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por qué mataron a gadafi


Los intereses económicos detrás del asesinato de Khadafi. ¿Quiénes se beneficiarán con el derrocamiento del líder libio? ¿Por qué se decidió avanzar ahora y no antes? ¿Los regímenes de Arabia Saudita, Bahrein y Siria son más democráticos que la Libia de Khadafi?
[Guillermo Levy] Muchas cosas malas seguramente hay para decir de Khadafi, como las había para denunciar de Saddam y del ya olvidado tirano de los Balcanes, Milosevic. Se agolpan plumas liberales y progresistas para hablar del dictador caído. Algunos festejan sin más. Otros, que se considerarán más críticos, se hacen preguntas sobre las intenciones de la OTAN y sobre quiénes son los distintos grupos de rebeldes.
En el marco del tremendo poder que muestra estos años el capital financiero que tiene arrodillados a presidentes tan aparentemente poderosos como Obama o los líderes europeos --que no pueden moverse más allá de ahogar a los países en crisis para salvar a sus bancos--, éstos se dan el lujo de viajar al tercer mundo para ayudar a terminar con la vida política y física de algunos tiranos. Es importante aclarar que la guerra no es contra todos los regímenes oprobiosos: la memoria selectiva y frívola a la que nos acostumbramos nos impide preguntarnos por qué no hay hostigamiento a la monarquía de Bahrein, o qué pasa con la monarquía saudita en la que las mujeres casi no pueden salir de la casa, o mismo que intereses geopolíticos hacen que sostengan al régimen sirio que ya asesinó a miles de ciudadanos estos meses.
El asesinato de Khadafi, que los medios llaman muerte, seguramente no traerá grandes beneficios al pueblo de Libia como nada bueno trajeron a los de Irak o Afganistán las invasiones siempre contra grupos o gobiernos previamente demonizados. Qué fácil es hoy sumarse a la enunciación de las calamidades de su régimen o posicionarse por gritar en sintonía con la OTAN --como hizo nuestro fiscal argentino en el tribunal penal internacional que ya en los primeros días de conflicto pidió el juzgamiento de Khadafi por un tribunal internacional--. Fácil acordarse de calamidades del régimen libio que Occidente silenció estos años por su alianza con él. Alianza que entre otras cosas le garantizaba el cierre de esta parte de la frontera entre la "barbarie" africana y la "civilización" europea para que no entren miles de inmigrantes del Africa árabe y subsahariana.
Quizás hoy es el momento para decir que en Libia las mujeres tenían plenos derechos, que era el país de Africa con menos mortalidad infantil, con más alto alfabetismo y que sostuvo durante décadas la articulación entre las distintas tribus que seguramente ahora disputarán el poder. Seguramente estos índices sociales no se sostendrán con el advenimiento de la democracia neoliberal de los colonizadores. Los gobiernos del Africa subsahariana serviles a sus ex colonizadores no reciben invasiones pero tampoco inversiones. Tienen esperanzas de vida del orden de los 40 años, ningún desarrollo y los índices de sida más altos del mundo.
Sus dirigentes son ignotos para nosotros porque en su mayoría son serviles como los dirigentes de Europa y EE.UU. son serviles a los dueños de sus bancos que están mostrando que Estados que manejan grandes ejércitos para bombardear distintos países del mundo "salvaje" no pueden, y quizás ni quieren, decirles a sus jefes del poder financiero que no van a ajustar a sus poblaciones, que no los van a salvar, que no van a ahogar a Grecia o a España o al que venga. Cayó la dictadura de Khadafi, algunos respirarán y dirán que el mundo hoy es un poco más libre.
La dictadura del poder financiero y sus consultoras, estas últimas ahora con un inmenso y ridículo poder indicando qué país está en el infierno y cuál en el purgatorio, está llevando al mundo al desastre. Estos no parecen temerosos de bombardeos, ni siquiera temerosos de que sepamos quiénes son. Sigamos celebrando invasiones, asesinatos y fijándonos en el currículum de cada dictador asesinado o régimen liquidado, mientras los bancos provocan las crisis, provocan que las paguemos y que los dirigentes electos, poderosos para bombardear, se tengan que arrodillar frente a ellos. De banqueros y consultores individualmente sabemos muy poco pero podemos saber con certeza que seguramente no tendrán la dignidad de morir resistiendo en un bunker.
[El autor es docente de la carrera de Sociología-UBA e Investigador del Centro de Estudios sobre Genocidio (Untref).]
7 de noviembre de 2011
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