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occidente pasa la cuenta a libia


Compañías occidentales preparan negocios en Libia. Tras la guerra y derrota del gobierno del coronel Gadafi, potencias occidentales exigen parte del botín de guerra: el petróleo libio y los contratos de reconstrucción de un país reducido a escombros por los bombardeos de la OTAN.
[Scott Shane] Washington, Estados Unidos. Apenas se han callado las armas en Libia y la intervención militar de la OTAN a favor de los paramilitares rebeldes que derrocó al coronel Moamar al-Gadafi no terminará sino el lunes. Pero una nueva fuerza invasora ya está conspirando para desembarcar en las playas de Trípoli. Compañías occidentales de seguridad, construcción e infraestructura que buscaban oportunidades de negocios en Iraq y Afganistán han puesto sus ojos en Libia, ahora sin la dictadura que la gobernó durante cuatro décadas. Los empresarios se frotan las manos sobre los negocios potenciales de un país con enormes necesidades y el petróleo que puede pagarlas, más las ventajas competitivas de la gratitud libia hacia Estados Unidos y sus socios de la OTAN.
Una semana antes del asesinato del coronel Gadafi el 20 de octubre, una delegación de ochenta compañías francesas llegaron a Trípoli para reunirse con funcionarios del Consejo Nacional de Transición, el gobierno interino. La semana pasada, el nuevo ministro británico de Defensa, Philip Hammond, instó a las compañías británicas a "hacer las maletas" y dirigirse a Trípoli.
Mientras el cuerpo del coronel Gadafi era todavía exhibido públicamente, una compañía británica, Trango Special Projects, ofreció sus servicios de asistencia a las compañías que quieren introducirse en Libia. "Mientras continúan las especulaciones sobre el asesinato de Gadafi", se lee en la página web de Trango, "¿están usted y su empresa preparados para volver a Libia?"
La compañía ofrece habitaciones en su mansión en Trípoli y transporte "a cargo de nuestro discreto equipo de seguridad formado por británicos y libios". Su discreción no es barata. El precio por el trayecto de diez minutos desde el aeropuerto, por el que los taxis corrientes cobran una tarifa de cerca de cinco dólares, cuesta quinientas libras esterlinas, casi ochocientos dólares.
"En estos momentos hay una suerte de fiebre del oro aquí", dijo David Hamod, presidente y director ejecutivo de la Cámara de Comercio Árabe-Estadounidense. "Y los europeos y asiáticos nos llevan la delantera. Recibo todos los días llamadas de miembros de nuestra comunidad empresarial en Libia. Nos dicen que volvamos, que "no queremos que los estadounidenses salgan perdiendo".
Sin embargo, existen dudas a los dos lados, y de momento las declaraciones superan a los hechos. El Consejo Nacional de Transición, que espera no repetir la extendida corrupción de la era de Gadafi, dijo que no se firmarán contratos de largo plazo mientras no se elija al nuevo gobierno. Y con las ciudades todavía plagadas de jóvenes armados y sin empleo, Libia no ofrece nada que se parezca a un ambiente seguro para hacer negocios -de ahí los ofrecimientos de las compañías de seguridad.
Como Francia y Gran Bretaña, Estados Unidos puede aprovechar la gratitud de las nuevas autoridades libias por el crucial apoyo aéreo de la OTAN durante la rebelión. Cualquiera sea el rigor de las nuevas leyes que regirán esos contratos, las compañías occidentales esperan tener alguna ventaja sobre países como China, que hasta julio pasado ofrecían armas al coronel Gadafi.
"Venganza puede ser una palabra muy dura", dijo Phil Dwyer, director de SCN Resources Group, un contratista de Virginia que abrió una oficina en Trípoli hace dos semanas para ofrecer asesoría en "control de riesgos" y servicios a una compañía que no quiso identificar. "Pero mi sensación es que los que gocen de la preferencia" del consejo de transición "recibirán luz verde, en lo que a negocios se refiere".
La Security Contracting Network, una agencia de empleo de la compañía de Dwyer, publicó en su blog dos días después del asesinato del coronel Gadafi que habría muchas oportunidades en la nueva Libia.
