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una adaptación de rodolfo walsh


El desafío de adaptar a Rodolfo Walsh. El grupo se metió nada menos que con ‘Operación Masacre’, una de las obras cumbre del escritor y periodista asesinado por la dictadura militar. Aquellos crímenes de León Suárez.
[Julio Cejas] Argentina. "Lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades". Contundentes palabras que el periodista Rodolfo Walsh escribiera en su ‘Carta Abierta a la junta militar’ en 1977, pocos días antes de su asesinato a manos de esa misma dictadura. La figura de Walsh se agiganta en estos tiempos cuando se piensa el rol de los intelectuales a lo largo de la historia y la necesidad de volver a un compromiso ético, en épocas en donde trastabillan las vergonzantes posiciones que muchos periodistas ejercen a partir de su participación en los medios hegemónicos. Recogiendo ese guante a partir del teatro, el actor rosarino Ramiro Lollo, integrante de La Comedia de Hacer Arte, pone en escena ‘Errores, crímenes y calamidades’, una aguda transcripción dramática de ‘Operación Masacre’, obra clave para entender el pensamiento de Walsh y descifrar gran parte de los oscuros laberintos de la política nacional.
La obra que se estrenó hace dos semanas en el teatro La Manzana (San Juan 1950) y podrá verse el viernes próximo a partir de las 21.30, es un intento por trasladar al teatro, aquel texto memorable, publicado en 1957 y que marcó un antes y un después en la historia de la literatura y el periodismo argentino.
Lollo convoca para este proyecto a Facundo Fernández y Vicky Olgado, actores que no pertenecían a La Comedia de Hacer Arte y que además de encarnar a más de 20 personajes en escena, colaboraron en la adaptación de ‘Operación Masacre’, junto al director que ideó también la escenografía, realizada por los talentosos marionetistas Juan y Maximiliano Arana, a los que se sumó además Julio Gandini.
Otro prestigioso creador rosarino: Ramiro Sorrequieta, trabajó sobre una idea del director, para diseñar y confeccionar el vestuario, todo un hallazgo que aportó a la simplificación de los movimientos y los cambios requeridos para el despliegue actoral.
Una vez más la fórmula que caracterizó desde su nacimiento a este grupo dedicado fundamentalmente al trabajo en las escuelas, vuelve a dar sus frutos, potenciando al máximo las posibilidades escénicas de una dupla actoral que se multiplica para dar cuenta de una historia que exige exactitud en el cambio del vestuario y la manipulación de los objetos.
Una vez más la mirada desde la cual se posiciona este creador, adopta una concepción ideológica acuñada ya en trabajos como ‘Una de Morenos’ o más precisamente en la citada ‘Patagonia y olvido’, y que pone su acento en la voz de los que cuentan una historia casi siempre velada a partir del discurso de los que detentan el poder.
En la adaptación de ‘La Patagonia Rebelde’ de Osvaldo Bayer, realizada por Pablo Felitti en el 2005 , es la voz de los obreros fusilados la que viene a ajustar las cuentas desde el pasado, en ‘Errores, crímenes y calamidades’, esa voz pasa a ser la de un "fusilado que vive", ese sobreviviente a partir del cual Rodolfo Walsh inicia su investigación que irá más allá de una novela policial para transformarse en uno de los alegatos más terribles y premonitorios de lo que serían las futuras dictaduras militares de un país sin memoria.
En la obra dirigida por Lollo, el escritor vuelve una y otra vez, al bar donde jugaba al ajedrez, para contar siempre "la misma historia", quizás para convencerse él mismo y convencer a una incrédula audiencia de parroquianos o de espectadores.
Un hombre llega desde el más allá: Juan Carlos Livraga, uno de los fusilados que viven, uno de los sobrevivientes de la barbarie cometida en un basural de León Suárez, sitio ideal para ajusticiar a los enemigos de una sucia Revolución Libertadora que comenzaría a marcar un sendero de sangre por la que transitarían primero los peronistas y más tarde todos los sospechados de conspiradores y sediciosos de la historia oficial.
En ‘Errores, crímenes y calamidades’, se marcará claramente la división entre algunos de esos hombres reunidos frente a una radio que transmitía una de las peleas más exitosas de la época, otros que irían a escuchar una proclama revolucionaria en defensa de Perón y la irrupción violenta de las fuerzas policiales con mandato estricto de encarcelar a todos para después fusilarlos.
"Nada fue como imaginábamos", cantan algunos de estos hombres humildes, con familias que los esperan, con ilusiones postergadas y con la muerte rondándoles los talones, "la vida es feroz con gente como uno" -reflexiona otro de los personajes, mientras los verdugos preparan sus armas para cumplir una vez más con el siniestro ritual de la obediencia debida.
La historia argentina pareciera estar destinada a ser contada de esta manera, los pueblos sólo rompen el silencio cotidiano cuando alguna catástrofe planificada por el poder de turno, siembra de "fusilados vivientes" las calles de un país dividido por los que quieren escuchar esas voces o los que prefieren silenciarlas definitivamente.
Facundo Fernández y Vicky Olgado se despliegan en un trabajo maratónico, bajo la precisa dirección de Lollo, en una puesta que requiere de el armado y desarmado de una escenografía que debe sincronizarse con la velocidad de las escenas y la crudeza de los acontecimientos narrados por la marca indeleble de un Walsh que masacra el olvido.
24 de julio de 2011
©página 12

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