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los archivos del cardenal


Aunque impacta e impresiona, el primer capítulo no tuvo la fuerza conmovedora de, por ejemplo, ‘Los 80’. Da lo mismo. Como testimonio audiovisual, ‘Los archivos del cardenal’ es un excelente espejo para repasar la historia, la memoria y los sentimientos de un país.
[Juan Costeau] Santiago, Chile. La situación fue la mejor promoción. Durante la reunión del comité político de La Moneda de la semana pasada, Carlos Larraín, el senador designado por RN, se molestó con la exhibición de "Los archivos del cardenal". "La serie tiene una connotación política evidente. Pone a la izquierda como víctima", dijo y explicitó su molestia con otra frase para el recuerdo. "Lo que no se hizo en tiempos de la Concertación se hace en el gobierno de la Alianza en el canal estatal".
Esa etiqueta de buenos versus malos es, justamente, la principal característica que la serie quiso evitar. No hay una actitud panfletaria. Todo lo contrario. El programa, basado en hechos reales acontecidos durante la dictadura, es un repaso a uno de los momentos más esplendorosos de la iglesia católica. Esa que, bajo la idea de Raúl Silva Henríquez, propició con valentía y rigor una búsqueda de la verdad sobre los detenidos desaparecidos y que se plasmó en la Vicaría de la Solidaridad.
Situado en 1978, un año en que el poder de Pinochet era abrumador y totalitario en Chile, "Los archivos del cardenal" bucea en un país temeroso, donde las buenas costumbres se extirparon para dar lugar a una lógica inédita: la del miedo. En ese nuevo tablero social en que todos desconfían de todos y la muerte surge como un espanto de horror cotidiano, donde algunos ciudadanos cubren sus vidas con capas de superhéroes: tratan de implantar justicia buscando una paz.
Allí, un abogado (Alejandro Trejo), su esposa periodista (Pali García) y su hija asistencia social (Daniela Ramírez) conforman un triunvirato de personas que pujan por restablecer la sociedad republicana. Como un thriller policial, la serie es un retrato del Chile fracturado, donde los demonios (los agentes de la CNI) son zombies en busca de sangre y dolor y en que el respeto por el otro es una frase de una época perdida.
Aunque impacta e impresiona, el primer capítulo no tuvo la fuerza conmovedora ni las actuaciones (los agentes de seguridad parecían modelos de Dior) de, por ejemplo, "Los 80". Da lo mismo. Como testimonio audiovisual, "Los archivos del Cardenal" es un excelente espejo para repasar la historia, la memoria y los sentimientos de un país.
En una televisión abierta plagada de talentos freaks, farándula de poca monta y noticieros que no son noticieros, este programa es un oasis de verdad y reconciliación. Algunos podrán decir que esta serie se debió haber exhibido hace diez años. Pueden tener razón. Pero eso es otra historia.
24 de julio de 2011
22 de julio de 2011
©la nación

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