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vital contra sobredosis, pero inaccesible


Naloxone es un fármaco crucial para recuperar a pacientes de sobredosis de heroína y otras drogas opiatas. Pero pese a que en sí mismo no es una droga, sólo se vende con receta.
[Maua Szalavitz] Esta semana Mark Kinzly salvó dos vidas. Pero no habría estado aquí para ayudar si un amigo no hubiese hecho por él una vez lo que él ahora hace repetidas veces para otros: proporcionar a víctimas de sobredosis el antídoto Naloxone, vital para su recuperación.
Ahora en Estados Unidos la sobredosis mata más personas que los accidentes carreteros, convirtiéndola en la principal causa de muerte relacionada con lesiones -de acuerdo a las últimas cifras de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. El número de muertes -37.485 en 2009- podría reducirse dramáticamente si Naloxone estuviera disponible libremente y en todos los botiquines de primeros auxilios.
Pero esto no es probable que ocurra hasta que la Administración de Drogas y Alimentos haga algo. Actualmente Naloxone sólo se puede obtener con una receta médica. Aunque lo distribuyen decenas de programas de canje de jeringas, centros de rehabilitación y especialistas en dolor en al menos dieciséis estados, los requisitos para acceder a una receta limitan severamente su disponibilidad para esas organizaciones que pueden permitirse tener médicos y personal.
Naloxone (su nombre comercial es Narcan) puede ser aplicada nasalmente o por inyección. Puede revertir rápidamente los efectos potencialmente letales de las drogas opiatas, que incluyen la heroína y los analgésicos de venta restringida con receta médica como OxyContin y Vicodin. No produce colocones -al contrario, porque bloquea los efectos de los opioides.
Naloxone es mucho más seguro que algunos fármacos actualmente disponibles sin receta. Ambos la insulina y el Tylenol (acetaminofén) pueden ser fatales si son mal administrados, pero es imposible sufrir sobredosis con Naloxone y tiene pocos efectos secundarios.
Las muertes por sobredosis vinculadas a los opioides de prescripción se triplicaron entre 1999 y 2006. La mayoría de las sobredosis fatales implicaron sea opioides bajo prescripción o heroína en combinación con alcohol y/o alguna otra droga depresiva, como el Valium o el Xanax.
Algunos casos ocurren cuando los pacientes con dolor ingieren, por error, demasiado o beben alcohol con sus medicaciones. Sin embargo, la mayoría parece implicar personas con historias de adicción que consiguen las drogas de fuentes no médicas. Por ejemplo, un estudio de las muertes relacionadas con fármacos sujetos a prescripción en un estado fuertemente afectado constató que menos de la mitad de las víctimas de sobredosis habían recibido los fármacos que las mataron y que el 95 por ciento mostraba signos de adicción, tales como inyectarse fármacos destinados al uso oral.
Pero mientras los adictos parecen tener pocos problemas a la hora de conseguir opioides sin receta, Naloxone es más difícil de obtener porque no existe un mercado negro del producto y pocas personas incluso saben que sólo se vende con receta. Y muchas farmacias ni siquiera lo tienen, debido a que normalmente lo usan solamente equipos de ambulancia y hospitales.

