuando preguntamos si una pareja homosexual casada legalmente podría ser considerada como familia, sus dudas desaparecen. Podrían sentirse inseguros en cuanto a sus sentimientos sobre el matrimonio homosexual, pero reconocían el poder de la ley.
Según sugiere nuestra prospección, si el matrimonio homosexual fuera legalizado en California, o en Estados Unidos, más estadounidenses estarían dispuestos a considerar como familias a las parejas homosexuales. Si las cortes resolvieran a favor de la legalización del matrimonio homosexual, es probable que la opinión pública también lo acepte a su debido tiempo.
[Brian Powell, sociólogo de la Universidad de Indiana, es co-autor de ‘Counted Out: Same-Sex Relations and Americans’ Definitions of Family’.]
18 de enero de 2011
5 de diciembre de 2010
©los angeles times
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