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quiénes crearon a breivik


Breivik tiene muchos compañeros de ruta a ambos lados del Atlántico. Ellos crearon el veneno en el cual Breivik refinó su criminal resentimiento. Los habilitadores incluyen a Geert Wilders, en Holanda, que comparó el Corán con ‘Mi lucha’, de Hitler.
[Roger Cohen] En cierto nivel, Anders Behring Breivik, el noruego responsable de la más grande masacre cometida por un solo individuo en tiempos modernos, es solamente un psicópata aislado particularmente mortífero: un hijo de mamá de 32 años, sin contacto con su padre, obsesionado con los videojuegos (Dragon Age II), sexualmente inactivo, que se jacta de sí mismo ("Hoy en el restaurante había una chica relativamente guapa mirándome") y dedica su tiempo al cultivo del odio y al ensamblaje de una bomba de fertilizantes y aspirinas molidas.
Sin ninguna duda, así es como los islamófobos de extrema derecha de Europa y Estados Unidos que comparten sus creencias, mas no sus métodos, querrán ver retratado a Breivik.
Conocemos la película. Cuando Jared Loughner disparó contra la representante Gabrielle Giffords este año en Tuscon, Arizona -después de que Sarah Palin colocara en la mira al electorado de Giffords y Giffords misma predijera que eso "tendría consecuencias"-, la derecha se esmeró frenéticamente en retratar a Loughner como un tipo solitario y esquizofrénico cuyo trastornado universo no debía nada a los que ventilan odio bajo el lema ‘Recuperemos Estados Unidos’. (Eso querría decir recuperar a Estados Unidos de manos de los musulmanes y de liberales como la judía Giffords.)
Breivik no surgió de la nada. Su violencia germinó en un ambiente europeo preciso que comparte características con el ambiente estadounidense específico en el que surgió Loughner: una relativa recesión económica, una recuperación sin empleos, una clase media con crisis de ansiedad y altos niveles de inmigración que sirvieron como telón de fondo para la islamofobia racista y el uso de una falsa amenaza -la de la "invasión musulmana"- como un problema político para canalizar frustraciones derechistas.
En una entrada del 11 de junio en su manifiesto online de mil quinientas páginas, Breivik escribió: "Hoy recé por primera vez durante mucho tiempo. Le expliqué a Dios que a menos que Él deseara una alianza entre marxistas y musulmanes y la ocupación islámica de Europa para aniquilar completamente a la cristiandad europea dentro de los próximos cien años, debía asegurarse de que los guerreros que combaten por la preservación de la cristiandad europea logren la victoria."
Dos días después, probó su bomba casera: "BOOM! La explosión resultó bien."
En este contexto, la cristiandad europea es una imagen calcada del idealizado califato de Osama bin Laden. Es un mundo paralelo de fantasía mediante el cual se debía reclutar a las masas para una guerra apocalíptica contra los herejes enemigos que presuntamente amenazan el territorio, la moral y la cultura de una comunidad imaginaria de devotos creyentes.
Esta particular Europa cristiana -el continente es abrumadoramente laico por razones que no tienen nada que ver con la creciente presencia musulmana- es tan fantasiosa como el dominio restaurado del califato del siglo siete. Bin Laden arremetía contra los "cruzados". En 2002 Breivik asistió a un encuentro para refundar los Caballeros Templarios, la orden militar cruzada. Esa es la materia prima de los videojuegos, excepto que mata de verdad a adolescentes de carne y hueso de todos los credos.
Lo que ha quedado claro en Oslo y en la Isla de Utoya es que el delirante odio derechista antimusulmán dirigido contra los liberales "multiculturales" puede ser tan peligroso como el veneno contra los herejes de al Qaeda: Breivik solo mató a mucho más gente que los cuatro terroristas islámicos suicidas en el atentado del 7 de julio de 2005 en Londres.
Breivik tiene muchos compañeros de ruta a ambos lados del Atlántico. Ellos crearon el veneno en el cual Breivik refinó su criminal resentimiento. Los habilitadores incluyen a Geert Wilders, en Holanda, que comparó el Corán con ‘Mi lucha’ durante la campaña que le proporcionó el 15.5 por ciento de los votos en las elecciones de 2010; el avance de Marine Le Pen en Francia, que utiliza analogías con los nazis para denigrar a los fieles musulmanes; los partidos derechistas en Suecia y Dinamarca e Inglaterra que atribuyen todos los problemas a la inmigración musulmana; los republicanos como el ex vocero de la Cámara de Representantes Newt Gingrich y el representante Peter King, que decidieron que era políticamente oportuno atacar a la "sigilosa sharia en Estados Unidos" en momentos en que tenemos un presidente cuyo segundo nombre es Hussein; los pastores de las iglesias protestantes estadounidenses que utilizan los púlpitos semana tras semana para repetir que Estados Unidos es un país cristiano bajo la inminente amenaza del islam.
Durante los últimos diez años los musulmanes no han hecho lo suficiente para denunciar a los que deforman su religión en nombre del crimen yihadista. ¿Denunciarán los europeos y estadounidenses antimusulmanes islamófobos lo que ha hecho Breivik bajo sus banderas ideológicas? Lo dudo. Se dedicarán a enfatizar lo aislado que estaba.
En las últimas décadas la inmigración musulmana en Europa ha estado acompañada de enormes problemas sociales, mucho más grandes que en Estados Unidos. Hay un montón de cuentas por rendir. A menudo los inmigrantes han debido soportar el racismo y la exclusión. Los valores del islam sobre las mujeres, el matrimonio y la homosexualidad, así como la misma vitalidad de su religión, han crispado a la Europa secular. El panorama no es parejo -porque también existe la integración exitosa-, pero es inquietante.
Sin embargo, nada puede servir de excusa para la aceptación del racismo antimusulmán que en el pasado se reservaba para los judíos de Europa. No durante el fin de semana cuando murió Amy Winehouse, una chica judía de East London cuyo talento, en el pasado, habría sido desechado como basura cosmopolita degenerada por la derecha europea, racista y criminal. Una buena manera de recordarla es luchar contra la última versión de la criminal intolerancia europea.
1 de agosto de 2011
26 de julio de 2011
©new york times
cc traducción mQh

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