Kinzly es director de H.I.V. and Harm Reduction Services del Roxbury Comprehensive Community Health Care Center en Massachusetts. Paciente heroinómano en recuperación, volvió a caer en 2004 después de once años sin drogas.
Ese año, estaba trabajando en un proyecto H.I.V. en la Universidad de Yale y se pinchó accidentalmente con una jeringa infectada. El miedo y la depresión lo golpearon fuerte, incluso después de ingerir los medicamentos para impedir la infección.
"Eso me hizo decidir empezar a usar heroína", dice. Su racionalización era que "yo tomaba heroína para quitarme la depresión porque sabía que funcionaba. Realmente pensaba que podía usar una dosis, marcharme y estar bien."
Kinzly estaba mirando una victoria de Red Sox con un amigo cuando sufrió una sobredosis. "Soy fanático de Red Sox, pero es no lo que me dio sobredosis", bromea. Se había metido dos o tres dosis de heroína -dosis que pensaba que podía manejar. Peligrosamente, calculó mal su nivel de tolerancia después de años de abstinencia.
Como en el caso de Kinzly, el periodo de riesgo de sobredosis más alto en drogadictos ocurre después de periodos de abstinencia, a menudo entre personas que vienen de salir de la cárcel o de rehabilitación. Los nuevos usuarios son el otro grupo que corre los mayores riesgos.
Estos dos grupos son difíciles de alcanzar a través de programas como el canje de jeringas, que empezó con la distribución de Naloxone a usuarios de drogas. Es por eso que lograr que el fármaco se venda sin receta y fomentar que se incluya en los botiquines de primeros auxilios podrían hacer una gran diferencia.
Felizmente, en el caso de Kinzly, su amigo tenía Naloxone y sabía cómo ayudar. "Dijo que me miró y se dio cuenta de que me estaba poniendo gris y mis labios estaban azules. Yo tenía lo que llamó un gorgoteo de muerte. Metió el Narcan en una jeringa y me lo inyectó en mi brazo."
Kinzly despertó, avergonzado sobre su recaída cuando se dio cuenta de lo que había pasado. Debido a que Naloxone revierte los efectos de los estupefacientes, puede causar síntomas de abstinencia en los drogadictos. Los síntomas son desagradables pero no peligrosos.
"Ciertamente no me sentía grandioso, pero estaba muy agradecido", dice. "Estaba muy avergonzado pero increíblemente agradecido de que iba a tener otra oportunidad para limpiarme y ver crecer a mi hijo."
Antes de su propia sobredosis, había salvado con Nalaxone a cuatro personas y desde entonces ha salvado a diez más. Estudios e informes de usuarios de drogas sugieren que al menos la mitad de las víctimas de sobredosis de opioides no mueren solos, lo que quiere decir que tener Naloxone a mano podría potencialmente salvar todas esas vidas.
El primer programa para distribuir Naloxone a usuarios de drogas fue el Chicago Recovery Alliance, que empezó a hacerlo en 2001 con la ayuda de médicos. Dan Bigg, co-fundador de la alianza, informa que hacia fines de agosto su organización ha instruido a más de veintidós mil personas sobre la sobredosis, distribuido más de once mil cajas de Naloxone y ha recibido 2.720 informes de recuperaciones exitosas.
Un estudio de 2006 publicado en el Journal of Addictive Diseases concluyó que las muertes por sobredosis de heroína bajaron en un veinte por ciento en Chicago el año en que empezó el programa y un diez por ciento adicional al año siguiente, y siguió bajando después. Mientras que el estudio no pudo probar que el programa estuviera en el origen de la baja, no encontró ningún efecto nocivo asociado con la distribución de Naloxone. Tampoco lo han encontrado otros estudios.
De acuerdo a la Harm Reduction Coalition, para 2010 se habían distribuido en el país cincuenta mil cajas de Naloxone entre organizaciones municipales, estaduales y privadas en al menos dieciséis estado, con diez mil recuperaciones de sobredosis reportadas. Pero también se han producido probablemente recuperaciones no documentadas de sobredosis porque no existen informes de su administración y las agencias que trabajan en la prevención de la sobredosis no siempre recolectan estos datos.
Naloxone es muy efectivo porque desplaza los opioides de los receptores en el cerebro que bajan la respiración. La respiración ralentizada y finalmente el paro respiratorio es lo que causa la muerte por sobredosis de opioides. Debido a que esto pasa en el curso de una hora o más, a menudo hay tiempo para intervenir.
Desgraciadamente, muchos familiares y amigos de drogadictos están inconscientes de los síntomas de sobredosis y creen que, como la ebriedad, lo mejor que se puede hacer es que la persona "duerma la cruda". Esa ignorancia puede ser fatal.
"Estamos constantemente oyendo historias de un padre que se va a dormir y oye raros ronquidos de su hija", dice la doctora Sharon Stancliff, directora médica de la Harm Reduction Coalition. "Era tarde por la noche; no se dieron cuenta de lo que estaba pasando o pensaron que estaban durmiéndola. En la mañana, la chica estaba muerta. Ese es el tipo de cosas que oímos sobre las muertes con opioides de prescripción."
¿Qué puede hacer la gente si descubre repentinamente que un amigo o un miembro de la familia del que ni siquiera sospechaban su relación con las drogas, se pone azul, ronca de manera anormal o parece estar respirando demasiado lentamente? Es entonces cuando sí importa tener Naloxone en el botiquín de primeros auxilios.
Llamar de inmediato al 911 y realizar respiración boca a boca (no solamente compresiones del pecho; la sobredosis de opioides exige el anticuado boca a boca debido a sus efectos en el cerebro) son pasos vitales.
Sin embargo, cuando alguien sufre sobredosis y deja de respirar, el tiempo es fundamental. Mientras más pronto se administre Naloxone, mejor. Asombrosamente, en la mayoría de los casos la persona despierta malhumorada, pero no dañada cognitivamente ni peor en otros sentidos.
Los raros casos que han sido reportados en los que Naloxone no sirvió, han sido abrumadoramente sea sobredosis de otras drogas como cocaína o situaciones en las que la persona estaba muerta antes de que se le administrara Naloxone.
Como con el canje de jeringas, la oposición a la distribución de Naloxone ha provenido principalmente de aquellos que temen que la reducción de los daños relacionados con las drogas conduzca a un mayor consumo de drogas. Afortunadamente, como en el caso similar sobre el canje de jeringas, la investigación no avala esta conclusión.
La experiencia de Kinzly fue normal: desagradable y que espera no repetir. Tampoco lo quería, aparentemente, la mujer a la que le salvó la vida el lunes en una galería de tiro situada cerca de su trabajo. Entrada en los cuarenta con una historia de casi veinte años de adicción, ahora está en rehabilitación.
Kinzly también está de vuelta en recuperación. "Esta es una medicina buena", dice. "La gente que está en las garras de la adicción pueden tener algo que potencialmente les puede salvar la vida hasta que oigan el mensaje de la esperanza. Mientras más accesible sea, mejor estará la gente. Los muertos no tuvieron la oportunidad de convertirse en miembros productivos de la sociedad." Tampoco pueden salvar la vida de otros.
[La autora es una periodista en neurociencia para TIME y co-autora de ‘Born for Love: Why Empathy Is Essential—And Endangered’, con Dr. Bruce Perry y autora de ‘Help at Any Cost: How the Troubled-Teen Industry Cons Parents and Hurts Kids.’]
14 de octubre de 2011
22 de septiembre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer


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