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indios awá después de la masacre


Los cuerpos de las personas que murieron no han podido ser recuperados, el pueblo sigue siendo amenazado. Sus líderes dicen sentirse solos. En el 2010, 15 de ellos fueron asesinados y dos desaparecidos. Se sienten amenazados por paramilitares, ejército y guerrilla.
Colombia. Esta semana, el 4 de febrero, se cumplen dos años de la masacre de indígenas awá. "De una de las masacres", aclara Alex Guango, presidente de la Unidad Indígena del Pueblo Awá, UNIPA.
Y es que no solo ha sido una la masacre que ha vivido este pueblo. Aunque la que más se recuerde sea la de once indígenas -entre los que había dos embarazadas-, que acusados de ser colaboradores del ejército fueron asesinados con machete y cuchillo por las Farc en el resguardo Tortugaña-Telembí, en Nariño, han ocurrido otras.
En agosto de ese mismo año fueron asesinados doce awá, entre los que había cuatro niños y tres adolescentes. Esta vez en el resguardo Gran Rosario. Dos meses después, el 27 de octubre, hombres armados mataron a otros tres indígenas de la misma comunidad en un sitio conocido como La Guayacana, también en Nariño.
El 2010 tampoco fue un año seguro para este pueblo. Alex Guango dice que 15 personas fueron asesinadas y dos desaparecidas. El 2011 empezó con amenazas y el peligro de tener que transitar por senderos minados. Terminaba enero cuando un joven, de 14 años, fue víctima de una mina. Murió.
"Estamos amenazados por los actores armados, legales e ilegales, que se mueven en la zona", asegura el líder indígena, quien además lamenta, que hoy dos años después de la masacre que visibilizó su situación, no hayan podido recuperar los cuerpos de los indígenas, que el 4 de febrero de 2009 perdieron la vida.
"No hemos podido cumplir con los rituales de despedida. A los familiares de quienes murieron los han sometido a pruebas para lograr su identificación, pero esta es la hora y no hay resultados. Han dicho que ya tienen identificados a tres, pero nosotros necesitamos que nos devuelvan los cuerpos de todos", asegura Juan Edgardo Pai, líder de UNIPA, quien reconoce que en este momento ni siquiera sabe con exactitud en dónde podrían estar los cuerpos. "Creo que en Tumaco", dice.
En Tumaco o en Cali, donde dice Alex Guango también pueden estar algunos de los cuerpos, lo cierto es que ya no le podrán dar la despedida, como el pueblo awá acostumbra a hacerlo. Es una ceremonia que se hace a un año de que la persona muera.
"Durante los primeros doce meses después de que fallece se guarda luto. No se baila, no se toma licor. Pero una vez se cumple el tiempo, el día del primer aniversario se realiza un evento donde se pone al muerto en una mesa, cubierto con una sábana, rodeado de sus objetos personales más preciados y comida", cuenta el presidente de UNIPA.
Por eso, la idea de despedirse como es costumbre y de la forma como sienten que sus muertos podrán descansar en paz, ya no podrá hacerse. "No vimos voluntad del gobierno en ayudarnos a recuperar los cuerpos. Estamos solos", dice el líder indígena, quien asegura además que pese a los llamados que en repetidas ocasiones han hecho en busca de protección, poco atención han recibido. "Así como en un principio, en el caso particular de la masacre del 4 de febrero de 2009, pusieron en tela de juicio nuestras versiones, ahora vemos que sucede lo mismo", dice.
Para Pai, el otro líder, la amenaza es latente. "La situación es grave para los más de 20 resguardos que conforman nuestro pueblo", sostiene.
Pero, ¿cuál es la principal amenaza? "FARC, ejército, paramilitares. Todos por igual han sido una amenaza para nuestro pueblo, por eso nos sentimos así, solos. Estamos olvidados por el gobierno", dice Pai.
La situación no es fácil. Territorios minados, ser acusados de un lado de ser colaboradores del ejército y del otro de serlo, pero de la guerrilla, ponen en riesgo a este pueblo, que según sus líderes a pesar de "que se han sostenido reuniones, foros y audiencias con diferentes instancias en las que hemos manifestado nuestras inquietudes, no hemos encontrado respuesta, a veces parece que no se tiene en cuenta el Auto 004/09, en el queda claro que el conflicto armado amenaza con el exterminio cultural o físico a numerosos pueblos indígenas del país".
Por eso hoy, dos años después de la masacre de los awá, el pueblo se siente solo, sus indígenas desprotegidos, además cuestionan cómo han sido tratados por el gobierno.
"Lo que tiene que ver con la Ley de víctimas y restitución de tierras no ha sido muy claro para todos", dice. Y es que aunque el gobierno y la Mesa de Concertación Nacional de los Pueblos Indígenas acordaron incluir en el proyecto de ley de víctimas un parágrafo para que el presidente sea quien decrete la ley de reparación y restitución de las minorías étnicas, para algunos líderes no es suficiente.
"Son cosas que quedan en el papel", dice Pai, mientras Alex Guango reitera: "no estamos de ningún lado. No somos aliados ni del ejército ni de la guerrilla. Somos un pueblo que ha mantenido la imparcialidad. Lo único que queremos es proteger nuestro territorio, la vida de nuestras familias, poder estar en paz en nuestras tierras".
Cerca de 40 mil indígenas, de tres organizaciones, conforman el pueblo awá. Muchos han ido emigrando hacia Ecuador. Aún no está clara la cifra, pero sí la razón. "El conflicto armado nos está sacando", dice Guango, quien a sus 21 años ha tenido que asumir el liderazgo de la Unidad Indígena del Pueblo Awá y para quien lo más importante es lograr que el gobierno garantice la protección colectiva de sus derechos, a través del Plan de Salvaguarda, ordenado por la Corte Constitucional en el Auto 004 de enero de 2009 para la protección de 34 pueblos indígenas afectados o en riesgo de desplazamiento forzado.
3 de febrero de 2011
2 de febrero de 2011
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