"Habrá un aumento de las actividades a medidas que las compañías petroleras extranjeras vuelvan a Libia", declaró la empresa, junto con la necesidad de personal de logística y seguridad a medida que el Departamento de Estado y las organizaciones sin fines de lucro aumenten sus operaciones. "No pierda de vista quién gana contratos relacionados, siga la pista del dinero y encontrará su nuevo trabajo", aconsejaba el blog.
En Trípoli se vive en compás de espera. El viernes, mientras desayunaba en un hotel en el centro de la ciudad, un contratista de seguridad británico apuntó a las mesas ocupadas por hombres fornidos -mercenarios como él mismo. "Mira", dijo. "Están en todas partes".
Muchos de ellos todavía protegen a periodistas extranjeros, pero otros esperan recibir contratos de adiestramiento del nuevo gobierno que está tratando de domar a sus indisciplinadas fuerzas paramilitares. Funcionarios de la industria de seguridad dicen que el trabajo aquí no se parecerá nunca a la colosal escala de gastos en Iraq y Afganistán, pero con los recortes del gasto público en Europa y Estados Unidos, es de todos modos todo un botín.
Las oportunidades de las compañías occidentales empezaron en Libia en 2004 cuando el coronel Gadafi decidió renunciar a su programa de armas nucleares y puso fin a su condición de país paria. Hamod dirigió a cuatro delegaciones de empresas norteamericanas en Libia entre 2004 y 2010 y observó "el gradual deshielo de las relaciones comerciales", dijo.
La inversión extranjera total en Libia creció de 145 millones de dólares en 2002 a 3.8 billones de dólares en 2010, de acuerdo al Banco Mundial. Pero muchos acuerdos fueron torcidos por las descaradas demandas de los hijos del coronel Gadafi que exigían una parte de los beneficios, y la situación del país era desalentadora después de años de sanciones económicas y deterioro.
Libia "necesitaba de todo", dijo Hamod: servicios bancarios y financieros, hospitales y clínicas médicas, carreteras y puentes, y infraestructura para las industrias de la energía y del petróleo.
Ahora, después de meses de lucha, y con la situación de seguridad todavía frágil, hay gigantescas y nuevas necesidades, como la reconstrucción de los edificios de departamentos que fueron reducidos a escombros por los bombardeos, la protección de las instalaciones petroleras mientras reanudan o aumentan la producción, y el adiestramiento y equipamiento de las nuevas fuerzas armadas.
Hamod dijo que las compañías estadounidenses a menudo titubean más que las chinas o algunas compañías europeas en cuanto a iniciar operaciones en un ambiente convulsionado como en Libia después de Gadafi. "Hay reluctancia a cargar de frente en Libia", dijo. "Históricamente, las compañías estadounidenses están interesadas en el orden y qué podría significar esa situación para inversiones de varios millones de dólares".
En una reunión del Grupo de los 8 en Marsella, Francia, en septiembre, los ministros de hacienda prometieron a países árabes 38 billones de dólares en nuevos financiamientos, en gran parte préstamos, entre 2011 y 2013. Aunque Libia ahora está produciendo menos del tercio de su producción de petróleo antes del conflicto de 1.7 millones de barriles al día, posee las mayores reservas de petróleo de África, lo que podría eventualmente significar un flujo continuo de dinero.
La confusión y excitación simultáneas de personas que exploran oportunidades en Libia son evidentes en la proliferación de grupos temáticos sobre Libia en LinkedIn, la red social online orientada hacia las empresas.
"Puede decirme alguien en el grupo si hay vuelos hacia Trípoli", escribió Peter Murphy, un agrimensor irlandés que trabaja ahora en un proyecto eólico marítimo, en una página de discusión llamada Anglo Libya Business Group en LinkedIn. "También, ¿cuál es la situación de los visados de negocios para empresarios?"
Una respuesta provino de Mabruk Swayah, que se identificó a sí mismo -en LinkedIn- como un libio que trabaja en el desarrollo de empresas. "Hola amigos, son todos bienvenidos en Libia", escribió Swayah. "Sólo asegúrense de recorrer los canales apropiados para conseguir contratos de trabajo y no ofrezcan sobornos, incentivos o mordidas a los funcionarios".
Agregó: "Recuerden que ahora tenemos prensa libre".
[Adam Nossiter y David D. Kirkpatrick contribuyeron al reportaje desde Trípoli, Libia.]
30 de octubre de 2011
28 de octubre de 2011
©new york times
cc traducción c. lísperguer

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